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Akira no dijo una sola palabra, pero en su rostro se mostró una mirada llena de tristeza. Se acercó a mí dándome un abrazo. Pude escuchar su respiración agitada en mi oído, ¿Acaso está llorando? Me quedé en silencio abrazándolo de vuelta. No quise decir nada, solo dejé que descargara todo lo que sentía en mi hombro. No entiendo porqué lo tomó así. ¿Por qué está tan triste? Mi inseguridad y preocupación aumentaba. No sé lo que piensa o lo que le pasa. Luego de un tiempo, logró recuperarse y me miró. Ahora era yo quien lloraba y temblaba por los nervios. No sé lo que va a hacer ahora. Dejó de abrazarme y retrocedió un paso. Su rostro había cambiado, estaba rojo y sus ojos aún llorosos. Desvié la mirada para no mostrarle mi inseguridad.

—¿Por qué callaste? ¿No confías en mí? — se me quedó viendo.

Me causó algo de temor que lo haya preguntado así. Me quedé en silencio, no sabía qué responder. Los nervios se apoderaban cada vez más de mí.

—¿Tienes miedo de mí, Lisa?

Guardé silencio, no sabía qué responderle. Si decía que sí, no sé cómo lo tome, pero si le digo que no, estaría mintiendo. Mi cuerpo estaba temblando y a simple vista se podría notar.

—¿Esto es lo que te causa miedo?— sacó su arma, y me apuntó.

Cerré mis ojos pensando que iba a hacerme algo, pero no. Tiró el arma a otro lugar y abrí mis ojos al sentir sus manos en mi rostro, tan cálidas y fuertes a la vez.

—Te amo, eso jamás lo dudes. Sé que soy lo peor, que soy muy orgulloso y no te demuestro lo suficiente cuánto me importas, pero de ahora en adelante, te juro que me dedicaré a demostrarle lo que significan para mí, pero por favor, no vuelvas a dudar en decirme cuándo algo te pasa. Jamás te haría daño y mucho menos a mi bebé. Ustedes son lo único bueno que tengo de toda esta mierda vida que llevo. Me duele que aún pienses que sería capaz de hacerte algo. Soy afortunado a pesar de la basura que soy, porque te tengo a ti y ahora a nuestro bebé. Sentí miedo al saberlo, me siento un poco inseguro, no estaba preparado para la noticia, pero no hay maneras de explicar lo feliz que me siento en este momento. Sería capaz de dejarlo todo solo por dedicarme a ustedes. No sé lo que es ser padre, tampoco tuve un buen ejemplo a seguir. No sé si podré ser un buen padre para nuestro bebé, pero sé que si los tengo a mi lado como ahora, puedo contra todo. Yo me haré cargo de que no les falte nunca nada. Los cuídare y protegeré con mi vida—me abrazó y mis lágrimas no se detenían. Mi corazón estaba latiendo muy fuerte. ¿Cómo pude dudar de él?

Akira se puso de rodillas, acercando su cabeza a mi barriga y la besó.

—Los voy a proteger siempre, lo prometo. No veo la hora de que pase el tiempo rápido y poder tenerte en mis brazos, pequeño. Los amo con todas mis fuerzas. Ahora seremos una familia —sonriendo se mantuvo por un rato así.

Eran muchas las emociones que sentía. Jamás imaginé ver a Akira de esta manera. Sus palabras me llegaron al corazón y pudieron desaparecer toda esa inseguridad y miedo que sentía. Su reacción jamás la esperé, pero estoy más que feliz de saber que tanto él, como yo, esperamos a este bebé con ansias. No sé lo que nos depare el futuro, pero de algo estoy más que segura ahora, y es que quiero pasar el resto de mi vida junto Akira.

Akira estuvo un largo tiempo abrazándome y nos quedamos contemplando la hermosa vista que teníamos en frente. Se veía mucho más tranquilo y aliviado. No quería dañar el momento haciéndole preguntas fuera de lugar, pero quisiera saber sobre lo que dijo de que no tuvo un buen ejemplo. Su rostro parecía muy triste en ese momento. Quisiera poder hacer más por él. Quisiera entenderlo y conocer lo que le hace daño.

—Akira, quiero saber más de tí. Aún todavía no me has dicho nada. No quiero presionarte a que me digas tus problemas, no soy quien para hacerlo pero... — me interrumpió:

—Lisa, no vuelvas a decir eso. Si eres quién para hacerlo. Eres mi mujer y tienes derecho a saberlo todo, pero hay cosas que es mejor no decirlas y, más por tu bien.

—Lo siento, no volveré a preguntar—seguí contemplando la vista.

—Jamás tuve una familia normal. Mi única familia siempre fue mi madre, era lo más que amaba en la vida. Éramos muy unidos, hacía todo por verla sonreír. Me leía cuentos antes de dormir, me ayudaba a hacer mis tareas, me esperaba al regresar de la escuela para cenar juntos, siempre tenía una sonrisa en su rostro sin importar lo que sucediera. Quise hacer todo por protegerla y nunca fui lo suficientemente fuerte para evitar lo que le pasó. Si tan solo la hubiera sacado de ahí o si tan siquiera hubiera tenido la fuerza que tengo ahora, ella no estaría muerta.

—Akira—se veía muy afligido y no quería verlo así. No quiero hacerle recordar semejante cosa.

—Yo maté a mi madre, lisa. Yo fui el culpable de su muerte.

—Akira, no digas eso —puse mi mano en su rostro obligándolo a mirarme. Estaba llorando, pero sus ojos mostraban un odio profundo.

—Si hubiera sido fuerte la hubiera podido salvar y no lo hice—apretaba su mano con fuerza.

—¡Akira, por favor! —no reaccionaba.

No sé lo que ha vivido, no entiendo nada de lo que dice, pero su actitud no es normal y no quiero verlo así.

—Cuando logre matarlo, mi mamá podrá descansar en paz.

Sujeté su rostro y lo besé, con la esperanza de que reaccionara y, de demostrarle que estoy aquí. Akira correspondió mi beso y puso su mano en mi espalda acercándome a él. Su cuerpo temblaba y aún continuaba en lágrimas. Verlo así me deprime. Fue mi culpa el haberlo echo sentir obligado a contarme.

—Akira, estoy aquí. No sé lo que te pasó, no entiendo nada de lo que dices, pero nosotros estaremos aquí para ti. Seremos una familia ahora. Seremos muy feliz y sé que tu mamá también lo será. Una madre es feliz si su hijo es feliz. Prometo que estaré junto a ti siempre. No te voy a dejar nunca. Nunca te lo había dicho y no quisiera que pienses que lo hago por el momento, pero ahora luego de todo lo que hemos pasado, estoy consciente— acaricié su rostro y sonreí—, de que te amo. No quiero verte llorar más. Quiero ver esa sonrisa que siempre me dedicas y esa mirada que tanto me encanta. Quiero verte feliz, Akira —su semblante cambió por completo. Sus ojos brillaban por la claridad de la luna.

—Repítelo una vez más— me pidió.

Desvié mi mirada porque sentía mucha vergüenza. No pensé que saldrían esas palabras de mi boca, pero aún así, lo encaré y lo repetí.

—Te amo, Akira— habiendo dicho eso, entrelazó su mano en mi pelo y me besó, profundizando así ese tierno beso.

Eran tantas las emociones que sentía en ese momento, que no quería que esta noche se acabara nunca.

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