Zhang Shan regresó de su entrenamiento. Vio que Wang Zheng estaba cerrando los ojos para descansar y no estaba en buenas condiciones.
—¿Qué pasa, amigo, estás enfermo?
Wang Zheng abrió los ojos y se rio.
—Sólo tengo hambre.
Zhang Shan le miró fijamente.
—Estás de suerte. Ya que somos hermanos, prepararé algo para que comas.
Wang Zheng estaba sorprendido, al principio quería salir a comer.
—¿Sabes cocinar?
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