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DIOSES DEL MUNDO DEL RÍO (17)

Mientras aguardaba a la construcción de su pequeño mundo, Peter Jairus Frigate no estaba ocioso. Decidió que no deseaba cortar enteramente la «película de sus recuerdos». Se sentía demasiado curioso acerca de su pasado; tenía muchas cuestiones al respecto que había pensado que nunca iban a ser respondidas. Aunque había sufrido viéndolo, se obligó a sí mismo a soportar el dolor. De tanto en tanto. Así que retiró un cuadrado de pintura de una pared de una habitación en su suite, y pasaba una hora cada día en aquella habitación. En el momento en que aparecía en ella, el pasado cobraba vida tal como había sido visto por sus ojos y escuchado por sus oídos.

Experimentando, descubrió que la Computadora no insistía en mostrarle todo de acuerdo con el programa. Si él solicitaba algún período de tiempo, lo obtenía.

Igualmente, la Computadora poseía un reloj sincronizado con el tiempo de su memoria subjetiva. Si Frigate había sabido en el pasado qué fecha era porque había mirado a un calendario aquel día o alguien había mencionado la fecha, la Computadora podía acudir a tal acontecimiento. De otro modo, tenía que estimar el tiempo aproximado y rastrear primero la zona temporal, luego la fecha en particular.

Había, como descubrió pronto, algunas lagunas en el «film». Pidió por una fecha al azar, el 27 de octubre de 1923. Por aquel tiempo estaba tomándose unas vacaciones y divirtiéndose todo lo que podía. Aquel día estaba en blanco; no había nada en su memoria acerca de él.

La Computadora le dijo porqué.

No había espacio suficiente en sus células de memoria para almacenar toda su vida. Un mecanismo en el complejo mnemónico eliminaba todo lo que para él era insignificante, consiguiendo así más espacio para lo significativo. A menudo, sin embargo, lo que su consciente consideraba poco importante era considerado digno de ser almacenado por su subconsciente.

Se suponía que el wathan había almacenado las experiencias de toda la vida del individuo. Nada quedaba sin grabar. Aquella teoría no podía ser válida, sin embargo, puesto que por todo lo que sabían ningún wathan podía ser grabado.

Su brillante y multicoloreado exterior permanecía invulnerable a las sondas. Como la

Esfinge, era hermoso y sorprendente, pero silencioso.

La Computadora calculó para él que había vivido, hasta entonces, 55.188.000 minutos. De ellos. 22.075.200 estaban disponibles en aquel momento. Aquel era el total, pero aquello no quería decir que cada uno de aquellos minutos pudiera ser exhibido en su totalidad. Había muchos fragmentos de minutos en el almacenaje. Si Frigate deseaba saber exactamente cuántos fragmentos había y cuál era la duración de cada uno, podía obtener las cifras de la Computadora. Pero no le preocupaba saberlo.

El sesenta por ciento de la película de mi vida se ha quedado en el suelo de la sala de montaje murmuró. ¡Jesús! Si me sentara y viera toda la película de principio a fin, me tomaría 15.330 días de veinticuatro horas verla. Cuarenta y dos años simplemente sentado aquí, mirando.

¿Cómo podía el cerebro humano, esa pequeña materia gris, contener tantos recuerdos, tantos datos, tantos millones, quizá miles de millones, de kilómetros de film?

Frigate preguntó si la Computadora podía mostrarle la unidad contenedora que albergaba la película. Servicialmente, la Computadora lo hizo, y Frigate vio en la pantalla una esfera amarilla del tamaño de un arándano. Y estaba tan sólo medio llena.

Lo que más deseaba ver y al mismo tiempo no deseaba ver era un período muy temprano de su vida. Debía tener un año de edad, y vivía en una casa en North Terre Haute, Indiana. La madre de su madre estaba visitándoles por aquel entonces, tras venir desde Kansas City, Missouri, para ayudar a su madre con el niño. Frigate tenía la idea de que su abuela lo había tratado mal cuando lo había cuidado en ausencia de sus padres. Creía que aquello había sido debido no a que ella fuera cruel o sádica, sino simplemente a que perdía la paciencia con mucha facilidad. Basaba sus especulaciones en las visiones que de ella había tenido durante algunas sesiones con un psicoanalista en Beverly Hills. Allá, mientras intentaba sondear sus memorias infantiles, había llegado al convencimiento de que su abuela lo había tratado de tal modo que él se había vuelto deprimido, sometido y temeroso durante su infancia. O que ella había sentado las bases de esas actitudes, que habían florecido al llegar él a la adolescencia.

Obviamente el psicoanalista no había dado mucho crédito a aquello, pero había permitido que Frigate hiciera el esfuerzo. Probablemente, el analista estaba ponderando el significado de su intento de fijar las culpas de ello en su abuela.

