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cap. 34

El sol había ardido la mitad del día para cuando Patch aparcó su motocicleta frente a la granja. Me bajé, con una sonrisa tonta cubriendo mi rostro, un brillo penetrando cada pulgada de piel.

Perfección.

No era lo suficientemente ingenua como para pensar que duraría, pero había algo que decir sobre vivir el momento. Ya había decidido archivar el hecho de tener que tratar con mi nueva sangre pura de Nefilim y todas las consecuencias que sobrevenían con ello, incluyendo cómo se manifestaría mi transformación y gobernar el ejército de Hank, bajo futuras preocupaciones.

Justo ahora, tenía todo lo que podía pedir. No era una larga lista, pero sí una muy satisfactoria, empezando con el amor de mi vida de vuelta a mis brazos.

—Me divertí anoche —le dije a Patch, quitándome la correa de la barbilla y sosteniendo mi casco—. Estoy oficialmente enamorada de tus sábanas.

—¿Eso es lo único de lo que estás enamorada?

—Nop. También de tu colchón.

Alguna sonrisa atravesó los ojos de Patch.

—Mi cama tiene una invitación abierta.

No habíamos dormido con una línea de ―no cruces‖ dibujada en la mitad de la cama, porque no habíamos dormido juntos y punto. Tomé la cama y Patch el sofá. Sabía que él quería más de mí, pero también sabía que él quería mi cabeza en el lugar correcto. Él había dicho que podía esperar y le creía.

—Dame una pulgada y me tomaré una milla —advertí—. Deberías estar preocupado de que la confisque.

—Me consideraría un hombre afortunado.

—El único inconveniente de tu lugar es la inquietantemente baja cantidad de artículos de aseo. ¿Nada de acondicionador? ¿Brillo de labios? ¿Protector solar?

—Señalé con mi pulgar hacia la puerta delantera—. Necesito cepillarme los dientes. Y necesito darme una ducha.

Él sonrió, saltando fuera de la moto.

—Ahora, eso es una invitación.

Empinándome, lo besé.

—Cuando termine, será el día. Voy a recoger a mi mamá en casa de Vee y les voy a decir a ambas la verdad. Hank se ha ido y es hora de volver a empezar.

No estaba buscando entrar en esa conversación, pero había esperado lo suficiente ya. Todo este tiempo me había dicho a mí misma que estaba protegiendo a Vee y a mi mamá, pero estaba usando mentiras para mantenerlas alejadas de la verdad. Las estaba forzando a quedarse en la oscuridad porque tenía miedo de que no pudieran manejar la luz. Incluso yo sabía que la lógica era un completo desastre.

Quité el seguro de la puerta delantera, lanzando las llaves en la fuente. No había dado ni tres pasos cuando Patch enganchó mi codo. Con una mirada a su cara, supe que algo estaba mal.

Antes de que Patch pudiera ponerme detrás de su cuerpo, Scott salió de la cocina. Hizo una señas con las manos y otros dos Nefilim se movieron al pasillo, a su lado. Ambos aparentaban la edad de Scott. Altos y musculosos con un facciones bien definidas. Ellos me echaron un vistazo con abierta curiosidad.

—Scott —dije, rodeando a Patch y apresurándome hacia él. Lo envolví en mis brazos, abrazándolo fieramente—. ¿Qué sucedió? ¿Cómo escapaste?

—Dadas las circunstancias, se decidió que era más efectivo en las líneas delanteras que encerrado. Nora, te presento a Dante Matterazzi y Tony Grantham —dijo—. Ambos son los primeros tenientes en el ejército de la Mano Negra.

Patch se colocó entre nosotros.

—¿Trajiste a estos hombres a la casa de Nora? —dijo él, mirando a Scott como si tuviera ganas de romperle el cuello.

—Cálmate, hombre. Son tranquilos. Se puede confiar en ellos —dijo Scott. La risa de Patch fue baja y depredadora.

—Noticias tranquilizadoras viniendo de un conocido mentiroso.

Un musculo en la mejilla de Scott se contrajo.

—¿Estás seguro de que quieres jugar este juego? Tienes tantos o más esqueletos en tu armario.

Oh, Dios.

—Hank está muerto —le dije a Scott, sin ver ninguna razón para dar a conocer las noticias gentilmente, o darle a Patch y a Scott más tiempo para lanzar insultos repletos de testosterona.

Scott asintió.

—Lo sabemos. Muéstrale la señal, Dante.

Dante dio un paso al frente. Medía alrededor de metro ochenta y su apariencia latina le daba vida a su nombre. Extendió su mano. Un anillo idéntico al que Scott había lanzado al océano, encajaba en su dedo índice a la perfección.

