Qin Chu no dijo nada. Sin embargo, su presencia hizo que los demás se sintieran presionados. Al ver su persistencia, Song Yishi no tuvo otra opción que decirle su número de cuenta bancaria a Qin Chu.
—¿Cuánto gastaste en total?
—Menos de ochenta mil —dijo Song Yishi en voz baja.
Diez segundos después, su teléfono sonó. Song Yishi recibió un mensaje de la aplicación del banco.
—¿Por qué me diste tanto?
Song Yishi miró a Qin Chu al ver que Qin Chu le había mandado 100 mil yuanes.
—Como agradecimiento por cuidar de mi madre durante en estos días.
—Entonces, ¿me estás pagando por labor? —dijo amargamente Song Yishi.
Qin Chu se quedó en silencio.
—Yishi, ya que Chu quiere dártelo, deberías conservarlo. Considéralo un regalo de su parte. Ya te lo ha dado —dijo la señora Qin intentado mediar.
—Vámonos.
Qin Chu ayudó a su madre y la colocó en su silla de ruedas. Luego, ellos se marcharon juntos.
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