webnovel

CAPÍTULO 215- Inicio del romance.

Humanos contra demonios.

CAPÍTULO 215

(Tiempo atrás.)

¿Cómo se conocieron los padres de Daniel?

Nadia era una chica bastante agresiva y violenta, no dudaba en golpear a las personas que le hacían algo, e incluso disfrutaba torturando a sus víctimas. ¿Cómo alguien como ella terminó casada con alguien tranquilo como Daniel, el padre de Daniel?

El amor puede ser raro en muchas ocasiones.

—¡¿Me volverás a tocar el trasero, idiota?!

La madre de Daniel, de 22 años, estaba golpeando a un hombre en la cara, usando sus propios puños, sin importarle que estaba siendo vista por las personas a su alrededor.

Ese hombre, sí, es un pervertido que le tocó el trasero, pero la golpiza es extremadamente exagerada.

La madre de Daniel era muy hermosa, incluso siendo una simple humana. Usaba una falda corta negra y una blusa blanca con un chaleco negro. Un conjunto de ropa que la hacía ver ruda y peligrosa, perfecta para alguien como ella.

Estaban en medio de la calle, y todos observaban con miedo a la madre de Daniel.

Parecía una bestia salvaje.

—¡Por favor, déjeme en paz! ¡Ya no lo volveré a hacer!

—¡No te creo!

Estaba a punto de golpear de nuevo al hombre, pero alguien la tomó del brazo, impidiendo que lo siga golpeando.

—Ya fue suficiente. Lo dejarás muerto si lo sigues golpeando.

—¡No me toques, asqueroso…!

Ella volteó a su derecha, lista para darle un golpe al que la detuvo, pero sus intenciones asesinas se detuvieron cuando vio a la persona que la detuvo, el padre de Daniel.

El padre de Daniel, de 18 años, estaba evitando que ella siguiera golpeando al hombre.

Al igual que Daniel, su padre era muy guapo, así que ella se sonrojó cuando lo miró por primera vez. Amor a primera vista, algo que Nadia nunca había experimentado en su vida.

Una situación que podría considerarse cliché, pero es lo que realmente pasó.

Él estaba usando un uniforme escolar, pues seguía siendo un estudiante de preparatoria.

—No es necesario seguir golpeando al hombre, ya aprendió su lección. Si lo sigues golpeando, podrían arrestarte.

—S-sí…

La soltó y se alejó caminando.

—Llegaré tarde...

Al escuchar eso, las orejas de Nadia palpitaron.

Él suspiró y ella vio la oportunidad perfecta para conocerlo.

Nadia se acercó rápidamente hacia Daniel, para ofrecerle su ayuda.

—¡¿Vas a la escuela?! ¡Yo te llevo!

Daniel volteó a verla. Comúnmente él rechazaría esa oferta, pues se prometió a él mismo que no volvería a perder el tiempo con las mujeres pero, por alguna extraña razón, él también quería conocerla a ella.

—No quiero llegar tarde... Gracias, te lo agradecería.

Nadia subió a una motocicleta negra muy hermosa y genial, digna de su imagen.

—Sube, no seas tímido.- Dijo sonriendo mientras se ponía el casco.

Al contrario de Daniel, su hijo, el padre de Daniel no es tímido, solo es alguien serio que nunca sonríe.

Se subió detrás de ella.

—¿A qué escuela vas?

—A la preparatoria central.

—Vamos.

Encendió su motocicleta y comenzó su camino.

Durante el viaje hacia la escuela, estuvieron hablando bastante en cada semáforo, conociéndose mejor.

Daniel odiaba hablar con las mujeres, pues le recordaban a su hermana y lo que le hizo, pero hablar con Nadia era bastante agradable para él, sentía cierta conexión con ella.

Nadia odiaba a las personas en general, pero Daniel era la primera persona en mucho tiempo que no le generaba nada de asco ni odio, y se sentía bastante cómoda al estar cerca de él.

