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Rey De-Heavens

En un mundo ya creado a sus espaldas, el genuino creador emerge. Entre seres mutantes, en un espacio natural pleno, que se ofrece con todo su esplendor, pero también con todo su peligro, Rey debe recuperar lo propio. Ser casi incorpóreo, casi invisible -¿trepa, corre, repta, vuela…?-, atravesando luchas desiguales con seres diferentes, le consolida su derecho a la existencia. Magia tenebrosa recorre estas líneas… Sumérgete en la jungla. Lucha con ellos. Descifra el misterio. Esto es una novela ligera, el libro fue oficialmente publicado bajo el mismo título.

RamonHGuiardinu · Fantaisie
Pas assez d’évaluations
13 Chs

Capítulo 7: El camino de un guerrero

Rey regresó su rostro a la normalidad, aunque el pequeño felino sobre su cabeza parecía quedarse dormido.

—¿Estarías dispuesto a ayudarme en esa situación como mi maestro?

—Solo si tus ojos me lo piden.

Como quien quería confirmar su suposición, Heroclades arrojó una suposición acompañada por una mirada penetrante y seria:

—Entonces si sabes a lo que me refiero con la palabra aliados —habló como si de un secreto se tratase, como si un crimen estuviese a punto de ser cometido.

Alguien ingenuo no era capaz de sobrevivir. Pero su discípulo no era ingenuo del todo, si en verdad tenía recuerdos de cuando era pequeño seguro había podido notar las intenciones de Katherine.

—Tu comportamiento al despedirte de tus hermanos me dio una pista —dijo Heroclades como buen investigador—. Quieres y esperas que sigan siendo tu familia cuando regresen de su entrenamiento, especialmente porque notaste que tanto Katherine como Miján se sienten incómodos con tu presencia en la manada, y que tal vez sus pensamientos le terminen influenciando. También sabes por qué tus hermanos tienen algo que tú no. ¿Me equivoco?

Rey negó con su cabeza ante la última pregunta.

Regresando a su carácter jocoso, Heroclades continuó:

—En conclusión, "entrenaremos" por el día cada vez que regreses y cada noche tendrás la oportunidad de medir tu fuerza al tratar de ser libre, de aprender lo que te plazca y encontrar escapatoria de tu debilidad, de Katherine, de Miján, de tus padres y, con un poco de suerte, del proceso de iniciación.

—Heroclades… —Fue interrumpido por su maestro.

Heroclades, cortando las palabras de su discípulo, con un dedo en alto, dio una aclaración:

—Puedes llamarme Hero, así como los demás lo hacen… Te escucho.

Rey, tras rectificarse a sí mismo, dijo:

—Hero —continuó —, ¿realmente crees que no podré alcanzar la fuerza suficiente como para poder enfrentarme a cualquier situación? —dijo con desconfianza, arrogancia y altanería, como quien aún no confiaba en los motivos por los cuales se le daba la oportunidad de escapar si era obviamente lo que menos su madre quería que sucediese.

Heroclades detuvo su respiración por un momento. Se dio cuenta de que Rey, por la manera en la que había usado sus palabras, sabía algo que tal vez él no sabía. Muy pequeño y muy ingenuo era su discípulo para hablar con tanta seguridad y que fuera un farol. Él, con una sonrisa en su rostro, retomo el aire y dijo:

—Esa actitud. Me recuerdas a los grandes héroes que han vivido a lo largo de la historia. Ellos eran sujetos que no le temían a nada. Miraban a la muerte a los ojos. Estaban acostumbrados a pelear y mantenerse siempre firmes sin claudicar. Aunque todos tenían algo en común: para ser lo que eran habían pasado por incontables calvarios y odiseas que no se creían posibles. Si dijese que tal milagro es imposible, estoy seguro de que brotarán lágrimas de aflicción.

—Me da más tranquilidad saber que puedo contar contigo —respondió con una sonrisa.

