Roland fue directo al grano.
—¿Realmente vendes salitre en Ciudad del Rey?
La sonrisa en el rostro de Margaret ya no era una falsa formalidad, sino que se hizo más sincera y cordial.
—No, su alteza. Vendo muchos productos, desde piedras preciosas hasta telas, y también dirijo posadas y tabernas. De hecho, comencé a vender salitre hace un mes. El anterior propietario de un negocio lo perdió todo en mi casino y tuvo que poner un gravamen sobre su planta.
Ella no solo vende diversos productos, sino que también participa en la industria de servicios. ¿Qué tipo de empresaria es?
Roland sabía que se necesitaba más que capital para operar un casino en Ciudad del Rey. Golpeó el escritorio, pero Ruiseñor simplemente le pellizcó el cuello, lo que significaba que Margaret estaba usando una Piedra de Represalia de Dios que bloqueaba su escrutinio.
Un momento... Si Ruiseñor no podía detectar mentiras, ¿por qué le pellizcó el hombro derecho antes?
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