Vacilante, Frigate hizo pasar la película a gran velocidad hasta que localizó la zona exacta de tiempo en la cual su abuela había cuidado de él.

Le tomó una semana convencerse de que había estado equivocado. Evidentemente, no había nada en el comportamiento de su abuela que justificara en lo más mínimo su fantasía. Porque era una fantasía. Su abuela no le había sacudido ni pegado para impedirle que llorara, ni lo había maltratado en ningún sentido. Se había reprochado mucho a sí misma el que él llorara, pero Frigate no comprendía ni una cuarta parte de lo que ella decía, porque normalmente hablaba consigo misma en alemán. Podía haberle pedido a la Computadora que lo tradujera para él, pero no importaba. A aquella edad, no se había visto muy afectado por lo que se decía, sino por la forma en que era dicho. El tono de queja no significaba mucho para él, puesto que ella no dejaba entrever al bebé que estaba disgustada con él. Y ella siempre le cantaba cancioncillas alemanas, aunque no solía cogerle mucho entre sus brazos.

Bueno, infiernos se dijo Frigate a sí mismo. Eso plantea otra teoría. Probablemente descubriré que las deficiencias de mi carácter fueron debidas más a la disposición genética que al entorno.

Le habló a Nur acerca de su investigación. El pequeño moro se echó a reír y dijo:

No es el pasado lo que cuenta. Es el presente. No puedes culparle al pasado de tus fracasos y debilidades presentes. El presente está aquí para que tú cambies lo que has sido y eres.

Sí, pero la película de la memoria es una gran herramienta psicoanalítica dijo Frigate. Es una pena que no dispusiéramos de ella en la Tierra. El paciente y el doctor podrían haber acudido a las zonas dudosas y ponerlo todo en claro. El paciente hubiera podido ver lo que realmente había ocurrido, y hubiera podido separar la verdad de la fantasía, lo no importante de lo realmente significativo.

Quizá. Pero esto no es necesario. Tú sabes quién eres ahora. Al menos, deberías saberlo, a menos que sigas engañándote a ti mismo acerca de ti, lo cual es altamente posible. Una buena cosa acerca de la película es que puede destruir tu imagen de ti mismo, puede demostrarte que puedes haber estado equivocado muchas veces cuando tú creías que tenías razón. O convencerte de que los demás no eran enteramente unos monstruos o unos egoístas cuando trataban contigo. O mostrarte las veces en que tú realmente lo fuiste.

»De todos modos, aparte satisfacer tu curiosidad, y eso puede ser muy doloroso y humillante, o satisfacer tu deseo de ver los rostros de aquellos a quienes amaste u odiaste, las películas son tiempo perdido. Es el ahora lo que importa, el ahora es el borde del risco en el que estás de pie y desde donde debes saltar al futuro. Lo que has sido y eres no es lo que debes ser. Estás evitando emprender una acción en el ahora sumergiéndote en el pasado. El pasado debería ser tan sólo una luz iluminando el futuro. O un hito medidor de tu progreso. Eso, y solamente eso.

¿Tú no miras tu película? pregunto Frigate.

No. No estoy interesado en ella.

¿No te importa ver a tus padres cuando eran jóvenes, a tus compañeros de juegos? Nur se golpeó la cabeza.

Todos están aquí dentro. Puedo verlos cuando desee.

Si la película es una pérdida de tiempo, entonces ¿por qué la desconocida arregló las cosas de modo que permaneciera con nosotros a cada segundo que estuviéramos despiertos?

La desconocida no arregló simplemente esto. La desconocida preparó las cosas de modo que pudiéramos ver la película si lo deseábamos. Era consciente de la posibilidad de que pintáramos las paredes y bloqueáramos así el film. Quizá, pintando las paredes, hayamos fallado la prueba.

¿Y cuál puede ser la penalización por haber fallado? Nur se alzó de hombros.

Supongo que la penalización será algo autoinfligido. Será una incapacidad de progresar.

Pero tú dijiste que no necesitabas ver tu pasado.

No lo necesito. Pero yo no soy tú o los demás.

¿No es eso arrogancia?

La arrogancia de un hombre es el realismo de otro.

A vosotros los sufíes os gusta abriros camino en la vida a base de proverbios dijo

Frigate.

Nur se limitó a sonreír. Aquello hizo sentir al americano como si hubiera fallado en pasar una prueba. Durante algún tiempo Frigate había sufrido creyendo que había decepcionado a Nur y a sí mismo al dejar de ser su discípulo. Había perdido la fe en su propia habilidad de alcanzar la encumbrada estatura de Nur como completo maestro de sí mismo, libre de neurosis y debilidades, siempre lógico aunque compasivo. Simplemente no podía alcanzar nada de aquello.