—Me gusta tu motivación y te digo que serás un triunfador como esos héroes. Con el color de tus ojos y después de la primera impresión que nos diste a todos cuando caíste, ¡hace de que aún estés vivo un verdadero milagro!

Poniendo una rodilla sobre el suelo y su brazo derecho sobre el hombro izquierdo de su discípulo continuó.

—Regresando al tema. Presta atención… Rey, lo que separa a los triunfadores de los perdedores es que el triunfador se lo toma todo como un reto y el perdedor solo encuentra excusas para intentar escapar de su posición. Sé y confío en que cada vez que regreses de dentro de ese bosque tendrás una mejor noción de cuál es tu camino, una capa adicional de experiencia y más conocimientos. Ahora tal vez te parezca una idea alocada, pero ¿qué mejores maestros existen en este lugar que los árboles que componen el Bosque Siempre Cambiante?

Rey miró al anciano con ojos dudosos. Los árboles no hablaban, cómo iban a ser los mejores maestros, si no podían enseñar mediante palabras, mucho menos explicar algo.

Heroclades continuó:

—Ellos no llegaron a ese tamaño ni a ser lo que son sin antes resistir las mordidas del tiempo, luchar contra el viento, la lluvia y la tierra.

Haciendo una pausa, comenzó a reír en voz alta. A pesar de todo lo que había hablado y de que eran claras divagaciones sin sentido, el pequeño le prestaba atención. Como si esos ojos blancos fueran vórtices que lo absolvían todo. Tras darse una palmada en la frente y ponerse de pie, decidió dejar de divagar y continuó:

—Para serte sincero, me siento de buena gana y también tomaré un poco de tiempo para construir el lugar en el que vamos a vivir. Puedes marcharte y probar mi teoría, te lo dejo como primera tarea. Mientras razonas y formulas tus propias conclusiones, trata de aprender de los árboles y la naturaleza, que es mucho más sabia que yo. No olvides llevarte algo de comida contigo para el camino y encaja en tu mente los últimos consejos de este viejo maestro tuyo.

Rey asintió.

Heroclades prosiguió:

—¡Que el dolor, el sudor, la sangre y la victoria te mantenga con vida! ¡¡¡Pelear es tomar a la vida y a la muerte de la mano mientras danzas en un campo lleno de posibilidades!!! Si quieres aprender a bailar dentro de dicha tempestad, no te enfoques en las posibilidades, enfócate en tu cuerpo y ¡¡¡no temas improvisar!!!…

Rey respiró con profundidad ante las enérgicas palabras de su maestro, pegó la vuelta y siguió caminando por la maleza en dirección al bosque.

El pequeño anduvo hasta que estuvo seguro de que Heroclades ya no le podía ver, caminó como mismo lo hacía un gato que robaba comida, listo para correr y escapar de cualquier golpe. Pero no, no se le dio reprimenda y se alejó lo suficiente como para terminar en un mundo totalmente abierto y nuevo. El cielo luminoso en la distancia se sentía tan cerca como el pasto. Sin embargo, aunque él extendiera su mano, no podía agarrarlo, al contrario de la hierba. Rey miró los árboles negros que se erguían grandes y soberanos, mismos que ahora podía alcanzar, y detrás de ellos, tal vez un deseo distante con olor a libertad.

Rey sabía que tenía que valerse por sí solo en aquel lugar. Era bueno fantasear, pero la realidad se podía volver incompatible con la vida en cualquier momento. "Nunca he visto a alguien morir, tampoco sé cómo se siente matar", se dijo. Debía ser fuerte, tan fuerte como pudiera ser, también, tenía que aprender, tanto como las experiencias pudieran enseñarle y seguir adelante hasta que nada estuviese fuera de su alcance.

