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Capítulo 53: El poder de los recuerdos (parte 3)

- Alexandra Snowy, hija de Adelaida Richis y Edgar Snowy. Nieta de Denisse Osborne - Alexandra miró a Vanessa con curiosidad en sus singulares ojos dorados.

- Si, supongo que es así - Vanessa sonrió gentilmente y se encogió de hombros - ¿No deberías estar en el Imperio Red Moon?

- Tal vez tú puedas saber por qué estoy aquí y no allí - Alexandra saco sus guantes blancos de sus manos y extendió una de ellas en la dirección de Vanessa.

- Jajaja No es así como funciona... Debes llorar para poder ver tu memoria, imagino que no estarías dispuesta a ello - Vanessa rió suavemente mientras se quedaba parada en una buena postura, digna de una señorita de la alta sociedad.

- Tiene remedio - Alexandra se acercó un paso hacia Vanessa y de su vestido saco un pequeño cuchillo.

- ¡¿Qué estás haciendo?! - ante las miradas atónitos de todo el mundo, Alexandra cortó la palma de su mano y dejó que tres gotas de sangre cayeran en la mano de Vanessa,

Vanessa mantuvo su expresión tranquila e inyectó su magia en la sangre. Un trueno resonó en la distancia y de repente la sangre se transformó en agua pura, empezó a brotar como un manantial y se agrupó para formar escenas descoloridas frente a todos en la casa.

La primera escena se formó ante los ojos de Alexandra.

Un niño y dos niñas jugaban alegremente mientras reían alegremente y corrían al aire libre.

- Jean, Jean, ¡qué tramposo! - la niña más pequeña infló sus mejillas mientras fruncía su tierna cara redondeada.

- ¡No es justo! - la otra niña con la cara más juvenil piso fuertemente frunciendo el ceño al igual que la otra niña.

- Dejen de ser malas perdedoras. Alex, Ada, vamos... ¡Acepten las cosas! - el niño que parecía dos años mayor que la pequeña más alta habló mientras se reía y se burlaba de ellas.

- ¡Eres un tramposo! - la niña más pequeña empezó a llorar mientras se sentaba en el césped. La niña llamada Alex se acercó a ella y sentó a su lado.

- Adagio, no llores. Ten... - le extendió un pañuelo blanco que la pequeña Adagio tomó suavemente.

- Lo siento, Ada. Prometo no volver a hacer trampa - el niño también se sentó junto a ellas y se disculpó suavemente.

La pequeña Adagio dejo de llorar y asintió, después volvieron a jugar alegremente como tres hermanos.

La incolora imagen se transformó en otra. En ella había una adolescente que luchaba con dos mujeres que parecían ser brujas de mediana edad. Una de ellas hirió a la joven y ella cayó en la inconsciencia, pero cuando las brujas quisieron acercarse para matarla un joven lanzó una espada y decapitó a una de ellas, la otra huyó en dirección al bosque. El joven se agachó para levantar a la adolescente que dijo entre lágrimas:

- Perdoneme... yo... yo no lo logré...

La inmutable cara del joven no tuvo un cambio drástico, sólo sonrió levemente y eso fue suficiente para calmar a la herida adolescente que sangraba profusamente por un brazo.

La escena cambió suavemente y ahora había dos chicas jóvenes en una habitación, una se ellas estaba en una cama, mientras la otra caminaba de un lado a otro con el ceño fruncido.

- ¡¿Por qué hiciste algo así?! ¿Estas loca, Alexandra?

- Adagio por favor... no iba a dejar que el Lord y su esposa murieran así, pero... no pude detener a las brujas, llegue tarde - Alexandra era la mujer recostada en la cama, su mirada era fría.

- ¿Esto es por el Joven Maestro Edward? - Adagio se detuvo en seco y su mirada se oscureció - ¡Habíamos acordado alejarnos de él! Pensé que respetarlas nuestra decisión... y mis sentimientos, intentaste conquistarlo a mis espaldas... ¿¡Cómo pudiste!?

- Ada ¡no fue así! Déjame explicarte...

Adagio tiró una jarra de vidrio al suelo y su mirada lanzaban rayos hacia la convaleciente Alexandra. Se dió la vuelta y se fue, azotando la puerta detrás de si.

La imagen se atenuo gradualmente y otra vez cambió de ambiente. Una hermosa mujer de unos cincuenta años estaba parada frente a los tres jóvenes, Jean, Alexandra y Adagio.

- Decido abdicar a favor de una de mis hermanas - el joven apuesto llamado Jean dijo eso con ligereza en su voz.

- Puedes irte entonces - la mujer mayor asintió y sonrió hacia el joven.

- Gracias, abuela - Jean hizo una reverencia y salió de la habitación.

La mujer mayor enfocó su mirada en las dos jóvenes. Alexandra llevaba una expresión helada, mientras que Adagio sonreía suavemente.

Denisse Osborne señaló a Alexandra.

- Tú serás la siguiente. Puedes retirarte. Te buscaré mañana para entrenarte.

Alexandra asintió sin emoción en su rostro y se fue caminando lentamente, por el rabillo del ojo pudo ver la expresión distorsionada de Adagio.

La imagen volvió a cambiar.

- ¡Tú ni siquiera querías ser Señora del imperio! ¡¿Por qué te empeñas en seguir con esto?! - Adagio le gritó a Alexandra con enojo monstruoso en su rostro. Le lanzó a Alexandra una pluma de escribir que ella atrapó y rompió con el apretón de su delicada mano.

- Deja de hacer escenas Adagio. ¿Crees que la familia se ha recuperado después de la humillación del banquete del festival de verano?

- Te arrepentirás de esto. ¡Juro que te arrepentirás de haber robado todo por lo que trabaje desde que padre me adoptó!

- Puedes intentarlo. ¡Lárgate ya! Tengo trabajo que hacer - Alexandra ni siquiera prestó atención a la mujer que hervía en llamas de furia. Adagio se fue dando un portazo fortísimo.

Otra escena apareció ante los ojos de todos...

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