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Luego de terminar de comprar ropa y todo lo que necesitaba, nos fuimos al Hotel a que se vistiera, para así irnos a la casa de Juliana.

—No te olvides de lo que vas a decir. Debes tener cuidado, mi hermana es peor que el FBI, y más cuando se le mete algo en la cabeza.

—No diré nada.

Nos bajamos del auto y me acerqué a tocar la puerta, Juliana según abrió me abrazó. ¿Se perfuma demasiado solo porque viene visita, o es porque soy yo?

—Sabía que vendrías, testarudo.

—¿Podrías dejar de tratarme como si fuera un niño? — pregunté, y ella al darse cuenta de la presencia de Daisy, se alejó de mí.

—No me dijiste que ibas a traer a tu novia. Bienvenida, es un gusto conocerte, mi nombre es Juliana. Perdona lo de hace un momento, él es mi estúpido hermano— le agarró el brazo, y la hizo caminar con ella dentro de la casa. Imaginé que iba a salir con lo de ella.

Entré y cerré la puerta.

—Mucho gusto, Srta. Juliana. Mi nombre es Daisy, pero no… — la interrumpió antes de que pudiera terminar de decirlo.

—Es la primera vez que mi hermano trae a una chica a mi casa, debe ir muy en serio contigo. Eres muy bonita— me miró de reojo—. No sabía que le gustaban las chicas sabrosas como nosotras.

—Él y yo no somos novios, solo somos amigos. Se ha confundido, Srta. Juliana.

—Así es, sólo somos amigos, más bien conocidos — añadí.

—Que lástima, yo que creí que al fin vería a mi hermano con una chica. Dime qué no volteas para el otro lado, John.

—Deja las tonterías, solo jalo para alfrente, nada de voltear.

—Ya me había preocupado. ¿Cuándo dejarás de ser virgen y harás tú familia, hombre? Estoy loca de que me presentes una novia.

—Nunca, ya te lo he dicho. No me estés presionando solo porque tú tienes a la familia perfecta y empalagosa.

—Eres tan amargado, eso no lo has cambiado— el comentario de Juliana hizo a Daisy reír —. ¿Tú también piensas lo mismo, Daisy?

—Realmente si— comentó tímidamente.

—¿Tu sí deseas tener una familia? ¿Ya tienes un novio?

—No, nada que ver. Eso de familia—hizo una pausa y la miré—, no es lo mío —fingió una sonrisa.

—Por eso se entienden, supongo, mi hermano dice la misma tontería. Aún están jóvenes, tienen tiempo para decidirse y encontrar a alguien en sus vidas, alguien con quien tener una familia, hijos y esas cosas.

—No, gracias. Soy alérgico a los niños, y tú lo sabes— comenté desajustando mi corbata.

—¿Tú quieres tener hijos algún día, linda?

—Algún día, supongo— respondió Daisy.

—Que tontería— la miré fijamente, y al cruzar mirada, cambió su versión.

—Pensándolo bien, no estoy interesada en hijos tampoco.

Parece que se le olvida que no hay que dar tanto detalle, y que ese deseo ridículo, es imposible para ella. ¿Cómo podría desear ella tal cosa?

—¿Por qué ves a los niños como una molestia, John? Eres locura con tus sobrinos, y pienso que serías un buen padre.

—No es lo mismo ser tío y ver a mis sobrinos cada cierto tiempo, a tener a un mocoso encima todo el día.

—Tu forma de pensar es muy cruel, John.

—Si tú eres feliz con mis hermosos sobrinos y con la familia que tienes, me alegro mucho por ti, pero no quieras presionar a todos a tener lo mismo que tienes tú, no todos lo desean — contesté indiferente.

—No pensé que te molestaba tanto este tema.

—Me molesta y me irrita, para ser honesto.

—Lo siento.

El sonido de las noticias en el televisor, nos llamó la atención a los tres. Pasaron el reporte en las noticias de la familia de Daisy y ella se quedó tranquila. Eso fue muy rápido, yo que pensé que tardarían unos días por el sitio. Me quedé escuchando a ver si hablaban de los hombres que enterré, pero no dijeron nada de ellos. No dijeron los nombres de las personas, pero no tardarán en descubrir quiénes son.

—Dios mío. ¿Quién pudo hacer semejante atrocidad?— preguntó Juliana.

Daisy se quedó mirando a otra dirección, actuó como si nada estuviera pasando, lo hizo muy bien. Me pregunto ¿Qué estará pasando por su mente ahora? Juliana fue a buscar a mis sobrinos y los trajo a la sala.

—¿Y tu esposo?— le pregunté.

—Trabajando.

Presentó mis sobrinos a Daisy y ella se le quedó viendo a  Gael. Juliana me puso a Kamila en los brazos y al sujetarla, se me quedó viendo. La mirada que tiene es muy penetrante, que siento como si pudiera ver detrás de mí. Si supiera lo que realmente hay, lo más probable se asuste y no estaría mirándome tan serena como siempre hace. Cada vez se siente más pesada, sin duda es muy bonita. Se parece tanto a Juliana, tiene sus mismos ojos. Aquí el padre solo puso la leche nada más. Miré en dirección a Daisy y estaba sujetando a Gael, no podía descifrar su expresión, pero no lucía feliz, ni tampoco triste. De lo único que me di cuenta es de sus manos temblorosas. Lo mismo me pasó la primera vez que sujeté a Kamila. Al darse cuenta que la estaba mirando, se levantó del sillón.