Aun con el cachorro de guardián del Paraíso en su cabeza, Rey se percató de un inmenso bulto blanco que caminaba a cuatro patas por el lugar. El animal era casi tres veces más grande que un ligre y parecía estar comiendo hierba. Se miraba inofensivo y calmado, aunque un gigantesco felino le estuviera observando agazapado.

—¿Lo conoces? —preguntó Rey al pequeño felino, quien solo le dio un bramido en respuesta—. Creo que eso fue un "no". De todas maneras, será interesante de mirar, ¿no crees? —preguntó Rey, a lo cual esta vez el cachorro no respondió—. Por cierto, tal vez deba llamarte de alguna manera. ¡Hmmmm! Ya se me ocurrirá un nombre para ti luego, ahora no creo que tenga importancia…

En ese mismo momento, pero en otra parte, Maryam manifestaba su furia a través de una discreta sonrisa a punto de romperse. Aunque mantuviera su rostro sonriente, la madre no lograba entender cómo era posible que tuviera que separarse de sus hijos cuando literalmente tenían solo un día de nacidos. Wulfgang, con la intención de calmarla, intentaba explicarle:

—Hasta el momento logramos confirmar que Jhades es inteligente, Dante es fuerte y Rey es adaptable como para que mueran por sí mismos. Independientemente de sus defectos, no es suficiente para que puedan pertenecer al grupo. Nosotros vivimos en guerra permanente, no estamos seguros ni cuando dormimos y en cualquier momento podríamos morir bajo las consecuencias de nuestros actos del pasado. No podemos darles amor y volverlos vulnerables, no ahora.

—Sé que si les damos amor y seguridad se volverán dependientes de nosotros —dijo Maryam—, y quedarán indefensos ante problemas que no podrán solucionar porque no necesitaron aprender. Aun así, tengo miedo.

—¿Miedo por qué? Ellos no habrán vivido mucho, pero sus cuerpos tienen las condiciones necesarias para comenzar la vida de un luchador y formarse de carácter duro.

—No es que no lo pueda disimular, pero aun así tengo miedo.

—Maryam, ellos no son humanos —dijo Wulfgang—. No vivirán por cien años, que no sufran, que estén con nosotros o crezcan bajo un círculo de amor y cariño, resultará en debilidad mental y sentimientos inconvenientes a la hora de sobrevivir.

—Sé que no son humanos. Pero ese no es el caso…

—¿Qué te hace sentir miedo?

—Si uno es tan extraordinario que llegara a escapar… Heroclades nos puede traicionar, no me es de confianza cuando está lejos, él es famoso por tener la habilidad de "corromper a la juventud". O si Katherine se las ingenia para matar a Rey a nuestras espaldas. Si terminan odiándose entre todos…

—Amor, sabes que ante mi nariz no existe nadie que se pueda escapar, siempre y cuando pueda reconocer la esencia de su olor. Con mi olfato puedo revelar una cantidad indeterminada de tiempo en el pasado y saber todo lo que alguien hizo o dejó de hacer… Permanecen en lugares separados la mayor parte del tiempo, estarán luchando, entrenando, aprendiendo, durmiendo o expuestos a situaciones extremas, como sentir dolor, andar sin ropa, bañarse con agua helada, buscar su propia comida, conseguir refugio, aprender a tratar heridas, pasar hambre, frío y sueño…

Maryam intentó hablar:

—Sí, pero es que… — Fue interrumpida por su marido cuando este la agarró de los hombros.

—Por Hero no debes preocuparte. Él se ofreció desde un principio a tomar mi lugar en el entrenamiento de mi hijo más problemático. Es cierto que Rey podría descubrir ciertas verdades y en la noche tal vez intentar adentrarse en el Bosque Siempre Cambiante para escapar; no obstante, dicho bosque es todo un gigantesco mundo en sí. Mundo el cual no está diseñado para que alguien pueda atravesar una vez que entre, a no ser que sea el anciano o los guardianes del sitio.

