Cuando llego la comitiva del reino de Brune, Prodigio era un escéptico y dudaba todo lo que le fueran a decir. El único problema es que su desconfianza no duro mucho. Magdalena Thenardier, así se llama la hija del duque, que con su cabellera roja como el fuego, ojos brillantes como esmeraldas y un cuerpo hecho por la mano de dios, boto todas las murallas que había puesto el rey de ante mano.
Prodigio quedo maravillado con Magdalena. Ella tenía dieciséis y a tan tierna edad quemaría las calles con sus pisadas y sus miradas provocarían el conflicto entre reinos. No sabía a que dios le caía tan bien, pero tenía mucha suerte o al menos así lo veía él.
Por otro lado, el grupo de nobles que acompaño a Magdalena no pidió demasiadas regalías Solo querían comprar unas tierras "desprovistas de uso". Ahí construirían sus cuarteles y a cambio, ellos contribuirían al desarrollo de la nación. Para ser mas precisos, unas nuevas carreteras.
Kain los miraba con desconfianza. Su padre estaba embobado y para corroborar su hipótesis le pidió permiso para entrar a la biblioteca. Prodigio le dijo que hiciera lo que quisiera. Según él, no era su problema. Kain tampoco se molesto en corregirlo, su padre estaba en su propio mundo y decirle algo solo le causaría problemas. Después de todo, los adultos nunca escuchan a los niños a pesar de que ellos dicen la verdad. Por otro lado, la joven Magdalena se movía con normalidad, y aunque Kain veía algunas cosas que no le gustaban, no era su lugar para educarla.
Por su parte los nobles del reino y la comitiva Brune estaban felices. El plan del duque tuvo éxito y el rey no hizo nada cuando empezaron a "comprar" muchos negocios de la industria comercial. Después de dos meses ya eran casi dueños del mercado y el rey Prodigio no hacía nada.
Kain miro por la ventana de su habitación y suspiro -¿Qué demonios estás haciendo padre?-.
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Después de la llegada de Magdalena pasaron dos meses. Después de ese lapso, llego una carta del mismo duque Thenardier, dando a conocer su deseo realizar una inspección a las empresas. A lo cual mi el rey Prodigio autorizó de buen humor.
Por otra parte, las cosas entre el monarca y su hijo no iban bien. Si antes apenas lo veía, ahora no existía. Después de recibir la carta, el rey se contacto con Kain y le pidió que no lo avergonzara. Para ello tendría que estudiar etiqueta con su futura esposa y comportarse como es debido, si no habrían consecuencias.
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- Quinto año de establecimiento del sabio reino de Lemuria, capital de Hyperion, mes de octubre.
Al día siguiente desde la conversación con el rey, vinieron las nodrizas a despertar al joven príncipe. Muchas cosas habían cambiado durante estos meses. El secreto y la complicidad los habían unido mas y mas y ahora las nodrizas se contaban a si mismas como hermanas de Kain.
-Kain es hora de levantarse- dijo Ann. Ya era la hora del desayuno, pero el frio se empezaba a sentir -hoy tienes muchas cosas que hacer-.
Kain estaba cubierto por cálidas tapas y se asomo para ver a Ann. El le dijo en una voz cargada de sueño -siempre hay muchas cosas que hacer-.
Lucy que escuchó el comentario, se enojó y respondió en lugar de su hermana -eso es verdad Kain ¿quién será el culpable?-.
-No es necesario que te enojes Lucy, debo ser fuerte para poder vivir- Kain no podía contar con su padre, estaba en otro mundo y lo trataba como un extraño, ¿cómo podría fiarse de alguien así?.
-De eso se preocupará el rey, tu padre- dijo Ann, camino hasta la cama y trato de arreglar la conversación -usted de lo único que tiene que preocuparse es de ser feliz-.
-Qué pasa con ese estúpido hombre- susurro Lucy -como puede permitir a un niño tan pequeño llevar un estilo de vida tan brutal- al igual que sus dos colegas, ella estaba enojada con la actitud del rey.
Ann que escucho esto, le tiro la oreja y dijo -espero que esta sea la última vez que digas esas palabras. No me gustan ese tipo de comentarios-.
-Sí señora- respondió Lucy con lágrimas en los ojos mientras se acariciaba la oreja.
