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Capítulo 12

Theo Bonavista, el hombre que salvo a Alex y compañía después de intentar robarlos, nacido en una de las zonas más pobres de Brasil, dedicó casi toda su vida a entrenar su cuerpo y su mente para la práctica de la Capoeira, arte marcial que nació en su país de origen.

Theo tuvo una infancia muy difícil, era el menor de 9 hermanos, sus padres apenas podían alimentarlos, el pequeño Theo no era feliz, siempre se iba a dormir hambriento, el único entretenimiento que tenía, era ir los fines de semana a una playa cercana, en la que veía como los adultos practicaban lo que el llamaba "luta com dança".

Esa "luta com dança" era la Capoeira, así a sus 5 años, Theo tuvo el primer contacto con el arte que se volvería su pasión. Trataba de imitar los movimientos de esas personas en todo momento, quería lograr esas maravillosas acrobacias.

Paso de ir solo los fines de semana a todos los días, empezó a faltar a la escuela, no le interesaba otra cosa que no fuera su preciada "luta com dança".

Un día en la playa, se armó de valor para preguntarle a los adultos como realizaban tales maniobras.

Fue en ese momento cuando conoció al hombre que cambió su vida para mejor, el hombre que lo entrenó, le dio un motivo a su vida, João D'Sousa.

João accedió a enseñarle todo lo que sabía, a cambio de que Theo volviera a la escuela.

Y así fue, todos los días por las tardes Theo se quedaba hasta altas horas de la noche practicando en la playa, João le daba de comer, Theo ya no paso hambre nunca más.

Le ponía el mismo empeño a sus estudios, João le había puesto como única condición que continuará con sus estudios, Theo jamás defraudó a João, de sus 9 hermanos fue el único que se graduó de la preparatoria. Incluso logro terminar una carrera universitaria y obtener un trabajo con el que podía mantener a toda su familia.

Así el niño se hizo hombre, y el hombre se unió a una mujer.

Cuando Theo tenía 24 años, João ya tenía 54 años, ya no podía realizar con la misma agilidad las acrobacias que impresionaron al pequeño Theo.

João dedicó su vida a enseñar la Capoeira, sin embargo, tenía un pequeño sueño, que uno de sus aprendices triunfará en un combate profesional, usando sus enseñanzas, y de esa forma demostrar a todos los que consideraban la Capoeira solo una danza, que la Capoeira era igual o hasta mejor que otros estilos convencionales.

Theo varías veces escucho ese sueño de su mentor, y como una forma de agradecimiento, decidió debutar en las artes marciales mixtas.

Pero, para poder participar, le recomendaron aprender otro estilo de combate "más apto" para combates reales.

Theo, de mala gana paso 1 año entrenando lo básico del Muay Thai, Aikido y Krav Maga, apenas le interesaba, aún con todo ese desinterés, superó rápidamente a todos sus maestros. Para Theo, el único que alguna vez le planto un verdadero desafío fue João.

Y así con 25 años, se inscribió en un torneo, su primera pelea no resultó ningún problema, solo usó técnicas que João le enseñó. Todos los combates eran aburridos para el, logro marcar un hito, demostrando a todo Brasil que la Capoeira era realmente un estilo de lucha y no solo una danza cultural.

Siguió avanzando, combatiendo en múltiples torneos nacionales, hizo a un lado su vida personal, desconociendo la vida que su mujer llevaba en sus entrañas.

Solo se dio cuenta del embarazo de su esposa cuando está ya estaba en el 5to mes. En ese momento Theo decidió hacer a un lado el mundo de las peleas, quería ser un buen padre.

Los meses pasaron y nació la pequeña Iara, la vida de Theo estaba completa, una familia, un trabajo estable, todo lo que un hombre podría soñar.

Pero, cuando cumplió los 28 años de edad, su querido mentor João, partió del plano terrenal, dejando en Theo un inmenso vacío, solo encontraba paz cuando entrenaba, su pequeña Iara de tan solo 2 años de edad lo animaba fervientemente.