En pocas palabras, ambos se enamoraron a primera vista, pero no lo sabían.

Al llegar a la escuela, Daniel se bajó y le dio las gracias a Nadia, aunque esperaba que el viaje durara más tiempo. Nadia se sentía igual, por eso le habló inmediatamente cuando él se bajó.

—¿Cuál es tu nombre?

—Daniel. ¿Y el tuyo?

—Mi nombre es Nadia… ¿P-puedes…? ¿Puedes darme tu número?

Daniel se quedó pensando por unos segundos, y después le dio una pequeña sonrisa.

—Claro.

Y así empezó una gran historia romántica… Nadia era una ladrona y una asesina, pero desde que empezó a salir con Daniel, dejó esa vida atrás, pues no quería poner en peligro a Daniel. Ella quería formar una familia con él, familia que nunca iba a existir si Nadia hubiera seguido con su vida de crimenes.

El padre de Daniel siempre fue serio, y nunca sonreía. Él era así desde que su hermana murió. Le sonrió a Nadia, pues sintió un vínculo especial con ella… Podría decirse que fue un amor a primera vista... No, definitivamente fue amor a primera vista.

Daniel se enamoró de Nadia cuando la vio, y Nadia se enamoró de Daniel cuando lo vio.

Era el destino.

Después de tener tres citas, Daniel decidió dar el siguiente paso.

Sucedió lo siguiente:

Daniel acompañó a Nadia a su departamento, después de cenar en un restaurante de comida barata, pero deliciosa.

—La comida estuvo deliciosa… Gracias.- Dijo Nadia, un poco nerviosa ante esa situación.

Llegaron a su puerta y ella estaba a punto de abrir la puerta.

—Muchas gracias por todo… ¿Nos vemos mañana en el parque?- Dijo Nadia, mirando fijamente los ojos de Daniel.

Ella estaba esperando un beso, pues, desde que empezaron a salir, él no la había besado, y ella no se atrevía a besarlo.

Nadia desvió la mirada, pues el nerviosismo la superó.

—Podríamos también…

Daniel le acarició la mejilla y le robó un gran beso en la boca.

Nadia quedó en shock durante un par de segundos, y abrazó a Daniel con fuerza, mientras se besaban.

Daniel puso a prueba a Nadia, para saber si realmente estaba enamorado de él. Él le dijo lo pobre que era, pero a ella no le importó. Y después de verla comer en un restaurante barato, sin que se sintiera apenada por comer en un lugar así, se dio cuenta de que Nadia era una persona que no le importa el dinero, lo amaba a él por lo que era y no se avergonzaba de él por ser pobre.

Nadia realmente amaba a Daniel… "¡Pero la muy perra intenta matar a su propio hijo!" Eso diría Daniel al conocer la historia de amor de sus padres. El padre de Daniel y él se parecen físicamente, pero cuando ella lo conoció en ese mundo, no lo reconoció rápido. Posiblemente nunca se esperó ver a su propio hijo en ese mundo. La sensación que le daba al verlo era muy diferente a la sensación que sentía con el padre de Daniel, por eso no lo reconoció tan rápido.

Nadia ama a Daniel, pero no ama a su propio hijo... Aunque eso no es 100% verdadero.

Una madre siempre amará a su hijo, solo que a ella le tomó más tiempo.

(Presente.)

Nadia está observando una fotografía de Daniel, de cuando él tenía 5 años. Un adorable y pequeño Daniel que, al verlo, Nadia se sentía extraña.

Está en un enorme comedor, junto con Sinfer e Izuke.

—Mi hijo era muy adorable… Gracias por la foto, Sinfer.

—De nada.

—¿Cómo la conseguiste?

—La familia de la ex novia de Daniel, guardó las pertenencias privadas de Daniel, así que fui a su casa y las robé.

—Vaya, vaya… Gracias.

—Ya cumplí mi parte, ahora te toca.

—Sí, lo sé.

Se levanta de la mesa y se truena los dedos.