Rose termino de preparar las ropas de Kain y abrió las cortinas para dejar entrar la luz -no te enojes tanto Lucy, no hay nada que podamos hacer. Mi padrino tiene otras preocupaciones más relevantes que ser padre, lo único que podemos pedir es que Kain no lo imite-.
Ann asintió varias veces afirmando las palabras de la joven nodriza y levantando su dedo dijo -Hoy viene madame Thenardier a darte clases de etiqueta. Kain, se un buen niño y escucha lo que te dice, recuerda lo que hablamos. Ella es una buena mujer que fue metida en todo este embrollo-.
Kain asintió.
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Después de una hora completa de preparación. Kain camino por los grandes pasillos del castillo de Lemuria acompañado de Rose y Lucy mientras iban tomados de la mano; Ann camino atrás de ellos y los vigilaba. Un solo pensamiento rondaba la cabeza de Kain -su futura madre-. Madame Magdalena es una niña muy dulce, algunos aspectos como nobleza dejan mucho que desear, e incluso Kain ha llegado a pensar que la recogieron de la calle o algo así. En su primer encuentro fue muy humilde, temerosa y torpe. Pero su padre aun con todo esto nunca dudo de ella. Podía decir que estaba enamorado y aunque le hubieran dicho que ella no es una Thenardier, aun así la habría aceptado como su esposa.
Al llegar a la habitación golpearon la puerta y entraron. Kain vio a la hermosa niña sentada leyendo un libro, lleva un vestido verde que hace juego con sus ojos y una cola de caballo que trata de ordenar su voluminoso cabello.
Ann acompaño a Kain y entro a la habitación. Ella dijo en un tono solemne -Madame Thenardier, dejo en su cuidado al príncipe Kain, estaré esperando en el pasillo si me necesita para algo-. Magdalena con una voz tierna y dulce como una pequeña campana dijo -muchas gracias por acompañar al príncipe, si necesito algo te lo hare saber-. Ann sin inmutarse hizo una reverencia y se retiró de la habitación.
Kain evaluando a su futura madre pensó en solo una palabra...preciosa. En estos momentos lista para ser inmortalizada en una pintura. Magdalena se paro frente a Kain y le dijo -b-buenos días príncipe- e hizo una reverencia, que a los ojos de Kain era solo un intento.
-Buenos días madame Magdalena- Kain hizo una elegante reverencia y continuo -estoy aquí según lo ordenado por mi padre-.
La joven Magdalena vio al pequeño Kain y sonrió…tenía una actitud carismática y madura para su edad -ven conmigo Kain, te enseñare todo lo que sé con mi humilde capacidad. Primero leeremos algunos libros y después de eso empezaremos con el entrenamiento practico-. Magdalena se acerco y extendió su grácil mano. Kain correspondió el gesto, tomándole la mano con sentimientos encontrados. Una vez unidas sus manos, Magdalena camino a su anterior asiento y tomo a Kain sentándolo en su regazo. Él no dijo nada, estaba acostumbrado a este trato. Sus nodrizas siempre lo trataron de la misma forma y que otra mujer lo haga, no haría la diferencia.
Magdalena tomo un libro verde y lo abrió frente a ambos -querido príncipe, leamos primero este libro sobre las cosas que no hay qué hacer en una ceremonia…-y durante dos horas, Magdalena leyó varios libros haciendo hincapié en las cosas que no debía hacer, como si se lo estuviera repitiendo a ella misma. Kain noto esto y de nuevo pensó, ¿Cuál sería el origen de la muchacha?.
Después de finalizar la clase, Magdalena se acercó al pequeño Kain y le dio un beso en la mejilla -Lo hiciste genial-.
Kain miro a Magdalena y bajándose de sus piernas, salió de la habitación sin corresponder el gesto. Esta acción dejo perpleja a Magdalena sin saber que decir. A ella desde pequeña le gustaron los bebés y ver un niño tan adorable y único como Kain, le derretía el corazón. Pero ahora que había sido despreciada ¿Cómo debería actuar?.
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Kain se dirigió a sus nodrizas que lo esperaban en el pasillo -¿cómo estamos en los tiempos?-. Rose levanto sus pulgar y dijo -tu padre está ocupado en una reunión con los nobles del reino, así que todas las molestias están incapacitadas para interrumpirte-.
