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26: Te escogí

Caden

«Eres todo lo que tengo, y tienes prohibido dejarme, Noah»

Que mujer tan interesante.

Tapé la mitad de mi cara y reí, cuando escuché a Emily hacer lo mismo.

—Como se nota que eres doctora. Eres muy interesante, pero usar la psicología no es algo que le funcione o vaya a tono con este momento— solté.

—Nunca había conocido a alguien tan patética. ¿Esa es tu forma de obligar a un hombre a quedarse contigo? ¿Por qué no nos haces el favor y nos facilitas las cosas? Procura moverla un poco hacia tu derecha, acercarla más a tu piel hasta que sientas el frío de ella y de un jalón rápido, te aseguro que lograrás tu objetivo.

Miré a la doctora, y realmente la acercó más a su cuello.

—Permíteme ayudarte, sería un placer— trató de acercarse a ella, y le agarré el brazo.

—Déjanos a solas, pequeña— le pedí.

—¿Qué? ¿Acaso estás evitando que lo haga, papá?

—Hablaremos de eso con calma luego, ahora permíteme hablar con la doctora a solas, muñeca.

Emily la miró molesta, y pasó por su lado dándole un empujón y cerró la puerta.

Emily

—¿Cómo es posible que mi padre la está defendiendo? — le di un golpe a la pared, y miré hacia Kevin—. Hablaremos ahora, tengo mucho que contarte, cielo— sonreí.

Caden

—¿Dónde está esa mujer inteligente que me gustaba?

—Eres un mentiroso, Caden. Jamás te gusté, solo me veías como una herramienta para salir de ese lugar. Me ilusionaste, para ahora tirarme como un trapo sucio a un lado.

—¿Cómo crees que sería capaz de eso, doctora? ¿Me ve cara de ser tan cruel? Jamás le haría daño a una mujer tan linda como tú— caminé lentamente hacia ella, y se me quedó viendo.

—Mentira.

—¿Realmente te gusto mucho?

—¿No te lo he demostrado lo suficiente?

—Aún no, y con esto que estás haciendo, solo me demuestras que no te importo, porque si lo hiciera, no me estarías dejando solo. Yo aún necesito de ti, doctora.

—¿Lo ves? Solo necesitas de mi. ¿Qué más necesitas que no te haya dado, Caden? — gritó, y le agarré ambas manos, alejando el cuchillo de su cuello.

—Uy, que peligro. Una linda mujer como tú, no debería usar este cuchillo, a no ser que vaya a cocinar algo delicioso para mí.

—Suéltame, Caden.

—No— la empujé contra la pared, y coloqué el cuchillo en su cuello—. ¿Por qué luces asustada? ¿No lo tenías ahí hace un momento?

—¿Vas a matarme?

—No, pero voy a lastimarte; de una forma que nunca más, volverás a amenazarme con tu vida, doctora—sonreí.

Moví el cuchillo a un lado un poco, para poder acercarme a su cuello y puede percibir ese perfume dulce. El hambre no tardó en aparecer. Respiré en su cuello y se movió un poco.

—Si te mueves demás puedes cortarte tu misma, y sería desafortunado que me dejes sin probarte— bajé a su hombro, y lo miré—. Dijiste que harías lo que fuera por mí, ¿Cierto?

—Sí, Caden.

—¿Soportarías el dolor por mi, doctora?

—Lo haría.

—Es una buena respuesta, pero muy contradictoria para haber tomado la decisión de poner un cuchillo en tu cuello hace un momento— mordí fuertemente una pequeña parte de su hombro, lo que la hizo quejarse.

El cuchillo estaba tan cerca a su cuello, que al moverse, la corté un poco y lo alejé. Su sabor si era irresistible, no tanto como el de Suzy, pero si me producía la misma apetencia. Su camisa no tardó en pintarse de su sangre. Mientras masticaba, la miré y lágrimas bajaban por su mejilla, algo que lo consideré sumamente entretenido y excitante. Me había parecido extraño el que no hubiera gritado tan fuerte, pero lo entendí al mirarla. Estaba mordiendo su labio inferior, tan fuerte que, un poco de sangre bajaba de el.

Tiré el cuchillo al suelo y coloqué mi mano alrededor de su cuello.

Aunque deseo y debo matarla, algo me lo impide, y es que, aún necesito de ella.

Lamí sus labios, y sonreí.

—Sellemos nuestro amor, doctora.

Emily

—¿Por qué le llamaste papá?

—Porque es mi papá, Kevin.

—No lo comprendo.

—Quienes murieron fueron mis padres adoptivos.

—No me habías dicho eso.

Me levanté del sofá, y caminé a la cocina para coger el cuchillo y llevarlo a mi espalda.

—Hay muchas cosas que no sabes, y creo que ha llegado el momento, mi amor.

—¿Qué te sucede?— se levantó del sofá, y se me quedó viendo.

—Que ya no tengo que ocultarme, Kevin— caminé hacia el interruptor de la luz.

—Me estás asustando, Emily. No hagas esas cosas.

—Me habías contado la historia de esta casa, y realmente me parece muy interesante la forma en que lo describen todos; en especial tu. Es una lastima que casi nadie sepa la realidad de lo que aquí pasaba, pero yo te lo puedo decir con mucho gusto.

—No quiero hablar de ese tema. No sé por qué lo mencionas ahora.

—Mencionaste que en esta casa había una niña de once años, y que nadie sabía de su paradero, ¿Qué pasaría si te digo que yo sí sé sobre ella?

—¿Cómo podrías saber sobre eso, Emily? Nadie sabe de eso. Creo que solo estás tratando de asustarme como siempre haces, y en realidad, no es gracioso.

—¿Aún deseas saber quién es esa niña? — se quedó en silencio mirándome—. Soy yo, Kevin. Y tengo la respuesta a esa duda que tenías; a mi familia, tanto como a mí, nos encanta la carne— reí—; Y ya lo he decidido — lo señalé con el cuchillo—, tú serás la cena de esta noche— apagué las luces.  

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