—Presidente Mu ... —murmuró Xi Xinyi.
Ya había pasado más de un mes desde que pasó ese incidente. Durante ese tiempo, ella luchó para controlarse. También había escuchado más o menos algunas de las cosas que él le había dicho a Xi Xiaye el otro día.
Después de eso, durante mucho tiempo, Mu Yuchen no vino a buscarla y éste incidente pareció haberse calmado. Inesperadamente, ahora de repente vino a buscarla.
—Me pregunto para qué me necesitas, presidente Mu.
Aunque Xi Xinyi no estaba contenta con Xi Xiaye, su resentimiento era más fuerte que su tristeza. Sin embargo, cuando se trataba de Mu Yuchen, no se atrevía a ser imprudente. Tal vez, también era porque éste hombre siempre había existido como un líder inaccesible, por lo que ella conocía mucho mejor su lugar frente a él.
—Ha pasado más de un mes. Quiero saber en qué has reflexionado. —se escuchó la voz tranquila de Mu Yuchen.
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