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Los Ángeles bajaban a la tierra.

Los demonios dejaban el inframundo.

Louis, iba detrás de las criaturas celestiales, no sabía que era exactamente lo que debía hacer para enorgullecer al dios benévolo, ya que éste le dio la única instrucción de repartir el bien en el mundo.

Cosa que dejo a louis pensando en cómo podría lograrlo.

Poco a poco veía como uno que otro ángel caía en picada en diferentes destinos, así que Louis pensó que sería buena idea caer en una ciudad muy grande ya que habría muchas personas para ayudarles.

Cayó en picada sin siquiera pensarlo más y empezó a divisar entre las nubes como la ciudad y sus rascacielos se asomaban entre estas.

Extendió sus alas y siguió por el camino que trazaba el pavimento hasta que se topó a una gran multitud de gente viendo atentamente el último nivel de un edificio.

Y ahí es donde comenzaba la hazaña del Ángel.

Voló hasta parar donde estaba el hombre que ocasionaba tanto revuelo, este como cualquier otro humano no lo podía ver, pero si escuchar.

Louis vió a alguien parado del otro lado, pero le restó importancia, pensó que era un humano pero lo que no sabía era que éste tenía una sonrisa cínica en el rostro, pupilas dilatadas y cuernos en llamas. Claramente un demonio, pero no cualquiera podría transformarse tan naturalmente.

Dio unos pasos hasta acercarse a un costado del hombre en apuros y empezó con sus palabras reconfortantes.

—No debes hacer esto, piensa en todo lo bueno qué hay como tu familia, amigos, trabajo, hogar. Todas esas cosas que componen de tu vida, no importa lo ordinarias que sean, simplemente se feliz de que puedes caminar, tienes dos brazos para manejar, puedes apreciar con tus ojos los paisajes de la tierra, con tus oídos escuchar el canto de las aves y con tu boca degustar los más exquisitos platillos. Esto no debe terminar así. —Dijo el Ángel en el oído a aquella alma en pena.

El hombre volteó hacia abajo, dio un pequeño paso atrás y empezó a sudar, estaba horrorizado de lo que había pensado en hacer.

El demonio ahora se encontraba furioso, llamas cada vez más grandes salían de sus cuernos, tenia los ojos completamente negros y sus colmillos se comenzaban a mostrar.

De un paso llegó hasta el costado contrario de donde estaba en angel, y empezó con furia a hablar.

—Todo es tú culpa ¿Qué no lo vez? Eres un fracaso en tú trabajo, estás completamente endeudado y seguramente te quedarás sin techo esta noche, tu familia ni siquiera sabe que sigues vivo. Además ¿Qué haz hecho en esta vida? Absolutamente nada, tu tumba estará completamente vacía, nadie te recordará como lo hacen justo ahora que sigues con vida, acaba de una vez con tu miseria y hazle un favor al mundo.

El hombre solo soltó una lágrima.

El Ángel se sintió asqueado por aquel discurso que logró escuchar, se decidió esperanzado a dar un paso adelante para empezar a reconfortarlo.

—Por favor, todo-

Era demasiado tarde. El Ángel quedó plasmado, su vista seguía donde mismo, no se inmutó siquiera a voltear a otro lado cuando escuchó un tremendo sonido y pánico con gritos de la gente.

—Pequeño querubín, gran trabajo el que acabas de hacer, con esas palabras tan aburridas hasta yo hubiera saltado. —dijo el demonio soltando una risita de burla.— ¿Qué? ¿Te comió la lengua el diablo?

Louis ni siquiera lo volteaba a ver, el quería ayudar a todos, era la primera persona que ayudaría y murió frente a sus ojos.

—Querido puedo hacer que el dolor desaparezca, me presento, soy Harry. Y puedo estar disponible solo para tu carita celestial viendo cómo gritas por mi, cuando gustes.

Y con eso se sintió un gran viento y el demonio había desparecido.

El Ángel simplemente extendió sus alas y sin mirar abajo se marchó.

Voló lo más alto que pudo hasta llegar al cielo, y se prometió no volver.

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