—Voy a visitar a Xia Wushuang —respondió Xinghe.
...
Wushuang también estaba internada en el mismo lugar. Cuando Xinghe entró a su habitación, se dio cuenta entonces qué tan grave era la situación de Wushuang.
Todo su cuerpo, especialmente su rostro, estaba vendado. El vendaje empezaba desde la parte inferior izquierda de su barbilla, cruzaba por su nariz y rodeaba su cabeza.
A pesar que las heridas no se veían por el vendaje, era obvio que su cara estaba gravemente golpeada.
De hecho, estaba tan golpeada, que cualquiera diría que no era Wushuang la que estaba acostada en la cama.
Si no hubiese sido por ese par de ojos colmados de odio que miraban directamente a Xinghe, Xinghe no estaría segura de que fuera ella.
—Perra, pagarás por esto…
Wushuang gruñó con su tráquea rota desde el momento en que Xinghe entró.
Xinghe sonrió ligeramente.
—Oh, eres tú, Xia Wushuang. Me sorprende que aún estés viva.
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