Lisa
—Parece que estás de buen humor, linda. Eso es bueno, pero no querrás conocerme.
—No, no quiero.
—Eres muy honesta y eso me gusta— me robó un beso y giré mi cara.
—Eres un cerdo despreciable.
—¿Quieres que me vuelva Akira?
—Ni en tus sueños podrías.
—Te has vuelto muy violenta— sonó el teléfono y respondió—. La llamada que estábamos esperando— el corazón se me aceleró. Por favor, que no le haya pasado nada a Akira.
Shuji
Llamada teléfonica
—¿Qué ha pasado?
—Mataron casi a todos, señor.
—¿Qué? ¿Dónde está Akira?
—Se fue, no pudimos hacer nada. Eran más que nosotros y nos tomaron con la guardia baja.
—¡No sirven para un carajo! ¡Busquénlo!
—¿Pero cómo?
—Busquen la manera si quieren seguir respirando y más les vale que lo atrapen— colgué la llamada.
Lisa
—
Ya veo que tu esposo me salió una joya. Vas a marcarle y le dirás qué estás conmigo, ¿Te parece?
—No lo haré.
—¿Quieres que busque a Kaori?
—Maldito seas.
—Ya nos estamos entendiendo, me gusta — le di el número de teléfono para que llamara a Akira, pero no respondió. No contestes Akira, no quiero que vengas.
—¿Estás segura que ese es el número?
—Si, ese es.
—Muy bien. Parece que no estamos de suerte— cogió el teléfono y me tiró una foto.
—¿Qué estás haciendo?
—Enviándole un mensaje— maldito infeliz.
Akira
—Doctor, dígame qué está bien, dígame que esta vivo.
—El pulso es muy bajo, Akira. Será mejor que espere aquí con mucha paciencia. Trataré de hacer todo lo que esté a mi alcance para salvarlo.
—Maldita sea, viejo, no me puedes dejar ahora.
El timbre de mi teléfono sonó y lo mire. Al recibir una foto de lisa, llamé al número.
Llamada telefónica
—¿Así que te dignas a llamar, cabrón? ¿Dónde mierda te metiste?— preguntó Shuji.
—¿Qué mierdas estás haciendo?
—Tengo a tu hermosa esposa y a tu hija en mis manos. Quiero que vengas, tú y yo tenemos unos asuntos pendientes, hermanito.
—¿Así que nos tendiste está estúpida trampa? No sabes cómo voy a disfrutar cuando te descuartice, infeliz.
—Si no te das prisa a venir a la dirección que te envié, voy a matar a tu querida esposa y a tu linda hija. ¿Te gusta la idea?
—Bien, jugaré tu juego— colgué la llamada.
Maldita sea, todo se está saliendo de control. ¿Cómo pude dejarlas solas con es cabrón? ¡Lo mataré!
Lisa
—Tu querido esposo viene a hacerte compañía. No te puedes quejar, podrás verlo por última vez—Shuji salió de la habitación riendo y dejó el arma en la silla. Si tan solo pudiera soltarme, pudiera cogerla.
Forcejeaba con la maldita soga, pero no podía soltarla. Intenté morderla, pero estaba tan fuerte, que era casi imposible. Escuché la puerta que se abrió, creí que sería Shuji, pero no.
—Hermanita, ¿Qué te paso?— la voz de Lin me hizo sentir alivio.
—Lin, ven aquí. Ayúdame, por favor —Lin caminó hacia mí e hizo fuerza con la soga, pero se le hacía difícil—. Vamos mi amor, ya casi— me quedé mirando la puerta, esperando que Shuji no regresara. Lin pudo soltarla y me levanté rápido a coger el arma.
—Lin, escúchame, necesito que vayas con Kaori y te encierres en la habitación, por favor y no le abras a nadie que no sea yo. ¿Está bien? Si tu hermano te habla, no le abras, ¿Podrías hacer eso por mi? Vamos a jugar a las escondidas con tu hermano, ¿Te gustan las escondidas?
—Si, hermanita.
—Pues corre y encierrate. Él está contando, apúrate— Lin salió de la habitación y aproveché para mirar el arma. Estaba cargada, tengo que buscarlo. Salí de la habitación mirando a todas partes, mis manos estaban temblando. Había un pasillo bastante amplió, así que caminé lentamente por el, intentando hacer el mínimo ruido posible. No sé en qué cuarto estaba Lin y Kaori, pero debía buscar a ese tipo primero. Pensando en eso, sentí que me agarraron por la cintura. Intenté girarme, pero me quitaron el arma.
—¿A dónde pensabas ir, señorita?— Shuji me apuntó con el arma.
—¡Eres un maldito problema!
—Eres tan linda, pero tan tonta a la vez. ¿Creíste que te iba a dejar ir así de fácil?
—Shuji, tengo una cosa que preguntarte.
—No me interesa responder preguntas. Camina al cuarto.
—No haré ninguna tontería, pero no me amarres.
—Tu no decides eso, niña. Camina— tengo que buscar una forma de evitarlo.
Caminé al frente de él y abrí la puerta del cuarto lentamente para entrar, vi que estaba a una distancia módica, así que quise fingir que estaba mareada para que se acercara.
—¿Qué es esto? Mi cabeza— fingí lo más que pude, mientras agarraba mi cabeza y tambaleaba—. ¿Qué fue lo que me diste?
—¿Y ahora qué te pasa?