—Tenga, Srta. Juliana. Tengo miedo que se me vaya a caer — otra vez fingió una sonrisa. Algo le pasa. Su actitud me tenía inquieto. Antes de llegar, ella no estaba así. ¿Será por la conversación que hubo? Me irrita no poder descifrar lo que está pensando.

Tocaron la puerta y Juliana fue abrir, por lo que veo invitó a más gente. Su hermanastro Alan había llegado y solo, se saludaron y se unió a nosotros.

—Ya conoces a John— Juliana sonrió—. Ella es Daisy, una amiga de él.

—Encantado— extendió su mano hacia Daisy.

—Un placer — Daisy sonrió, y extendió su mano también.

Luego Allan me saludó de lejos, y se sentó en el mismo sofá que Daisy y le estuvo buscando conversación. Esa expresión extraña ya no estaba en ella. ¿Qué la hizo cambiar? Por más que la examino, no encuentro nada que aclare mi duda. Nunca había estado tan cerca de una chica, y de alguna manera quería tratar de entender sus estados de ánimos, pero con ella no me funciona igual que con los demás. Eso es frustrante. Lo más probable el problema sea yo.

Juliana se sentó al lado mío con Gael y me miró.

—No deberías dejar a tu ami-novia muy cerca de Alan, ya conoces como es Alan, y aunque tiene novia, es un mujeriego.

—¿Y eso qué tiene que ver conmigo?— pregunté en un tono despreocupado.

—Con la cara que tienes, luces molesto, por eso mismo te lo digo.

—¿Qué parte de que somos amigos no entendiste?

—Bueno, pues no me hagas caso. Luego no te quejes si te quitan a tu lucero.

—A mí nadie me quita nada. Por otro lado, ella no es mía, ¿así que por qué hacer un escándalo porque esté conversando con alguien más?

—Esta bien, orgulloso.

Me le quedé viendo a Daisy, examinando sus expresiones, y lucía más calmada.

—Nos vamos, Daisy— me levanté del sofá y llevé a Kamila al corral, Daisy se levantó y caminé a la puerta—. Regresamos en otro momento, me acordé de que tengo algo que hacer, hermanita. Cuídense.

—Fue un gusto conocerlos. Linda tarde— dijo Daisy siguiéndome.

Salimos y nos subimos al auto, aceleré lo más rápido que pude.

—¿Por qué manejas así? — se escuchaba asustada.

—Necesito despejar mi cabeza.

—Es que vas muy rápido.

—Acostúmbrate, suelo manejar así.

Necesito un trago urgente, necesito y extraño mi casa. No debí venir para acá, ahora mismo estaría centrado en el negocio y no pensando en puras pendejadas.

—¿Estás molesto conmigo? ¿Hice algo malo?

—No me hables ahora, estoy inestable.

—¿Inestable?

—Que podría matarte en este momento, si no te callas la boca.

Ni yo mismo sé porqué me sentía tan molesto, más bien era extremadamente irritado; incluso la corbata me molestaba, era como si me faltara el aire. Traté de desajustarla un poco más, y al sacar la mano del guía, un auto se cruzó en mi camino y tuve que frenar de golpe.

—¡No puedo contigo manejando así! ¿Planeas que nos matemos? ¡Voy a bajarme!— gritó asustada.

—¿No te has olvidado de algo? Abres esa puerta y no respondo de lo que pase.

—Todo estaba bien, ¿Por qué estás tan molesto? No he hecho nada malo. ¿Por qué me tratas tan mal? He estado haciendo todo lo que dices.

—Sufro de cambios de humor; en pocas palabras, soy bipolar. En un momento estoy bien, en otros estoy mal; un día quiero vivo a alguien y al otro quiero matarlo, y así sucesivamente. ¿Ahora lo entiendes o todavía no? Quiero que te quedes callada y no digas una sola palabra más. No deseo matarte ahora mismo, pero si no me das opción y no cumples nuestro acuerdo, no dudaré en hacerlo— estacioné el auto y nos quedamos en silencio, al mirarla vi su rostro rojo y sus ojos cerrados—. ¿Qué demonios estás haciendo, Daisy? —me di cuenta que estaba aguantando la respiración—. ¿Quieres matarte tú misma o qué? ¡Deja de hacer esa estupidez! — puse mis manos en ambas mejillas y ella abrió los ojos, dejando así de hacerlo. Escuché su respiración agitada y suspiré—. Me puedes explicar, ¿Qué demonios estabas haciendo, loca?

—Yo solo no quería molestarte en ningún sentido. Supuse que si dejaba de respirar y no escuchabas ni mi respiración, podrías pensar que no estaba ahí y así te sentías, quizá, mejor.

—Tú eres la mujer más loca que he conocido en mi puta vida. ¿Sabías que hacer eso hace daño? ¿Tanto quieres morirte?

—Lo siento, no lo hice con esa intención, te juro que esta vez no.

—¿Esta vez? ¿Hubo alguna otra vez?— se quedó en silencio y bajó la cabeza—. Que sea la última vez que hagas una tontería de este tipo, Daisy. Ya parezco un hermano mayor, me vas a sacar canas— cruzamos miradas por unos instantes, y de alguna forma sentí que no fue igual que otras veces. Bajé mi mirada a sus labios, los cuales estaban muy cerca—. Vamos al Hotel, debo hacer las gestiones para comprar una casa— me giré hacia el guía para seguir manejando. Esa mujer va acabar conmigo. Sentía esa presión en el pecho que provocó al hacer eso, sin duda va a matarme. ¿En qué demonios pensabas esa loca?

                Juliana

—Hiciste un buen trabajo, Alan. Gracias por ayudarlos.

—De nada, siempre a la orden, mamita.

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