Sabiendo que esa era la parte con la cual Maryam no estaba de acuerdo, el lobo entendía que, si uno de sus hijos encontraba la salida, gracias al olor, él podría hacerlo también y perseguir el regreso a la libertad.

—Maryam, en este momento no tengo necesidad de buscar libertad. No cuando te tengo a ti y tengo problemas de los cuales debo hacerme responsable. Como dijiste: "Por estar en un lugar seguro no significa que mis responsabilidades como padre hayan terminado; ¿quién te asegura que tu futuro no estará en peligro una vez que ellos crezcan y yo no esté?". Estoy cumpliendo con mi propósito. Como no nacieron deformes físicamente, solo el estrés de un riguroso entrenamiento y enfrentarse a adversidades son las únicas maneras en la que ellos podrán despertar y controlar sus cuerpos, mentes e instintos asesinos. Después de que tengan un carácter a prueba de todo y puedan valerse por sí solos, veremos quién mantiene sus valores de obediencia, amistad y honor. Así podremos ver cuál es capaz de controlar sus instintos y quién tendrá la aceptación de los demás miembros de la manada. Pero, si ahora no son sometidos a un constante estrés, en el futuro se volverán bombas de tiempo y no tendremos idea de quién estalle primero o de cómo controlarlos. Además, aún quedan los cazarrecompensas que los siguieron a este sitio.

Maryam guardó silencio. Ella se veía como quien no tenía más remedio; tampoco quería parecer desesperada ante su amado. Respirando profundo, observó alrededor de la casa como quien miraba algo que faltaba. La sonrisa se le rompió cuando con sus ojos volvió a mirar el rostro de Wulfgang:

—Esta noche… no quiero dormir… —dijo en llanto.

Wulfgang había entendido que, con sus palabras, la vampira quería retrasar el tiempo lo más que pudiera. Cada vez que despertaba, era como si la vida le diera un golpe, y con cada golpe se le debilitaba el agarre de la soga a la que, con tanto esfuerzo, se aferraba para poder mantenerlo con ella hasta que se hiciera viejo y muriese por la edad. Esa noche no hubo sexo para el licántropo, solo tristeza y depresión por parte de la vampira. Wulfgang irremediablemente se quedó dormido en algún punto, primero que ella.

La primera noche llegó a su conclusión.

Apenas las luces se hicieron nuevamente, el licántropo despertó. Wulfgang, algo encariñado con la placentera sensación de estar envuelto entre sábanas sedosas, respiró profundo. Sin abrir los ojos, entre la oscuridad, pudo ver un bulto azul pálido que representaba a su amada, así como todo lo que ella había hecho en la noche anterior después de que él se durmiese sin darse cuenta. Ella no se había levantado de la cama, solo dio vueltas y vueltas como quien buscaba la mejor posición para dormir. De pronto, los rastros de un bulto blanco se dieron lugar dentro del campo de percepción del licántropo. Una pequeña acumulación de olor que, según su posición, se había parado justo en frente de la puerta de la habitación.

—Cariño, ¡¿qué sucede?! —preguntó Maryam casi sin poder reconocer a su marido, quien de un salto se paró de la cama y como una tormenta abrió la puerta con un revés de su mano derecha.

El licántropo una vez más olió, y volvió a oler, al mismo tiempo que caminaba con pasos firmes y fuertes, transformándose en bestia. Ehimus, quien salía de su cuarto tras haber escuchado el tirón de puerta que provino de la habitación matrimonial, se encontró al líder del grupo en "modo ataque" mirando de arriba a abajo a la criada que siquiera se movía de lugar y mantenía la cabeza agachada. Con sus dientes afuera, el bestializado licántropo regañaba a Silvia mientras que la vampira inclinaba su rostro y sonreía como quien se podía imaginar la situación.

—¡¡Buenos, buenos días, mis inquilinos!! —dijo el Gran Mago Sabio al abrir la entrada principal con su cantidad usual de energía y carisma.

