Gracias al sistema que anunciaba la posición de Zhang Yang cada 10 minutos, Zhang Yang no tenía la posibilidad de cubrir sus huellas. Sus perseguidores lo siguieron todo el camino a través del Páramo de Cielo Helado, por la Tierra de los Huesos Descompuestos y hasta la Llanura del Pasar. Después de morir repetidamente dos o tres veces, ya no podían seguir reviviendo y flotaban en estado fantasma cerca de sus cuerpos hasta que sea seguro resucitar otra vez.
—¿Todavía me siguen? Maldición. ¡Siguen viniendo! Malditos bastardos persistentes…—pensó molesto
Zhang Yang llegó a las Colinas del Ocaso y se volvió para observar su situación. Todo lo que vio era un enjambre de jugadores que cargaban a través de la llanura en una estampida masiva.
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