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—¿Por qué no lo cortamos en rebanadas? No tardaría mucho de igual manera— reí y acerqué la cuchilla, cortando lentamente pedazo por pedazo —. Debe sentirse muy bien para que hagas esa expresión, Keita. ¿Cómo algo como esto pudo soñar en grande?— corté otro pedazo de sus genitales.

Lágrimas bajaban por sus mejillas y continuaba retorciéndose en la silla.

—Mataría a cualquier hijo de puta que tenga pensamientos con mi mujer, y más si la tocan— terminé de cortar el último pedazo —. Aquí pondré un torniquete porque aún no te me puedes morir. Debes experimentar los peores dolores y sufrimientos que nadie jamás a tenido. Te arrepentirás de traicionarme y de haber abusado de mi mujer— ajusté el torniquete—. Jefferson, llévalo a esa mesa.

—Entendido — levantó a Keita y lo acostó boca abajo en la mesa.

—Veamos cual de todos podemos usar. La botella aún tiene alcohol y no se puede acabar. ¿Qué tal si empezamos con algo mejor? No tengo tiempo que perder abriéndote el culo. Jefferson, trae a tu hombres aquí.

Jefferson trajo a 5 de sus hombres a la habitación.

—La orden será sencilla; follénselo, pero usarán cualquier objeto que puedan para abrirlo adecuadamente. Entre más abierto el hueco mejor — salí de la habitación junto a Jefferson.

—Akira, tu herida…

—No te preocupes, no está abierta aún. Quiero que busquen una rata, será un regalo para nuestro querido amigo.

—No has dejado de ser ese hombre sádico, Akira.

—Cuando se meten con lo más preciado que tengo, soy capaz de esto y más. Me voy a asegurar que ese pendejo se arrepienta por poner sus asquerosas manos en mi mujer.

—Haré que la busquen.

Los hombres de Jefferson abusaron de Keita repetidas veces y colocaron objetos entre palos, botellas y latas en el ano de Keita.

—Así está perfecto, muchachos — les pedí que se fueran de la habitación —. Debes sentirte lleno y satisfecho, Keita. No sabes cómo hubiera querido ver cómo te destrozaban el culo— miré la botella que habían dejado sobre la mesa y la sujeté—. ¿Qué tenemos aquí?— lo penetré con la botella de cristal.

Keita se retorcía del dolor e intentaba forcejear, pero le era imposible.

—Disfrutaste cogiéndote a mi mujer, ¿No es así? Ahora me toca divertirme yo.

—Ya la tengo, Akira— Jefferson me trajo un pequeño vaso con la rata que le pedí.

—El tamaño es perfecto. Veamos qué investigación puede llegar a hacer una rata.

Jefferson sujetó a Keita en cuatro patas y removí la botella de vidrio; agarré la rata por la cola y la acerqué a su ano. Keita trataba de mirar lo que iba hacer, pero no podía. Forcejeaba al sentir las patas de la rata en su ano. Fui abriendo paso a la rata lentamente, mientras que ella iba entrando en el hueco con prisa. Se podían escuchar los quejidos y la desesperación de Keita.

—Ya casi terminamos. Jefferson, debes de tener algún fósforo encima, ¿no es así?

—Sabes que soy fumador, siempre tengo que tenerlos — me brindó los fósforos.

—A las ratas no les gusta sentir calor, Keita. ¿Qué crees que podría hacer una rata en desesperación? — encendí el fósforo pasándolo alrededor de su ano, haciendo que la rata entrara completamente dentro de él.

Keita no podía hablar, pero sus gestos y movimientos eran cada vez más bruscos, ante esa sensación de que la rata estuviera entrando en él. Estaba en lágrimas e intentando forcejear sin poder soltarse.

—¿Será que logró encontrar el camino la rata? Vamos a comprobarlo — metí parte de la botella en el ano de Keita y lo penetré innumerables veces, para luego sacarlo —. Debes sentirte muy bien, Keita. Estás todo sudoroso. Que repugnante eres. No te me quieras desmayar todavía porque aún hay más— acerqué el fósforo quemando cada parte del ano de Keita y bajando el fósforo a sus genitales —. Ahora no podrá salir de ahí. Será su nuevo hogar — reí—. Jefferson, hay que enderezarlo.

Jefferson colocó a Keita boca arriba en la mesa. Se podía ver la cara de Keita en lágrimas y dolor.

—Necesitaré varios torniquetes ahora. Vamos a ver cómo te ves por dentro, Keita —le puse un torniquete en ambas piernas y agarré la cuchilla; fui cortando la piel de la pierna de Keita haciendo cortes profundos —. Necesitaré algo que corte mejor. Me está tomando mucho tiempo, Jefferson.

Jefferson salió de la habitación, mientras que continuaba haciendo cortes leves en sus piernas y su abdomen. Al llegar, me brindó un machete.

—Ahora estamos hablando. Siempre estás bien preparado— fui cortando lentamente las extremidades de Keita.

Luego de cortar sus piernas, fui colocando varios torniquetes en los dos brazos y en sus dedos. Fui cortando dedo por dedo y mano por mano. Keita estaba ido por toda la sangre que ha estado perdiendo y le di un puño en la cara para hacerlo reaccionar, así fuera un poco.

—Esto es lo que le sucede a un traidor que muerde la mano del que le da de comer. Tu padre debe estar muy decepcionado de ti, Keita. Te mandaré al otro lado con él, no te puedes quejar, aún después de haber sido un cabrón, tengo mis consideraciones contigo — reí.

Ya no podía hacer ningún sonido o forcejear de nada. Ya no le quedaban fuerzas, ni extremidades para huir.

—Este es tu castigo por poner tus ojos y tus asquerosas manos en mi mujer y más por traicionarme— alcé el machete y antes de clavarlo en el ojo de Keita, sonreí, para acabar luego con su miserable sufrimiento.

—Akira, ya terminamos. Ahora ve al hospital para que te atiendan la herida. Lisa debe estar preocupada por ti. Yo me encargo del resto.

—Debo cambiarme y bañarme antes, no quiero que lisa me vea así. Lo que pasó aquí, no puede saberlo nadie.

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