Una vez Wulfgang desvió la mirada, el anciano continuó:

—Creo que Silvia puede regresar a su rutina diaria, no ha incumplido con "las normas de la sirvienta", así que no veo razón por la cual se le pueda castigar. En cambio, Wulfgang, tu comportamiento no es el más educado que digamos. Tenemos que hablar. Como intendente y guardián, te puedo explicar…

Por otro lado, el amanecer dentro del Bosque Siempre Cambiante fue diferente. Ahí, en donde se encontraba el pequeño sin apellido abriendo los ojos con lentitud, todo parecía ser menos problemático:

"¿Será brilloso o seguiré viviendo dentro de la noche eterna?", Rey no pudo evitar preguntarse. Él se sentía descansado, lleno de energía, sin heridas, sin hambre, con un libro entre los brazos y con su compañero al lado, casi como si hubiese nacido por segunda vez.

Mucho no había cambiado para la visión del pequeño sin apellido, sus ojos abiertos observaban el techo tan familiar de la madriguera compuesta por raíces entrelazadas en el gigantesco tronco de árbol hueco. Tras pestañear dos veces, Rey volteó su cabeza para ver si lo que sentía era real.

Tumbado se encontraba el cuerpo del pequeño "guardián del Paraíso". Su fiel compañera recién acababa de despertar. Ella estiró sus patas hasta que sacó las garras, luego estrechó la columna con un arqueo y, por último, su cola hasta querer llegar casi al techo. El estiramiento es una buena manera de despertar los músculos dormidos y mejorar la circulación antes de comenzar con las actividades rutinarias.

Rey respiró profundo y ampliando las comisuras de su boca, mostró felicidad. Tirando el libro que sostenía a un lado, se arrojó a abrazar con todas sus fuerzas a quien despertaba y le recibía con un cálido ronronear.

—¡Siéntate encima de mí! Déjame abrazarte. ¡Necesito sentir lo mucho que me aprecias! —dijo Rey.

Después de cargar al pequeño felino con sus dos manos, él enterró su rostro entre los pelajes blancos y negros. Se quedó de esa manera por un rato para después mirarle con tristeza y terminar pidiéndole perdón en voz baja. El felino estaba algo abrumado, ignorando el hecho de que había sido tomado por sorpresa, quería moverse de un lado a otro para deshacer el agarre, pero temía arañar al pequeño. Rey levantó el rostro con algo de afición, expresiones que pedían disculpas por haber puesto sus vidas en peligro, y que mucho más sentía la situación en la que ella había terminado por su culpa:

—Voy a hacer lo mejor para aprender de ello y seguir adelante… Mientras siga viviendo, lo podré enmendar sin importar la gravedad… Confía en mí, ¿sí?

La pequeña cría de "guardián del Paraíso" no entendía lo que el joven le decía, pero sí podía percibir que él sufría y había sufrido por ella. Eso no le agradaba en lo absoluto; era cierto que se habían encontrado a su padre la noche anterior, pero ella no recordaba mucho más que había sido golpeada por este y cuidada incansablemente por el pequeño ahí presente. En un intento de animar, ella pasó su lengua por el rostro del afligido pequeño, ronroneó más alto, se retorció con más fuerza y acicaló su pelaje contra la cara de Rey con la intención de cambiarle la expresión.

De repente, la escena se vio irrumpida por el comportamiento del gran libro que se había quedado en el suelo. El objeto almacenador de conocimientos se transformó en luz y desapareció en el aire. Rey no le dio importancia, entendió que así se quemaba un libro por recibir el fuego del tiempo o que tal vez regresaba a donde pertenecía. Al identificar que la situación era irremediable, optó por reír y mejorar las expresiones de su rostro. Mostrando una cálida sonrisa, acicaló la cabeza de su acompañante para, acto seguido, ponerse en pie y marchar a la salida de la madriguera.