Brillaba de un salvaje azul y la luz parecía centellar detrás de mis ojos incluso después de cerrarlos.

—La Mano Negra me dijo que esto pasaría si él moría —explicó Dante—. Scott tiene razón. Es una señal.

Scott dijo:

—Es por eso que fui liberado. El ejército está en un alboroto. Nadie sabe qué hacer. Jeshvan casi ha llegado y la Mano Negra tenía planes de guerra, pero estos hombres están impacientes. Han perdido a su líder. Están empezando a entrar en pánico.

Analicé su información. Un pensamiento me golpeó.

—Te liberaron porque sabes cómo encontrarme; ¿El siguiente en la línea de Hank? —supuse, mirando a Dante y Tono con precaución. Scott podía confiar en ellos, pero yo aún tenía que opinar al respecto.

—Como dije, estos hombres están limpios. Ya confesaron su lealtad a ti. Tenemos que conseguir tantos Nefilim de tu lado como sea posible antes de que esto se venga abajo. La última cosa que necesitamos justo ahora es un golpe.

Me sentí mareada. De hecho, un golpe sonaba atrayente. ¿Alguien más quería este trabajo? Estaba bien por mí.

Dante habló de Nuevo:

—Antes de su muerte, la Mano Negra me notificó que estabas de acuerdo con el rol de comandante al momento de su muerte.

Tragué, sin haber esperado que aquello llegara tan rápido. Sabía lo que tenía que hacerse, pero había esperado un poco más de tiempo. Decir que había estado temiendo este momento era una descripción insuficiente.

Los miré a los tres una y otra vez.

—Sí, juré que lideraría el ejército de Hank. Esto es lo que va a pasar: no va a haber guerra. Regresen con los hombres y díganles que se disuelvan. Todos los Nefilim que han hecho juramento están unidos por una ley que ningún ejército, sin importar cuán grande sea, puede derrocar. Entrar en guerra, en este punto, seria suicidio. Los ángeles caídos ya están planeando un castigo justo y nuestra única esperanza es dejar claro que no vamos a pelear con ellos. No de esta forma. Se ha terminado, y pueden decirle a sus hombres que es una orden.

Dante sonrió, pero su expresión mantenía un filo.

—Preferiría no discutir esto con ángel caído por aquí. —Posó sus ojos en Patch—. ¿Nos das un minuto?

Yo dije:

—Creo que es bastante obvio que pedirle a Patch que se vaya no tiene sentido. Le voy a contar todo. —Con la Mirada irritada de Dante, agregué—: Cuando le hice el juramento a Hank, nunca dije nada sobre terminar con Patch. Que la conversación empiece.

El brusco asentimiento de Dante fue cualquier cosa menos aceptante.

—Entonces dejemos una cosa clara. Esto no se ha terminado. Está paralizado, pero no se ha terminado. La Mano Negra estimuló una revolución y decir que se ha terminado no va a ser suficiente para calmar los ánimos.

—No estoy preocupada por calmar los ánimos. Estoy preocupada por la raza Nefilim como un todo. Estoy pensando en qué es lo mejor para todos. 

Scott, Dante, y Tony compartieron una silenciosa mirada. Al final, Dante pareció hablar por los tres:

—Entonces tenemos un problema más grande. Porque los Nefilim piensan que la rebelión es lo mejor para ellos.

—¿Cuántos Nefilim? —preguntó Patch.

—Miles. Suficientes para llenar una ciudad. —Los ojos de Dante se posaron en los míos—. Si no los guías a la libertad, romperás tu voto. En poco tiempo, tu  cabeza estará en la línea, Nora.

Miré fijamente a Patch.

<<Mantén tu posición>>, habló con calma en mis pensamientos. <<Diles que la guerra ha terminado y no hay espacio para negociaciones.>>

—Hice un juramento para liderar el ejército de Hank —le dije a Dante—. Nunca prometí libertad.

—Si no le declaras la guerra a los ángeles caídos, instantáneamente crearás enemistad con miles de Nefilim —respondió él.

Y, si lo hago, pensé débilmente, puede que también le declare la guerra a los arcángeles. Ellos habían dejado que Hank muriera porque Patch les prometió que yo detendría la revolución.

Volví mi atención a Patch y supe que estábamos compartiendo el mismo pensamiento espeluznante. De cualquier manera, la guerra estaba por venir.

Todo lo que tenía que hacer ahora, era decidir cuál sería mi oponente.

FIN DEL 3ER. LIBRO. A CONTINUACIÓN... 🖤 FINALE.🖤

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