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Capítulo 21: ¡Llama a Papi!

Editor: Nyoi-Bo Studio

Mientras el público abucheaba, el hombre corpulento a quien Wang Baole le estaba torciendo el dedo se estremeció. Sus ojos estaban llenos de lágrimas; el dolor de tener su dedo torcido era realmente desgarrador. Lo volvía loco.

Era difícil de describir. Se sentía como si toda su fuerza hubiese sido drenada y una terrible agonía pulsara a través de su dedo como un oleaje. Dejó su cuero cabelludo hormigueando, mientras empezaba a odiar el simple hecho de tener dedos.

Esta experiencia hizo que su odio se intensificara, pero no se atrevía a revelar nada de eso. Su cuerpo no podía evitar conformarse con los movimientos de Wang Baole, temeroso de que un ligero tirón suyo pudiera romperle el dedo.

Sin embargo, no pudo evitar sentir una profunda sensación de indignación. Después de todo, cualquiera podría, en definitiva, sentirse descontento si le torcieran sus dedos en un combate. Si él pudiera lidiar con eso, hubiese mordisqueado la carne de Wang Baole, pero ahora que su dedo estaba en la mano de este, todo lo que podía hacer era maldecir interiormente su falta de vergüenza. Casi rompe sus dientes por rechinar la mandíbula con fuerza, mientras rogó por clemencia de inmediato.

―Déjame ir. Eso duele… Yo… ¡admito la derrota!

―Admitir la derrota te hace un buen chico. ―Wang Baole no pensaba de sí mismo como un bastardo sin misericordia. Sintiéndose profundamente satisfecho, liberó el dedo y dejó la arena, mientras el hombre tenía un agraviado aspecto de furia.

Con un sentimiento complacido, Wang Baole sintió que había desahogado la mayoría de los sentimientos que tenía al ser torturado por el compañero de entrenamiento avanzado. El sentimiento lo hizo encontrar al club de pelea de estilo libre como algo excelente.

«No es tu culpa perder por mi mejor movimiento. Solo puedes culparme por ser demasiado fuerte». Wang Baole suspiró. Lucía como si fuera invencible. ¿El gordito había olvidado los trágicos llantos que dejaba salir antes, cuando le torcían los dedos? Claramente, sintiéndose cómodo y encantado por completo, automáticamente pasó por alto el trágico estado en el que se encontraba al practicar ese movimiento.

Si las miradas pudiesen matar, Wang Baole tendría el corazón perforado mil veces por el hombre fornido, para al menos anular lo que se contuvo cuando le torció su dedo.

En el momento en que Wang Baole dio un paso fuera de la arena, los espectadores que lo rodeaban abuchearon de inmediato, y sin cesar. Sin embargo, todo esto fue indeliberadamente ignorado por Wang Baole.

En su emoción, empezó a buscar otras arenas con alegría y pronto, encontró una. Luego de verla por un momento, dio un paso hacia adelante.

Su oponente era un joven muy arrogante. Al notar el inminente desafío de Wang Baole, dijo de inmediato, con una voz fría―: ¡Reporta tu nombre!

Wang Baole pestañeó y no respondió de inmediato. Supo que el joven era muy ágil y rápido solo con verlo. Pensaba que tomaría algo de tiempo si su oponente se mantenía escapando. Por lo tanto, la mejor solución era hacer que su oponente se acercara por su propia iniciativa. Cuando escuchó eso, hubo un débil destello en sus ojos mientras tomaba una postura humilde y ahuecaba los puños para inclinarse.

―Yo soy…

Antes de que Wang Baole finalizara la oración, los ojos del joven centellearon mientras una mofa despectiva se escapó de la comisura de la boca. Saltó y silbó a una velocidad extremadamente rápida. Llegó hacia el frente de Wang Baole en un instante, y le dio un puñetazo.

―¿Tratando de usar trucos contra mí? ―los ojos de Wang Baole se iluminaron. No solo no esquivó, sino que hasta dio un repentino paso hacia adelante. Golpeó al joven que se acercaba, como una montaña que rugía.

―¡Vamos, pelea conmigo frente a frente si tienes lo que hace falta!

El joven hizo una mueca con desdén. Tomó unos pocos pasos que parecían pasos en falso, pero milagrosamente evitaron a Wang Baole y lo hicieron aparecer detrás de él.

―Eres tan gordo. Lo que es más, estás dando Piedras Espirituales gratis. Debe ser difícil para ti. ―Mientras el joven ridiculizaba a Wang Baole, le asestó un derechazo en su espalda.

