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추파카브라

Era de noche. Hoseok y su papá miraban televisión en la sala de estar, sentados en un sofá. Su mamá preparaba la cena.

El noticiero (y todos los habitantes de la zona) hablaban de las extrañas muertes de animales en la región. Primero fueron dos vacas, y luego un caballo. Aparecían tirados en el césped, sin ojos, sin orejas, sin lengua. También les faltaban muchos órganos internos.

- Es increíble - dijo su papá - Nunca se vio algo así.

El periodista del noticiero explicó:

- Todos los cortes se hicieron con gran precisión, como con un bisturí. Por las características que presentan los cadáveres, se descarta que el agresor haya sido una persona. Podría tratarse de alguna especie animal desconocida. O tal vez...

Ahí el periodista hizo un silencio y miró fijamente a la cámara.

- Tal vez de trate de otra cosa... - agregó.

- ¡De nuevo con ese cuento! - se enojó el papá de Hoseok.

Él ya sabía qué era esa "otra cosa". En el colegio se hablaba de eso todo el tiempo. Lo llamaban "El chupacabras". Dos o tres personas aseguraban haberlo visto. Lo describían como una criatura con algo de reptil y semejante a las imágenes de extraterrestres difundidas por el cine. Un ser de aproximadamente un metro de altura, con la piel manchada, parecida a la de una rana, pero con púas en la cabeza y en la espalda. Con ojos de color rojo y de gran tamaño. Un ser silencioso que se mueve rápido como una sombra.

A continuación, en el noticiero aparecieron tres mujeres. Decían que lo habían visto de noche, en la ruta, mientras esperaban el autobús de larga distancia.

Después habló el conductor de dicho autobús:

- Yo estaba parado en el paso a nivel, esperando que pasará el tren. Arranco y veo algo que pasa por delante. Entonces freno. Como había poca luz, me pareció un perro que cruzaba la calle, pero después miré bien, y le juro que era un bicho que nunca había visto en mi vida... horrible...

El papá de Hoseok se paró y apagó el televisor.

- ¡No! - protestó él, entusiasmado con el relato del chofer.

- Son puros inventos, hijo - dijo su papá - No hay que perder el tiempo escuchando esas tonterías.

Su mamá llegó con la comida y se sentaron a la mesa.

- ¿Y quién mató a los animales, entonces? - preguntó Hoseok.

- Seguramente habrá una explicación científica - dijo su mamá, sirviendo los platos.

- Quizás sea algún tipo de predador poco conocido - sugirió su papá.

Pero a Hoseok no lo conformaron esas afirmaciones. En el colegio, al día siguiente, todos discutían el caso. La maestra tardó media hora en lograr que los chicos hicieran silencio. Después empezó a pasar lista.

- Park.

- Presente - dijo Park.

- Kim - dijo la maestra.

Nadie contestó. Kim Seokjin, el mejor amigo de Hoseok, no estaba

- "¡Que raro!" - pensó él.

Cuando la maestra iba a seguir con la lista, se oyó un ruido que venía de afuera. Todos miraron hacia la ventana que daba a la calle. Ahí estaba, en pleno día: una cabeza gris, con púas y con grandes ojos rojos, como los de una mosca, asomada mirando el aula. A la maestra se le cayó el registro de las manos. Algunos chicos gritaron y otros se quedaron mudos de terror. La cosa los miraba fijo tras la ventana. Después hizo unos movimientos raros. "Esos ojos...", pensó Hoseok, "parecen de papel glasé". Entonces, la horripilante criatura se agarró la cabeza con las manos... y se la sacó.

¡Era un disfraz! Abajo estaba Kim Seokjin, que reía a carcajadas.

- ¡¡Kim!! - gritó la maestra - ¡¡Entre inmediatamente!!

Estaba furiosa. Le dijo a Seokjin que aquellas no eran cosas para andar bromeando. Le dio tarea extra para la casa y no lo dejó salir a ningún recreo.

A la salida, Hoseok invitó a Seokjin a tomar la merienda en su casa.

- Paso por mi casa y después voy - dijo Seokjin.

- ¡Traé el disfraz! - pidió Hoseok, pensando cuánto iban a divertirse.

Se despidieron en una esquina. Empezaba a soplar un viento frío y húmedo desde el sur, levantando polvo. Se acercaba una tormenta. Nubes negras, cargadas de agua, se amontanaban oscureciendo el cielo.

Hoseok apuró el paso. Sus padres no estaban en casa. Al llegar, dejó las cosas, se sirvió jugo, preparó tostadas y se sentó a mirar la televisión. Pero el programa duró poco: el viento soplaba con tanta furia que tiró la antena del techo.

El día se había puesto muy oscuro, casi negro. A lo lejos se divisaban impresionantes rayos. Vibraban un instante entre el cielo y la tierra, iluminando la penumbra con su descarga eléctrica. Y despues llegaba el sonido del trueno: un temible bramido que repercutía en los vidrios y las paredes de la casa.

- "Seokjin no va a venir" - pensó Hoseok desilusionado - "Y encima no hay tele".

Las primeras gotas de lluvia golpearon contra la ventana. No quedaba nadie en la calle. En eso sonó el teléfono. Era su papá

- Cierra bien las ventanas y baja las persianas - dijo - Se viene una tormenta terrible. Nosotros vamos a tratar de llegar en un rato.

Hoseok colgó e hizo lo que su papá le había pedido.

La lluvia se desató de golpe, con violencia. El viento parecía querer arrancar los árboles. Desde la ventana de la sala de estar, él vió de pronto, en la esquina desierta, algo que lo sorprendío. Era una figura baja, un animal raro de piel gris y manchada, con púas. Sus ojos eran rojos y grandes.

- ¡Seokjin! - gritó Hoseok. Le hizo señas con la mano, para saludarlo. La cosa lo miró.

- "Pero es imposible que se haya animado a salir con este tiempo" - pensó Hoseok. En la calle, azotada por el chaparrón, todo volaba en remolinos: hojas, bolsas y papeles...

Hoseok levantó el tubo del teléfono y marcó un número. Del otro lado atendió una voz conocida. Era Seokjin.

- Hola - dijo Seokjin.

Pero Hoseok no contestó. Seguía mirando a la criatura, parada ahí, en medio de la tormenta, sin que le importara la lluvia, ni el viento, ni los rayos, ni nada.

- ¿Hola? - volvió a decir Seokjin, al otro lado del teléfono.

Hoseok colgó. "El chupacabras", de golpe, dio un salto y subió a un árbol, y luego pasó a otro, como si volara. Y después desapareció de la vista, justo cuando el auto de sus papás doblaba la calle.

Al entrar en la casa, encontraron a Hoseok junto a la ventana, pálido y mudo. Creyeron que tenía fiebre y lo mandaron a la cama.

Desde ese día ya pasó un mes. Pero Hoseok no quiere salir de la casa. Si abren la ventana de su cuarto, se pone a gritar como loco. No da explicaciones, y casi no habla, pero los médicos dicen que está sano. Que cualquier día de estos se le pasará.