Ann viendo el intercambio entre los dos, se acercó y miro Kain -se amable y no la presiones demasiado, recuerda lo que te dije, sutileza. Si no aprendes sutileza jamás ganarás el corazón de una dama-.
Lucy y Rose asintieron ante estas palabras.
Kain las ignoro y solo contestó un simple y breve -ok-.
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Cuando el príncipe entro a la habitación, cerro con llave y miro a Magdalena -quiero hablar contigo, ven aquí y siéntate-.
Magdalena estaba pensando en qué había hecho mal para ser despreciada por el pequeño príncipe. Se limpiaba la comisura de los ojos, pero en medio de esta acción , fue interrumpida. Ella se congelo y después de mirar, su intuición le dijo que no sería nada bueno. Sentándose al frente de Kain con una sonrisa, pregunto -¿que desea príncipe?-.
-¡Suficiente!…no necesitas poner mas este acto- Kain al ver su mala y ambigua postura, estuvo mas y más seguro de sus suposiciones.
Magdalena se puso pálida, después de un minuto se recompuso y dijo entre tartamudeos -¿Que quiere decir con eso príncipe?-.
-Magdalena, cualquiera con un poco de roce social se daría cuenta de que no eres un noble- después de todo, si algún noble tuviera tal debilidad delante de otros, sería comido vivo -tus modales dejan mucho que desear y tu actitud es demasiado humilde-.
-Príncipe *sob sob* no sé qué le hice para que me trate de esta manera- Magdalena que estaba al borde del llanto, trato mantener su sonrisa -*sob sob* pero yo soy una noble-
Kain suspiro y una vez más se lleno de determinación -Magdalena, es imposible que tú seas un noble, todo el conocimiento que tienes es muy superficial. Ningún noble se atrevería a enviar a sus hijas con tan poco conocimiento, mucho menos a casarse con un rey. Lo más probable es que seas un peón desechable. El duque Thenardier es un hombre cruel por enviarte a este lugar. Si un noble normal se diera cuenta de tus orígenes, demandarían tu vida por lesa majestad. Te digo todo esto para que me cuentes toda la verdad y así poder ayudarte. Mi padre está enamorado de ti y no quiero que lo desilusiones. Puede que sea un estúpido hombre, cuya inteligencia llego hasta cero, pero aun así, sigue siendo mi padre-.
Magdalena escuchando el discurso del joven príncipe y viendo la sinceridad en su cara, se armo de valor y pregunto. -¿Me protegerás?-.
-Por supuesto, como dice mi padre "pronto seremos familia"-
Magdalena pudo ver la determinación en los ojos del niño y soltó todas las ataduras que llevaba en su corazón.
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Magdalena es la hija de la sirvienta que prepara la comida. Sofía, así se llama su madre. Ella había quedado embarazada en una de las tantas borracheras del duque. Al enterarse del embarazo de Sofía podría haberlas echado, pero haciendo la vista gorda, les permitió seguir trabajando.
Hace poco, unos siete meses, el duque Thenardier llamo a Sofía a su oficina y le hizo algunas preguntas. Después de resolver algunas dudas, el duque Thenardier llamo a Magdalena y le dijo que el era su padre. Que tenia deberes que cumplir como hija de un noble; podía ser la concubina de un anciano o ir lejos de todo lo que conoce y casarse con un joven rey.
De esa manera, Magdalena fue empujada a un abismo de desesperación. El duque no tuvo contemplaciones y durante dos meses le ordenó que aprendiera modales y etiqueta con una estricta maestra. Era golpeaba cada vez que se equivocaba. Los golpes eran tan fuertes y continuos que por las noches no podía dormir del dolor.