Antes de que el puño se conectara, Wang Baole emitió una fuerza de succión, causando que la figura del joven se sacudiera por un momento bajo su influencia. Mientras la expresión del joven cambiaba por su impresión, Wang Baole se giró en un instante. Su mano derecha tenía una fuerza de succión más fuerte mientras arrebataba su mano hacia adelante y tomaba el dedo del joven. Con una sonrisa engreída tirando en la comisura de su boca, lo torció hacia arriba y rugió―: ¡Arrodíllate!

Un llanto trágico salió de la boca del joven mientras su cuerpo se debilitaba en un instante. Sintió un dolor sin precedentes cuando Wang Baole rugió. Como si hubiese perdido el control de su cuerpo, se dejó caer en el suelo, arrodillándose.

―Déjame ir. ¡Duele! ¡De verdad duele!

Wang Baole miró al joven―: Odio a la gente que trama trucos retorcidos. ¡Admite rápido tu derrota y llámame «Papi»!

El joven era empujado al borde de la locura, mientras estaba a punto de maldecir. Sin embargo, en el momento en que Wang Baole puso algo de fuerza, la voz del joven de inmediato se tornó en un llanto incluso más agudo, mientras se apresuró a gritar―: ¡Papi, estaba equivocado! ¡Admito la derrota!

Wang Baole sintió solo una cómoda urgencia mientras liberaba la mano con una risa eufórica. Dejó la arena sintiéndose complacido consigo, y empezó a buscar al siguiente compañero de pelea.

El joven en la arena se frotó el dedo mientras miraba con furia la espalda de Wang Baole. Crujió sus dientes con impotencia. Era incapaz de frenar el sentimiento de indignación en él.

Esta batalla la había visto la multitud a su alrededor. Poco a poco, atrajo la atención de aquellos en la zona. Incluso había algunos que vieron las dos batallas de Wang Baole. Sus expresiones se tornaron extrañadas.

―¿Este gordito vino hacia acá a torcer dedos?

―Eso es demasiado enfermo. Tuerce los dedos al momento en que ataca…

Wang Baole empezó su tercera batalla bajo las miradas observadoras de la pequeña multitud. Continuó a su tercera, cuarta y quinta batalla. Mientras más peleaba, más emoción sentía. Sus movimientos se hicieron más experimentados. De necesitar algo de tiempo para torcer dedos al principio, al final pudo torcer un dedo con precisión en un instante una vez que lo atacaban, no importaba quién fuese su oponente.

Durante este período de tiempo… hubo una serie de llantos trágicos saliendo desde el club.

―¡Cielos, déjame ir!

―Duele. ¡Duele demasiado!

―Conejo, eres un desvergonzado. Si tienes lo que se necesita, ¡no tuerzas nuestros dedos!

―Déjame ir… Papi, estaba equivocado. Admito la derrota…

El club de pelea de estilo libre no se sintió igual luego de la aparición de Wang Baole. Mientras los llantos trágicos se sucedían, más y más personas le prestaban atención. El bullicio y las discusiones se esparcieron por todos lados, atrayendo la atención de más gente.

―Qué sinvergüenza. ¡Es demasiado astuto!

―Este conejo gordo no luce débil, pero ¿por qué disfruta torcer dedos y hacer que la gente lo llame Papi?

―Demonios, ni siquiera libera los dedos de las mujeres.

Mientras la gente discutía el asunto con furia, Wang Baole caminó fuera de la arena con sus manos tras su espalda. Bajo las miradas iracundas del público, caminó con su cabeza en alto y su pecho hinchado en busca de su nuevo compañero de pelea. No tenía temor alguno, ya que conocía las reglas del club de pelea.

Sin embargo, habiendo causado una conmoción, las expresiones de muchas personas en las arenas varias cambiaban en el momento en que lo veían. Cerraban sus arenas de inmediato. De algún modo, esto dejó a Wang Baole deprimido. Sin embargo, Wang Baole sacó la ficha de identidad que le habían dado en la bola de cristal.

Había muchas notificaciones de pelea. Esto lo puso de buen humor, mientras se apresuraba de vuelta a su arena. Ya había cientos de personas alrededor de ella. Una gran cantidad de ellos tenían caras familiares. Eran sus oponentes pasados, como el joven y el primer hombre de antes.

Cuando vieron a Wang Baole regresar, todos ellos lo miraron con furia.