De modo que, antes de fracasar y verse humillado cuando Nur lo apartara, Frigate había renunciado a seguir siendo el discípulo de Nur.

Un sufí no debe temer el fracaso había dicho Nur.

¿Qué ocurrirá si cambio de opinión y te pido que me tomes de nuevo como tu pupilo?

Veremos.

He abandonado un montón de cosas, o me he visto obligado a abandonarlas dijo

Frigate. Pero siempre he vuelto y las he intentado de nuevo. -

Quizá sea tiempo de que te liberes de esa costumbre de arrancar y parar. Necesitas formarte un impulso psíquico que no se agote de una forma tan rápida.

El gran quizá.

¿Qué quieres decir con eso? Frigate no lo sabía, y aquello lo irritó.

Todavía no has aprendido, después de ciento treinta y dos años, a fusionar a tus oponentes en una lisa unidad cooperativa había dicho Nur. Siempre has sido un conservador en tu interior, lo cual no siempre es malo, de todos modos, y un liberal, lo cual no siempre es bueno. Posees en tu interior a un cobarde y un valiente. Detestas y temes la violencia, y sin embargo hay alguien violento dentro de ti, una persona a la que has intentado reprimir. No sabes cómo convertir tu violencia en algo creativo, cómo controlarla de modo que se descargue por las líneas adecuadas. Tú...

Cuéntame algo que yo no sepa había dicho Frigate, y se había marchado.

A veces obtenía el mismo tipo de tamborileo filosófico de Li Po. Al chino le gustaba hablarle del proceso de volverse «redondo», es decir, convertirse en un hombre

«completo». Equilibrando su yin y su yang, sus cualidades negativas y positivas. Pero Li Po, en estimación de Frigate, estaba muy desequilibrado. Admiraba la energía y la creatividad poética de Li Po, y su compasión y su confianza en sí mismo y su maestría lingüística y su valor jamás teñido por el miedo. Por otra parte, sin embargo la gente siempre era bisimétrica, en más de un sentido, Li Po tenía una propensión excesiva a dominar, estaba demasiado absorto en sí mismo, y fracasaba absolutamente en ver que esas cualidades lo hacían a menudo agotador y ofensivo. También era un borracho, aunque distinto de cualquier otro que Frigate hubiera conocido nunca.

Frigate creía que Li Po, pese a su aparente superioridad, no tenía más posibilidades de Seguir Adelante que él. De hecho, de los ocho, solamente Nur y quizá Aphra Behn y Alice eran en aquel momento prometedores candidatos a Seguir Adelante. Lo cual podía ser deseable o no. La teoría era que tal estado era el final y definitivo porque solamente podía ser alcanzado si eras éticamente perfecto o casi perfecto. El wathan de una persona que lo alcanzara simplemente desaparecía de todos los detectores debido a que, o al menos eso decían todos los razonamientos, era absorbido en la masa de Dios o de Alá o de Como-Quisieras-Llamarle.

La teoría afirmaba también que el wathan pasaba a formar parte entonces del Creador, perdía su individualidad, y experimentaba a partir de entonces un éxtasis eterno. Un éxtasis indescriptible, desconocido por el estado físico.

¿Cómo sé pensaba Frigate que el wathan simplemente no desaparece? ¿Se evapora como una burbuja de ectoplasma? ¿Se convierte en una nulidad, nada, nil, cero?

¿Es eso algo digno de esperar anhelante? ¿En qué difiere del estar simplemente muerto? No es que no hayan algunas cosas buenas que decir respecto a estar simplemente muerto. Olvidar lo que sabes, olvidar las preocupaciones, olvidar los tormentos físicos y mentales, olvidar las frustraciones y los fracasos, olvidar la soledad. Oh, Muerte, ¿cuál es tu atractivo?

La Muerte no tenía atractivo. Por otro lado, tampoco tenía activo.

Gana algo, pierde algo. Esa era la inmutable ley, la invariable economía del universo.

¿Soy un paranoico? ¿Es todo esto un gran juego estúpido? ¿Con qué finalidad? Un hombre estúpido espera ganar algo. ¿Quién puede ganar en esta situación? ¿Qué es lo que puede ganar?

A veces, sus torbellineantes pensamientos hinchaban su cerebro, o parecían hacerlo, hasta que parecía que su cráneo, como un globo bajo excesiva presión, iba a estallar. Quizá debido a que sus pensamientos eran en su mayor parle demasiado aire caliente.

Después de ciento treinta y dos años, debería saber mejor de lo que sé cómo salirme de este estado. ¿Llegaré a graduarme alguna vez de mi clase de segundo grado?

