Las criadas y los criados estaban ocupados preparando la mansión para la celebración del cumpleaños de Leonard Carmichael, que tenía lugar esa noche. Se cortaron las ramas y las hojas secas del frente de la mansión. Se adornaron los arbustos, y había flores decorando todo el lugar; cuando ya no había más flores, se buscaban más en el pueblo cercano. Luego de muchos años, Leonard finalmente celebraría su cumpleaños con la familia en su mansión, había estado fuera casi una década. Era una ocasión especial y se había invitado a las personas de las clases más altas a conmemorar el cumpleaños del Duque.
No es necesario decir que Vivian, así como todos los que estaban ocupados con la celebración, se habían encargado de que todas las tareas que Paul le había asignado estuvieran cumplidas, sin perder ningún detalle de los pedido por la Señora Carmichael.
Incluso cuando no se trataba de su propio cumpleaños, la chica se había levantado temprano, más temprano que los días comunes. El suéter estaba envuelto en un papel marrón que había comprado el día anterior.
Con el regalo en sus manos, había ido hacia la habitación de Leonard, esperando poder saludarlo, pero el muchacho no estaba allí. Mientras Vivian limpiaba el retrato familiar que colgaba de la pared, levantó ocasionalmente la mirada para buscar a Leonard.
—¡Vivian!
Era Lady Charlotte, que estaba acompañada por su hermano Julliard y su primo Rhys.
—Me alegro de verte. –las chicas se abrazaron.
—Yo también me alegro de verte. ¿Acaban de llegar? ¿Les gustaría algo para beber? –les preguntó Vivian.
—Estoy bien, gracias. –respondió cordialmente Rhys, el primo más joven. Luego, miró hacia el retrato que Vivian estaba limpiando y preguntó–¿Cuándo lo han pintado?
—Leonard ha cambiado mucho. –la vampiresa rubia hizo aquel comentario al ver la pintura.
El Señor Carmichael se sentaba en una silla y su esposa estaba a su lado, mientras Leonard se paraba elegantemente detrás de ellos; su cabello se veía más claro de lo normal y le habían pintado un tono de piel un poco más cálido.
—El Señor Carmichael quería un retrato familiar y le pidió a un pintor de Valeria que lo hiciera en distintos momentos. El amo Leonard fue el último en ser pintado, no estaba muy emocionado. –Vivian podría ver las finas líneas en el ceño fruncido del muchacho, que el pintor había escondido bajo la variada paleta de colores que había utilizado en el lienzo, sus ojos no se perdían nada si se trataba de Leonard. –El amo Leonard no se encuentra en la mansión, salió temprano esta mañana, pero debería regresar pronto.
—¿No habías dicho que Lord Nicholas lo había llamado? –le preguntó Julliard a Rhys, y éste respondió:
—El Concejero ha puesto una tarea para cumplir en Bonelake y Valeria,quiere reunirlos a todos para darles información.
—Entonces, ¿no tendrías que estar allí? –Julliard sabía claramente que el Señor de Bonelake le guardaba cariño a Leonard, y también sabía que Rhys era un informante cercano al él. A diferencia de sus primos, Julliard había mantenido un perfil bajo en la sociedad vampírica, ya que había trabajado para el bienestar de los humanos.
—No en este momento. –respondió Rhys. –Creo que nuestras cosas están en las habitaciones de los invitados. Discúlpennos. –se dio la vuelta y comenzó a alejarse.
—Espero que nos acompañes esta noche, Vivian. –al escuchar a Julliard, la chica se preguntó si estaría bien el estar allí, a los criados no se les permitía estar a menos que estuvieran sirviendo a los invitados. En todos estos años, Paul nunca la había dejado salir durante las celebraciones que tenían lugar en la noche.
—¡Claro que estará allí! –dijo Charlotte y tomó a Vivian de la mano.
—Bueno, entonces permítanme retirarme también. –Julliard hizo una reverencia con la cabeza y fue a alcanzar a Rhys.
