Lisa
Me encontraba en la habitación de Akira, sujetando su mano y contemplándolo.
—¿Escuchaste, mi amor? todo salió bien. Recupérate pronto, para que puedas estar con nosotros para poder compartir y crear nuevos recuerdos juntos. Muero por poder besarte, pero me conformo con tenerte así de cerquita.
La puerta se abrió y Jefferson entró.
—El doctor me dijo que todo salió bien. ¿Cómo está todo?
—Esta todo bien. En cualquier momento debe despertar.
—Debe descansar, ha estado mucho tiempo aquí y debe cuidarse por el bebé.
—Estoy bien aquí, mientras esté a su lado.
—Lo sé, eres una buena esposa, pero debes pensar en tu embarazo también. No ha descansado nada. Ese sillón debe ser muy incómodo para usted.
—No quiero irme, Mr. Jefferson. Quiero estar aquí cuando despierte.
—Encontré al chófer de Akira.
—¿Pudiste hablar con mi amiga y con él?
—Tu amiga se fue a su casa. Keita está en mi casa ahora mismo, él te puede dar los detalles.
—¿A su casa? Pero ¿cómo va a viajar? Ella no debe volver ahí. No sé si su madre la reciba de buena forma.
—¿Por qué dices eso?
—Ella no había vuelto a su casa desde que se mudó a vivir con nosotros. Su madre no es para nada buena. No es seguro que haya vuelto a su casa.
—Keita te puede dar los detalles. No me dijo mucho. Lo llevé a una de las casas de seguridad y lo tengo vigilado por cualquier cosa; de cualquier malla sale un ratón. No quiero confiarme mucho. ¿Me entiende?
—Lo entiendo. Yo deberé hablar con él. Él debe explicarse, ¿cómo pudo permitir eso?
—Daré la orden para que la lleven a la casa, yo me quedaré con Akira. Si despierta la llamaré al celular que le di. ¿Está bien?
—No, yo me quiero quedar.
—Debes descansar, hazlo por el bebé. Sé que te preocupas mucho por Akira y que quieres estar al pendiente de él, pero necesitas tomar un descanso para que ese bebé esté bien. Mientras tanto, ten mucho cuidado. Si algo llega a pasar llámame o déjale saber a mis guardias. Tienen la orden de acabar con quien sea. Te lo digo para que puedas estar tranquila.
—Está bien, Mr. Jefferson. Solo será unas horas y regreso.
—Te informo cualquier novedad.
—¿No ha visto a mi mamá?
—La llevé a una de mis casas, ella estará bien. También necesita descansar, ha estado muy cansada. No te preocupes por ella.
—Gracias por ser tan buena persona con mi mamá y conmigo— salí de la habitación.
Me llevaron a la casa de Mr. Jefferson. Era muy diferente a la que tiene Akira. La diferencia es que es un poco más humilde y sofisticada. Tengo un poco de temor, no sé si Keita aún siga molesto por todo lo que ha pasado recientemente entre los dos; además de que me fuí sin avisarle. Debe de haberse preocupado. Me pregunto cómo Jefferson dio con Keita, pues ninguno de los dos se conoce.
Al entrar a la casa me encontré con Keita en la antesala.
—Srta. Lisa, ¿Por qué hiciste eso? No sabe lo preocupado que estaba— me abrazó repentinamente.
—Lo siento, Keita, pero tenía que hacerlo —me intenté soltar de sus brazos, pero me estaba sujetando muy fuerte.
—No lo vuelva hacer, por favor. Creí que le habían hecho algo.
—Por favor, ¿puedes soltarme? Me estás lastimando.
—Lo siento, señorita—me soltó, y retrocedió.
—¿Por qué dejaste ir a Yuji a su casa? ¿Acaso se te olvida todo lo que pasó?
—Ella insistió, no tuve otra opción que llevarla al aeropuerto.
—Como pudo viajar si su pasaporte lo tenía Akira, ¿No es así?
—Akira siempre tiene en mano dos, por si se extravía alguno. No es fácil conseguir esos documentos, señorita.
—Yo me iré a mi cuarto. Hablamos de esos temas luego — no le creí ni una sola palabra.
—Señorita, ¿por qué no se va lejos de este lugar?
—¿Por qué insistes tanto, Keita?
—Sabe perfectamente que la están vigilando y que le quieren hacer daño. ¿Qué le hace pensar que el tal Jefferson no es uno de ellos?
—Mr. Jefferson era como el padre de Akira. Lo conozco muy bien y sé que no es capaz de hacerme daño.
—¿Cómo puede confiar de esa manera en alguien?
—Él si se ha ganado mi confianza. No me iré, Keita. Ahora menos que nunca. No sé lo que Akira te mandó hacer por si sucedía algo, pero prefiero quedarme con Mr. Jefferson. Me siento más segura que estando contigo — di la espalda y caminé hacia una habitación.
Cada momento se pone más irritante. Tengo que buscar la manera de buscar a Yuji. No puedo creer que se haya ido cuando sentía tanto miedo de volver a la casa.
Keita
Ese maldito viejo parece que le lavó el cerebro. ¿Cuánta influencia puede tener ese pendejo en ella? Maldito viejo, me las pagará.