―Oh. Son ustedes, chicos. No se apuren, ya llegará su turno. Para ser honesto, entiendo lo que todos ustedes están sintiendo. ―Wang Baole rio fuerte mientras los saludaba e iba hacia la arena. En el momento en el que entró, el joven que había intentado hacer una artimaña pero terminó llamándolo «Papi» se apresuró hacia adelante.

―Conejo, ¡te desafío! ―con eso dicho, el joven usó su impresionante velocidad para abalanzarse hacia Wang Baole. Tenía un gran descontento por su pérdida, ya que no había estado preparado. ¡Estaba determinado a que no le torcieran los dedos esta vez!

Sin embargo, solo tomó unos segundos más antes de que los trágicos llantos hicieran eco a lo largo de la arena.

―Papi, estaba equivocado. ¡Admito la derrota!

Wang Baole había torcido el dedo del joven con una mirada pensativa. Impresionado por su inteligencia, miró al joven, antes de dejarlo ir.

Sin embargo, justo después de que el joven caminara fuera de la arena, rechinó sus dientes y se dio la vuelta antes de que nadie más entrara. Se abalanzó nuevamente, con sus ojos inyectados en sangre.

―¡Otra vez! ―se sentía extremadamente descontento. Aunque la torcedura de dedos era dolorosa, sintió que como estudiante de la facultad de Combate de la Universidad Etérea Dao, debía buscar venganza. En medio de su rugido, cambió de estrategia. En vez de usar sus manos, usaría sus pies.

Claramente, había subestimado a Wang Baole. Pronto, este último ubicó su dedo mientras llantos trágicos reverberaban por doquier.

―Papi, fue mi culpa.

Al final, incluso Wang Baole estaba pasmado. El joven se parecía muchísimo a su «yo anterior». Se abalanzaba, una y otra vez, momentos luego de la derrota. Sus ojos de un rojo carmesí, como si quisiera morder a alguien. Hasta Wang Baole lo encontraba bastante aterrador.

La multitud a su alrededor se incrementó en número, llegando a más de mil. Las personas a quienes Wang Baole les había torcido el dedo crujían sus dientes, llenos de odio. Lo despreciaban enormemente.

―Sinvergüenza, ¡eres demasiado sinvergüenza!

―Este conejo gordo solo sabe cómo torcer dedos. ¡Estoy dispuesto a ofrecerle una Piedra Espiritual a quien sea que lo derrote!

Con los rugidos furiosos de esta gente, el público aumentó y se puso incluso más alborotado.

El joven no se rindió, pero cada intento invariablemente terminaba con él gritando «Papi».

Al final, los diez dedos del joven se habían puesto morados. Lo sacaron de la arena en una camilla, luciendo como si la vida no significara nada para él. Pronto, otros se adelantaron a desafiar a Wang Baole. Venían en todos los géneros y edades.

Mucho después, una chica pequeña usando una máscara de gatita corrió bañada en lágrimas luego de que le torcieran el dedo. Como resultado, la multitud a su alrededor estalló de indignación.

―No puedo soportarlo. Realmente torció el dedo de mi amada Diosa Felina. ¡Qué maldito!

―¡Todavía estoy dispuesto a darle una Piedra Espiritual a cualquier experto que pueda darle una gran paliza a este conejo gordo! Si pueden derribar su máscara, ¡añadiré otra Piedra Espiritual!

Wang Baole miró a la multitud sin control, y de inmediato sintió un escalofrío del miedo. Se apresuró a cerrar su arena. Ahí parado, tosió secamente y sintió que sería un poco vergonzoso mostrar su miedo. Se dio palmaditas en la barriga.

―Eso es todo por hoy; no seguiré. Los oponentes son tan débiles que no tiene sentido. ―Wang Baole meneó su cabeza con un suspiro. Mientras el público a su alrededor emitía rugidos de ira aún más audibles, gritó con calma―: Regresar.

Mientras la plataforma se hundía, regresó a su cámara con lentitud, lo cual lo aisló del bullicio de afuera.

«Este club es un lugar bastante bueno». Wang Baole dejó escapar un suspiro de alivio después de entrar a la cámara. La emoción se elevó en su pecho de nuevo mientras se quitaba la máscara, sintiéndose complacido. Mantuvo la máscara cerca de su pecho mientras corría enérgico a través del pasadizo. Cuando salió por la puerta, ya estaba en el primer nivel.

En el momento en que salió, escuchó los bramidos furiosos de la multitud.

―¿Quién es el conejo? ¿Te atreves a salir?

―Demonios, conejo gordinflón. Si tienes lo que hace falta, ¡revela tu identidad y déjanos pelear aquí!

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