—¡El Señor nos ha dado órdenes! —varias semicriaturas chamanes legendarios fueron a la carga en el campo de batalla, sin la más mínima vacilación. Malar había rugido sus órdenes y, siendo él el objeto de su fe, su fanatismo no les dejaba con más opción que sino obedecer.
Sin embargo, los líderes seculares de las semicriaturas se volvieron irritables. A pesar de su reticencia, los chamanes los habían empujado a la refriega.
—¿Cuánto tiempo falta para que estén listos los preparativos? —preguntó Mystra mientras se giraba hacia Tyr. Ella había logrado bloquear a los dioses orcos con su llama de plata, y Leylin había sido atrapado también.
—Necesito otro momento, esto es algo que tomamos prestado... —Tyr había alcanzado una bola de luz que estaba rodeada de chispas azules. Parecía extremadamente magnífico, y ejercía gran presión sobre los dioses orcos.
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