Después de esos dos meses, fue enviada a probar su suerte con el joven rey. Según su madre, a lo mejor por su belleza, el rey la amaría y podría ser feliz. Esto podría haber sido unas palabra de alivio, pero no funcionaron. Lo único que entendía Magdalena, era que su madre no la pudo proteger y el que debería protegerla, su padre, la empujo a este hoyo en el cual se ahogaba. Magdalena medito en el camino y según lo que pudo entender; los pobres, sirvientes y esclavos no tienen derecho a vivir. Solo respiran por el bien de los nobles. Viven y se multiplican por el bien de servir. Después de llegar a esa conclusión. Para Magdalena, todo se veía oscuro y en su mente solo habían nubes de amargura. Pero cuando llego a Lemuria, conoció al rey. Un hombre apuesto y gallardo llamado Prodigio I. Él fue carismático, amable y respetuoso con ella como nadie lo había sido. Después de un mes, él le decía palabras románticas y pensó por un momento, que no sería tan malo vivir aquí. Este era el paraíso en comparación a como vivía antes. Ella seria la Reina algún día y no permitiría que los nobles se aprovechen de la gente común. El Rey la amaba, es joven y guapo, su hijo es pequeño y lindo, todo es perfecto.
Pero en este momento todas las ilusiones que había mantenido en su corazón se habían desmoronado.
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-Magdalena no te preocupes- dijo Kain -mi padre está enamorado de ti, así que no creo que le importe tu procedencia. Te ayudare a refinarte como futura reina y así podrás seguir a su lado. Pero en estos momentos debes cortar todos lazos con el reino de Brune- con una mirada afilada, Kain meditaba todas las palabras que decía -ellos son tu principal enemigo y una vez que el negocio que tienen entre manos finalice y te cases, trataran de chantajearte. Hare los preparativos para traer a tu madre y no tengas que preocuparte por su bienestar-.
Magdalena escucho a Kain. Todo lo que dijo recobro su felicidad y acercándose a él. Magdalena lo tomo en sus brazos y le agradeció entre llantos.
Por otro lado, el joven Kain molesto por el abrazo tan firme, se quería quejar, pero su voz no salía. Magdalena después de un tiempo lo soltó y se disculpo por la brusquedad de su abrazo.
Kain suspiro, arreglo su ropa y le dirigió una firme mirada -tienes mucho que hacer Magdalena, te enviare a María para que te enseñe la verdadera etiqueta de la corte real y te eduque para que puedas ser una reina-.
-Ok, pero ¿ella tiene esa clase de habilidades?-.
-Nunca subestimes a María, su conocimiento y trayectoria esta a otro nivel. Ella fue enviada aquí por una de las casas nobles más distinguidas del reino-.
Entonces Magdalena estuvo feliz y sonrió como una flor -bien, espero que me trates bien como tu futura madre-.
-Ugh…ok…madre-.
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- Quinto año de establecimiento del sabio Imperio de Lemuria, capital de Hyperion, mes de diciembre
Después de dos meses y unos pocos días, el duque Thenardier había llegado. Todo el mundo vino a recibirlo, pero petulante y orgulloso como él solo, no bajo del carro y espero a que el mismo rey lo venga a recibir en persona.
Vi al hombre dentro del carro, un gigante de barba abrasiva, musculoso con un rostro irritado (lo mas probable es que sea por el viaje). Al verlo supe que todas las cartas que recogí, robe y la información que había juntado era cierta.
Concentrando mi telequinesis, rompí ambos ejes de las ruedas que daban en dirección contraria a nosotros. Al mismo tiempo empuje el otro lado del carro con toda mi fuerza para volcarlo con el impulso de la caída. ¡Fue una enorme conmoción!, todos estaban preocupados, no por el duque en sí mismo, pero sí por la persona dueña del oro que podía mejorar el país y sus propios negocios.
El duque con un poco de esfuerzo pudo salir del carro, estaba todo rasguñado, con moretones y un poco te sangre salía de su nariz. Mi padre preocupado por su futuro suegro, se acerco para socorrerlo -¿Estas bien duque? podemos posponer todas las reuniones hasta que te recuperes-.
El duque asintió, pero se podía ver la molestia y desprecio en sus ojos. Thenardier se dio medio vuelta y sin despedirse, lo llevaron a una de las casas nobles que mantenían negocios con él.
Tome la mano de mi padre y le dije -¡Duque!…cuídese y tenga cuidado en el camino, porque el camino que elija lo puede llevar a un callejón sin salida-.
Nadie entendió el significado de mis palabras, pero el duque Thenardier sí. Se detuvo y dándose media vuelta me miro a los ojos. Después de ese breve contacto siguió su camino.