—Me siento muy mareada, ¿otra vez me drogaste?— pregunté con un hilo de voz.
—¿Eres estúpida? Camina— sentí el arma en mi espalda, era el momento que estaba esperando. Tiré una patada a sus genitales y me giré agarrando su brazo y torciéndolo, para que así soltara el arma. Le di una patada al arma, tirándola en dirección al medio de la habitación y corrí detrás de ella. Sentí las manos de Shuji agarrarme por la cintura cuando me doblé a cogerla y tiré un codazo a su cara. Agarré el arma y me alejé de él apuntándole.
—Te metiste con la perra equivocada, cabrón— le disparé sin pensarlo dos veces en la pierna —. Esa va por mi hija— le disparé en la otra pierna—, está por mi esposo— me acerqué para poner mi pie en la herida de bala que le hice a su pierna y escuché sus quejas de dolor—. ¿Duele? Eso es nada comparado al dolor que nos has causado tú y tu maldito cabrón padre. El que se mete con mi familia, lo paga muy caro. Lástima que entendiste eso muy tarde— apreté más fuerte su herida, mientras él seguía gritando de dolor en el suelo. Lo empujé con mi pierna para que se recostara en el piso, y puse la pierna en su pecho haciendo presión contra el suelo—. Estás experimentando el mismo dolor que le causé a tu padre cuando lo atrapé, a diferencia que sufrió mucho más después. Eres un cobarde de mierda y te diré una última cosa. Me cago en tu maldito padre mil veces, y no te preocupes, que se van a volver a encontrar, pero en el infierno— le disparé en la cabeza. No me importó haberlo matado, ni siquiera sentía pena alguna. ¿Por qué habría de sentirla? Se metió con lo más preciado que tengo. Quizás me he convertido en un monstruo, pero no tuve elección.
Lo dejé en el suelo y cerré la puerta, no quería que Lin viera a su hermano en ese estado. Guardé el arma en mi pantalón y caminé habitación por habitación buscando a Kaori y a Lin.
—Lin, ¿Dónde están? Se acabó el juego — escuché una puerta abrirse y salió Lin.
—¿Qué fue ese ruido, mamá?— se había orinado encima el pobre.
—Lo siento, mi amor. No fue nada, ¿Dónde está Kaori?
—Esta ahí en la cama acostada, está dormida.
—Grácias por cuidarla, mi amor. — al ver que estaban bien, mis lágrimas comenzaron a bajar por mis mejillas, fue mucha la preocupación que estuve aguantando—. Ven aquí— lo abracé y me quedé con él ahí unos minutos.
—¿Qué haré con esta ropa, hermanita? Perdón por haberme hecho pipí encima— dijo avergonzado. Pobrecito, todo lo que ha tenido que pasar.
Escuché un ruido fuerte de unos cristales rompiéndose y me fui a esconder en el cuarto junto a Lin y Kaori.
—Quédate con kaori. No mires para acá— cuando Lin se fue con Kaori, saqué el arma y me quedé apuntando a la puerta. El que entre le voy a disparar.
—¿No estabas esperándome? — escuché la voz de Akira, eso hizo que me relajara.
—¡Akira!— grité antes de abrir la puerta, él me apunto creyéndose que era alguien malo.
—¿Lisa?— corrí a sus brazos y lo abracé—. ¿Estás bien, princesa? ¿Y Kaori?— preguntó preocupado.
—Tranquilo, todo pasó. Ya no va a molestar más—Lin salió de la habitación y Akira le apuntó.
—No, no le hagas nada. Él no tiene nada que ver. Baja esa arma, por favor—puse mi mano en su arma y él la bajó.
—Salgamos de aquí.
—¿No había nadie afuera?— le pregunté.
—No, ese idiota ni personas trajo.
—Vámonos, Lin— llegamos al auto de Akira y nos subimos.
—Hermanita, ¿y mi hermano?— preguntó Lin. Me partió el alma esa pregunta y no sabía que responder, a lo que Akira respondió por mi.
—Se fue de vuelta a su casa para atender unos asuntos. Quedó en venirte a visitar en otro momento— dijo Akira, en un tono tranquilo.
—¿Por qué me dejaría? ¿Será que le molesto?— preguntó Lin afligido.
—No, mi amor, es que quería que compartieras más conmigo y con Kaori, por eso lo hizo, para que tuvieras con quién jugar. Nos vamos a divertir mucho de ahora en adelante.
—¿Y comer helado, hermanita?— dijo emocionado.
—Si, todo el helado que quieras— se veía muy entusiasmado. Se le había pasado la tristeza que tenía hace un segundo. Me sentí aliviada. Akira me sujetó la mano por el camino, se veía algo pensativo. Debió estar muy preocupado por nosotros.
—Akira, ¿Qué pasó en el negocio?— se quedó en silencio por unos instantes.
—Tu hermana está bien, está en el hospital. Mi padre está en el hospital también, casi lo matan. No sé si pueda salir de está, lisa— lágrimas bajaron por el rostro de Akira. Me sentí muy triste al verlo así, Mr. Jefferson es como su padre.
—No te preocupes, él es fuerte. Las ganas de estar con nosotros lo ayudarán a salir de esta, ya verás. Todo va a estar bien, confía en él — sujeté su mano más fuerte, intentando mostrarle mi apoyo a lo que él sonrió. No me gusta verlo así, ¿Por qué tiene que sufrir tanto?