Una noche, por nostalgia, Theo deseó desde el fondo de su alma volver a pelear, para honrar la memoria de João. Le mintió a su esposa diciendo que tenía una junta de negocios nocturna.

Theo cometió un error, decidió entrar en un combate clandestino.

Se codeo con gente muy peligrosa, gente que no le gustaba perder, era un torneo de una sola noche.

Sin ninguna dificultad Theo alcanzó llegar a las finales, cuando se estaba preparando para su último combate, unos hombres se le acercaron, le ofrecieron mucho dinero si perdía.

Theo nunca deshonro a João, y no lo deshonraría ahora aceptando ese dinero.

De igual manera a todos los combates anteriores Theo salió vencedor en menos de 1 minuto.

Al ganar el combate renunció al premio, solo quería la emoción del combate.

El fuego de su alma ardía con mucha fuerza, Theo sentía en sus huesos que no existía ninguna persona viva que lo pudiese derrotar en un combate mano a mano.

Lleno de esa éxtasis no fue capaz de percatarse que lo estaban rodeando, ante sus ojos estaba el mayor reto que se le podía ocurrir, un combate en desventaja numérica.

La adrenalina que sentía lo consumía, se sentía igual que cuando era niño.

Su cuerpo ignoraba todo dolor, no le tomo ni 10 minutos derrotar a 30 hombres.

Abrumado, decidió volver a su hogar, se despidió del lugar rezando por el alma de João y exclamó al cielo.

-¡Maestro João!, ¡Ya nadie puede decir que la Capoeira es solo un baile!, ¡He cumplido tu sueño!.

Sus gritos fueron interrumpidos por el timbre de su teléfono celular, tenía más de 20 llamadas perdidas de su esposa y un solo mensaje.

"Unos hombres entraron a la casa, por favor ven rápido".

Ese mensaje había llegado hace 7 minutos.

Theo nunca había corrido tan rápido, estaba desesperado, nunca había sentido esa sensación de ahogo.

Al llegar a su casa había un automóvil en la salida con 2 hombres dentro.

Antes de que los hombres dejarán su hogar, arrojaron una pistola por la ventana y se dieron a la fuga.

Theo entro al recinto, corrió por toda su casa gritando, pero nadie respondía, solo escuchaba un llanto.

El llanto era de su mujer, provenía del cuarto de Iara, con el alma hecha jirones, Theo abrió la puerta, asomó la cabeza y observó a su esposa llorando con el cuerpo sin vida de Iara entre sus brazos.

-¡Fue tu culpa! -Gritaba su mujer- ¡Ellos la mataron por tu culpa!.

Theo cayó sentado en el suelo, sus lágrimas empezaron a brotar, quería morir, fue la primera vez en toda su vida que quería morir, pero la adrenalina que todavía circulaba por su cuerpo estímulo los músculos de su cara, y lo hicieron adoptar una falsa sonrisa.

Con sus manos intento arrancarse a arañazos la sonrisa pero no podía.

Theo sabía que si hubiese aceptado ese dinero, su hija seguiría con vida, si tan solo su orgullo no hubiese sido tan grande.

Salió de su casa y tomo la pistola que los hombres habían tirado.

Coloco el cañón en su frente y tiro del gatillo.

El arma estaba vacía.

El llanto de Theo era todavía mayor.

Quería morir, sentía que no merecía la vida, con todas sus fuerzas empezó a autolesionarse, con sus manos arrancó la carne de su cara, saco sus ojos de sus cuencas, y siguió flagelándose hasta que las hemorragias pusieron fin a su vida.

Al llegar ante LeNaguah, esté le otorgó un nuevo rostro.

Theo solo preguntaba por su pequeña.

LeNaguah le dio esperanzas, de esta forma, Theo comprendió que no arreglaría nada llorando.

Y tras llegar al purgatorio, Theo juro por Iara, que no lloraría hasta verla de nuevo.

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