—Ven conmigo. Tengo algo que mostrarte. –Vivian todavía tenía mucho trabajo por hacer. –Sólo por unos minutos, te lo prometo.
Las chicas fueron a la habitación de invitados en donde se quedaba Lady Charlotte. Una vez adentro, Charlotte cerró la puerta con llave y Vivian observó cómo se inclinaba sobre su baúl, lo abría y buscaba algo entre su ropa. La chica volvió con un sobre en su mano.
—¿Qué es esto? –dijo Vivian mirando el sobre.
—Léelo.
Vivian sacó la carta del sobre y comenzó a leerla.
"Querida Charlotte,
Estoy encantado de decir que su padre aprobó nuestro matrimonio. He sido capturado por su belleza y naturaleza. Le escribo esta carta con la intención de que podamos arreglar para discutir nuestra boda, que tendrá lugar en unos meses. Estaré fuera del pueblo por dos semanas desde el momento en el que estoy escribiendo esta carta, pero una vez que regrese podremos encontrarnos un día. Espero verte pronto."
Bajo el pergamino había una firma que rezaba "David Harrison".
Durante las veces que los Easton habían visitado la mansión, Charlotte le había contado a Vivian que el Duque de Mythweald había tomado cierto interés en ella, pero la vampiresa no estaba interesada en aquel hombre. Su interés yacía en alguien más, un humano llamado Rory que provenía de una familia de clase baja.
—¿Has hablado con Rory sobre esto?
Charlotte asintió con la cabeza.
—Me ha pedido que me escapara con él. –las cejas de Vivian se arquearon levemente ante la idea. –Sé que no será fácil, pero no me puedo ver casada con el Duque, Vivi. Ya le ha entregado mi corazón y mi alma a Rory. Mi padre ni siquiera me consultó antes de dar la aprobación. –la chica caminó hacia la ventana y suspiró.
—¿Por qué no hablas con tu madre sobre ello? O con tu hermano Julliard. Estoy segura de que ellos te entenderán y le pedirán a tu padre que reescriba la carta que le ha enviado al Señor Harrison. –sugirió Vivian.
—No es tan fácil. Si lo fuera, no habría empacado mis cosas para irme. –Charlotte le dedicó una pequeña sonrisa. –Estamos en un momento en el que los humanos y los vampiros no confían unos en los otros. Nuestras familias no tienen resentimientos contra los humanos, pero eso no significa que quieran alejarse de sus tradiciones.
Quizá aquello era verdad, pero Vivian dudaba que su familia fuera así. De la forma en la que ella lo veía, la madre de Charlotte y sus hermanas eran vampiresas de mente abierta, no las conocía mucho, pero, entre todos los demás vampiros, eran las más decentes.
—No creo que sea así, Charlotte. ¿Por qué no intentar hablar alguna vez con tu madre sobre ello? Nunca se sabe si todo va a salir bien.
—Lo pensaré. –Charlotte suspiró otra vez y luego finalmente sonrió. –Mira esto. –sacó de su vestido una cadena metálica que tenía una concha marina colgando como un relicario.
—¿Te lo ha regalado Rory? Es muy bonito. –comentó Vivian mientras miraba de cerca la concha marina, que era plateada.
—Lo es, ¿verdad? –dijo Charlotte y volvió a meter la cadena dentro de su vestido. Luego, se dio la vuelta.
–Creo que Lord Nicholas también nos visitará esta noche. Es bueno finalmente poder ver a todos en casa, y tener una reunión familiar. Luego de que Leonard partió, fue muy difícil para nosotros estar en contacto con él, excepto por las cartas. Fue un momento triste, ninguno de nosotros esperaba que las cosas resultaran así.
Vivian sintió cómo su corazón se hundía con culpa. Hasta que no había crecido, ella entendía el por qué Leonard había sido enviado lejos de su familia. Luego, se había dado cuenta de que a Leonard lo habían castigado por su culpa. No recordaba todos los detalles, pero sabía que su oveja había iniciado todo el incidente.