—Yo prepararé todo, tu descansa.

Sinfer pone sus pies en la mesa.

—Necesitaba descansar un poco.

—Sinfer, ¿quién es Daniel?- Dijo Izuke.

Como perdió la memoria, no recuerda nada, y Sinfer se aprovechó de eso.

—Es un demonio muy poderoso y malvado. Quiere apoderarse de este mundo, así que debemos evitarlo.

—Ya veo.

Un enemigo se suma a la lista. Izuke.

(Ejico.)

Es de noche, y Diego está sentado junto con Cristhela y los demás.

Están alrededor de una fogata, calentándose, pues la noche es muy fría en ese país.

El niño está alejado de ellos, comiendo un pedazo de carne… Se ve salvaje, pero también es triste, pues está llorando. Después de todo, es solo un niño que perdió a sus padres.

—Oye, sé que tus padres murieron, pero debes contarnos lo que pasa.- Dijo Diego.

—¡Cállate, no hablaré con nadie!

—Necesitamos la información, por favor. Yo sé lo que se siente perder a alguien. Sé que es…

—¡Cállate, no sabes nada! ¡No sabés cómo me siento!

Diego sonríe y se acerca a él.

—Eres el típico personaje que cree que nadie ha sufrido más que él. ¿Crees que eres el único que ha sufrido?

Se para frente a él y se agacha.

—Yo sé cómo te sientes…

Le acaricia la cabeza mientras mantiene su sonrisa en su rostro.

—Mis padres, mis abuelos y mis dos hermanos murieron frente a mis ojos. Tus padres se sacrificaron para que pudieras escapar. Eso es algo admirable. En cambio, mi familia fue asesinada por un par de adictos.

—Diego… ¿Eso es verdad? ¿Por qué nunca me lo contaste?- Dijo Cristhela.

—Nunca me preguntaste.

Diego se sienta frente al niño.

—Escucha… Tus padres murieron de una forma admirable. Debes sentirte orgulloso… En cambio, mi familia fue asesinada por un par de adictos… En mi mundo, existe una droga llamada: "Salde Viner". Provoca alucinaciones y pérdida de memoria. Provoca que las personas que la consuman, se vuelvan locos… Dos hombres, que estaban bajo el efecto de esa droga, entraron a mi casa, nos amarraron, y jugaron con nosotros… Le pidieron a mi padre que escogiera un número… Él dijo: "135". Y empezaron a contar… Nos estaban contando… Y a mí me tocó el número 135… ¿Cuál fue mi premio? Presenciar el asesinato de mi familia… Me obligaron a ver… Y pusieron en mi cuerpo, los corazones de mi familia… Literalmente… ¿Cuántos años tenía? 8 años… Tú tienes 10 años, eres un poco más maduro... En cambio yo, era un niño inocente… Y dejé de serlo ese día... No sé cómo te llamas, pero debes confiar en nosotros, queremos protegerte. Sé que necesitas tiempo para superarlo, pero necesitamos la información.

—... Mi habilidad de mejorar la magia… Pertenezco al clan: "Tisme"… Cuando le doy un beso a una persona, su poder mágico incrementa por cierto tiempo.

—Ya veo… Entonces te buscan para que mejores el poder mágico de los demonios… Definitivamente debemos protegerte… ¿Quieres un postre?

—Sí, por favor.

Le acaricia la cabeza y se levanta.

—Ya vuelvo.

Diego se acerca a Cristhela.

—¿Quieres acompañarme?

—Claro.

Sato se acerca a Diego y le susurra.

—Que buena historia inventaste. Se la creyó.

—¿Eh? No la inventé. Es verdad… Lo que dije fue cierto.

Unas lágrimas salen de sus ojos y se limpia las lágrimas rápidamente.

—No me gusta hablar de eso.

Cristhela coloca su cabeza sobre el brazo de Diego.

—Si te duele recordar, no lo hagas.

—Sí, lo sé… Vámonos.

Bab berikutnya