Lisa debe estar bañándose, será mejor que vaya después. Le haré un poco de té para que se lo lleve la empleada. Fui a la cocina y le preparé un té, está vez puse un poquito más de cantidad de la pastilla.
—Esto es para la señorita. Es su té favorito. ¿Puede llevárselo? No quiero que se enfríe.
—¿Usted quién es? Es amigo de Mr. Jefferson, ¿Cierto?
—Sí, me estaré quedando unos días. ¿Puede hacerme el favor?
—Por supuesto.
—Grácias.
Lisa
No sé si pueda dormir, será mejor que encienda el celular y lo deje al lado de mi cama. Quiero estar pendiente por si Akira despierta y Jefferson me llama. Tocaron la puerta y era la empleada.
—Buenas noches, señorita. Le entrego este té. Me dijeron que es su favorito. Espero lo disfrute.
—Gracias— cogí la taza, y fui tomándolo con calma.
—Usted era la esposa de Akira, ¿verdad? Siento mucho lo que pasó. Recuerdo cuando Akira de niño se quedaba en esta casa. Si lo hubiera visto, el Sr. Jefferson le tenía tanto cariño; parecían padre e hijo.
—¿Conoció a Akira cuando pequeño? Debía ser muy lindo y tierno — si supiera que aún siendo un adulto, parece un niño para algunas cosas.
—Akira siempre fue parte de nuestra casa y de nuestra familia. Hasta el día que dejó de visitarla. Dejamos de verlo por mucho tiempo. Desde la muerte de su madre él cambio demasiado, ya no sonreía, siempre podías verlo amargado y una mirada muerta en su rostro. No debe ser fácil perder a una madre, señorita. No quiero atormentarla con esto, pero verá, todos en esta casa queríamos y respetabamos al Sr. Akira. Siempre fue muy querido entre nosotros.
—Lo puedo imaginar, él cambió mucho—me sentí algo mareada y me sujeté de la cama.
—¿Se encuentra bien, señorita?—la empleada me ayudó a recostar en la cama.
—Perdóname, me siento un poco mareada. Debe ser el bebé. Han sido muchas las emociones en estos últimos días —mi cabeza daba muchas vueltas.
—Será mejor que la deje descansar, señorita. Espero se recupere. Descanse para que ese bebé crezca sano y fuerte, al igual que lo era su papá.
—Grácias por todo; en especial por haberme contado un poco sobre Akira. Buenas noches —la empleada se fue, y toqué mi barriga—. Tranquilo, mi amor, ya pronto vamos a ver a papá. En cualquier momento despierta y podrá vernos. Aguanta un poquito más.
Hablando con mi bebé me quedé profundamente dormida.
Keita
Miré a todas partes y entré a la habitación de Lisa, cerrando la puerta con seguro. No puedo creer que ese maldito viejo tiene a todos esos pendejos pendiente a todo lo que hago. Me tomó bastante tiempo poder tener la oportunidad de entrar a su habitación sin que se dieran cuenta.
—Lisa, ¿me escuchas?— toqué su rostro, pero no respondió.
Eso fue muy rápido. Parece que está muy sensible a todo. Solo fue un poquito para relajarte y, aún así, le hizo efecto muy rápido.
—Te ves muy hermosa mientras duermes. Cuánto quisiera poder despertar todos los días así a tu lado. Quisiera contemplarte más seguido mientras duermes. Poder ver y tener tu cuerpo de esta manera — besé sus suaves labios—. No quiero hacerlo contigo así, no quiero hacerte daño, pero ¿cómo puedo evitarlo? Ya ves todo lo que hago por estar a tu lado y tú ni siquiera me notas. Akira ya no está para interponerse entre nosotros. ¿Por qué simplemente no te vas conmigo a otra parte? Un lugar donde podamos estar nosotros tres — acaricié su rostro —. ¿Por qué me obligas a esto? Si no me despreciaras de esa manera tan cruel, podría ser lo mejor que te haya pasado, y ser mucho más gentil contigo. No hay nada que nos interrumpa ahora de ser felices, ¿por qué no me aceptas? — quité su ropa interior —. Estoy consciente de que está mal, pero dime ¿cómo puedo detenerme cuando te veo de esta manera? Tu carácter y tus actitudes me matan. ¿Qué no te das cuenta?— la penetré, y escuché un suave quejido de su parte—. No sabes cuánto daría de que seas mía. Por hacerte olvidar a ese cretino que te hizo tanto daño. Él acabó con tu vida, y no solo con la tuya, también la de tu hermana. ¿No lo sabías? Pero todo lo que veo es que solo prefieres los hombres malos, que te traten mal, que te hagan sufrir. Yo he querido ser bueno contigo, pero no me dejas. No te alejes más de mí. Juro que te sacaré de aquí y te daré la mejor vida que jamás hayas tenido, a ti y al bebé, pero acéptame — la besé, y un teléfono sonó.
¿Este teléfono de quién es? Lisa no tenía el de ella. Era un número desconocido y respondí la llamada sin hablar.
—Akira despertó, lisa. Ya mandé a mi chófer a buscarte.