La vida era una clase de segundo grado, él era un genio estúpido, no podía seguir el consejo de Nur de librarse de tales pensamientos, de arrojarlos por la borda como si fueran lastre en un globo. En vez de ello, los desviaba, los ponía en una vía muerta de los Grandes Ferrocarriles de P.J.F., y se convertía por un tiempo en un ingeniero del E.P.C.O.R., el Exprés de las Piedras de Cilindros de las Orillas del Río.

Había descubierto algo que el Etico, Loga, no había mencionado, aunque indudablemente lo hubiera hecho si hubiera vivido un poco más. El que las piedras de cilindros que se alineaban a ambas orillas del Río eran más que simplemente descargadores eléctricos para proporcionar a los cilindros la energía que se convertiría en comida y licor y artículos varios para los habitantes del Valle. Eran también equipo de observación, máquinas que eran ventanas para ver y oídos para escuchar. Una persona en la torre podía ver y oír a la gente dentro del radio de detección de las piedras de cilindros.

Habiendo descubierto esto, Frigate lo aprovechó hasta que empezó a sentirse mareado y confuso. Registró el Valle en su orilla derecha a razón de una piedra de cilindros cada dos segundos, empezando con la primera en la zona polar. Al cabo de un rato, dándose cuenta de que a aquel ritmo le iba a tomar unos 232 días ir de un extremo a otro del Río, empezó a saltar de veinte en veinte piedras y a observar la que hacía veintiuna durante diez segundos. La confusa mancha de cuerpos humanos y Río y llanura y montañas se detuvo. Pese a ello, al cabo de una hora empezó a sentirse mareado. Tendría que abandonar su plan de dar un vistazo a toda la humanidad, de verlo todo en dos barridos. No, aquello era un error. Había dieciocho mil millones que ya no estaban en el Valle; estaban retirados, por el momento, en los registros de la Computadora y en el pozo de los wathans. Pero el número de los que quedaban seguía siendo abrumador.

Siempre demasiado grandioso, Frigate se dijo a sí mismo. No eres lo suficientemente grande. Tu ambición se halla a un año luz por delante de tu habilidad. Tu imaginación es el corcel de ocho patas Sleipnir, pero tú, como Odín, has caído de él hace miles de leguas.

Era difícil de decir la nacionalidad de la gente que veía. Excepto aquellos que estaban desnudos, y todo estaba lleno de ellos, los hombres llevaban las toallas como faldellines o taparrabos y las mujeres usaban trozos de tela más pequeños y finos como corpiños. La raza era normalmente identificable, aunque a veces no podía estar seguro. Algunos de los rostros eran inconfundiblemente mediterráneos, españoles, italianos, griegos, árabes y así. De todos modos, uno podía equivocarse acerca de ello. El idioma era una clave, pero había miles de lenguas que no podía etiquetar simplemente escuchándolas. Además, la mayoría hablaban esperanto o distintos dialectos de él.

Al cabo de dos horas, se sintió aburrido de aquel tipo de observación.

¡Bueno, infiernos! De lo colectivo a lo personal.

No viendo a nadie que llamara su atención cerca de la piedra en la que se había detenido, fue moviendo sus puntos de observación de piedra en piedra hacia el sur, deteniéndose unos veinte segundos en cada una de ellas. Era a primera hora de la tarde, y los ciudadanos de la orilla derecha habían tomado su comida y estaban pasando el tiempo. Algunos estaban de pie o sentados por los alrededores, hablando. Algunos estaban jugando a algo. Unos cuantos nadaban o pescaban. Un cierto número debían estar en sus cabañas y así fuera de su vista. Aquellos que se hallaban en un radio de cien metros podían ser observados en primer plano y oídos fácilmente, sin embargo. La piedra, como una cámara de televisión, podía ampliar la imagen, y poseía amplificadores direccionales de sonido.

La Computadora podía mostrar también lo que los ciudadanos no podían ver. La pantalla de Frigate desplegaba en todo su multicoloreado esplendor a los wathans unidos

a las cabezas y girando justo encima de ellas. Por aquel entonces tenía ya la suficiente experiencia como para decir al primer vistazo cuándo un wathan destellaba con colores

«malos» o tenía una «mala» estructura, aunque aquí «malo» no significaba necesariamente «malvado». Amplias bandas de negro o rojo podían indicar debilidades de carácter tanto como rasgos «malvados». Su indefinición e inconexión e inestabilidad las tres «in», pensaba Frigate reflejaban tensiones mentales y emocionales y dispersiones de las mentes tanto conscientes como subconscientes. En todo el sistema nervioso, de hecho. Una persona enferma podía poseer un montón de negro en su wathan. Esa entidad no era fácil de interpretar; se necesitaba una persona muy hábil o la Computadora para leer correctamente un wathan, e incluso entonces la lectura podía ser errónea.

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