A pesar de que el bosque era oscuro por naturaleza, una vez Rey salió de la cueva, la luz que provenía del Heaven llegó a tocarle un lado del rostro, cual si fuese un ligero y discreto saludo. Enfocando sus ojos en el brillo entre los árboles de la distancia, el pequeño sintió cómo miles de pensamientos le venían a la cabeza. Imágenes de cuánto tiempo él se mantuvo corriendo, sentimientos de avanzar hasta la última gota de energía, el olor del agua, el calor del fuego, el frío de la nieve, la viscosidad del fango, el ardor del humo, la dureza de las piedras flotantes. El pequeño tuvo que admitir que no esperaba estar tan cerca de la entrada, y que no había nada que le decepcionara tanto después de todo su esfuerzo.

A punto de que su sangre hirviera y de destrozar el árbol más cercano a puñetazos, decidió calmarse a sí mismo con las siguientes palabras: "El bosque debió haber cambiado su estructura mientras dormíamos"; regresando la mirada a su acompañante, recuperó la calma y actuó como si hubiera algo más importante que hacer.

—¿Sabes qué? Aprendí una palabra interesante… White. ¿Qué te parece como nombre?

La pequeña criatura sacó la lengua y observó en dirección a la luz con curiosidad, ignorando por completo lo que el joven le decía. Ella podía entender ciertas palabras básicas, así como comportamientos y gestos, pero su cultura no llegaba a tanto como para entender el significado o la importancia de un nombre.

—White será tu nombre y camino a la grandeza —dijo Rey—. Tampoco es que pueda seguir teniéndote a mi lado sin saber cómo llamarte.

Dando un paso al frente, Rey acarició entre las orejas paradas del pequeño felino recién nombrado para seguir caminando hacia la luz. Los pasos del niño resonaron a través de la oscuridad hueca, entre los árboles del bosque metálico. La luz divina señalaba el camino y resguardaba todo un magnífico paisaje consigo. Rey caminó a su paso, no como alguien vencido obligado a regresar, sino como un triunfador que regresaba en busca de su familia.

Una vez los dos pequeños pasaron la barrera de árboles y se adentraron en los pastizales verdes, tuvieron que achicar los ojos hasta que se les hizo fácil ver dentro de la radiante luz. Ellos se llevaron una gran sorpresa al encontrarse a Heroclades, cruzado de brazos, esperándolos con una sonrisa soberbia y una postura altanera, como quien ganaba una apuesta.

—¿Cómo sabía que yo saldría por este lugar del bosque? —preguntó Rey para, acto seguido, decir con voz afilada y mirada intimidante—: ¿Un hechizo?

Heroclades notó en Rey movimientos característicos de un depredador nocturno:

—¡Woo! Después de tan solo pasar una noche, eres capaz de dejar escapar semejante intención asesina. Me sorprendes pequeño…

Descruzando sus manos, el sujeto de piel bronceada levantó sus palmas abiertas en frente de su pecho. Como quien no quería un enfrentamiento. Él sinceramente esperaba la actitud de un reo vencido, sin embargo, se llevó la impresión de estar frente a una bestia desafiante y segura de sí misma, una que había perdido todo sentido de disciplina, amistad y honor por haber aprendido a ser independiente.

—El entrenamiento aún no comienza mi querido discípulo. Y sí, acertaste a la primera. En ti puse un hechizo, pero fue para encontrarte primero que tus padres lo hicieran. Tengo una advertencia que darte…

Rey dio una sonrisa y un paso al frente, abrió su cuerpo como quien necesitaba ocupar más espacio en el lugar.

—Hero, aún soy yo. Rey, ¿Por qué actúas así?, como si me hubiera convertido en una bestia con la cual debes de razonar…

Heroclades se puso la mano en la nuca, como alguien cuyos pensamientos hubieran sido leídos.

—Bueno, yo creía que no llegaría a nada si primero no recuperaba tu confianza. Y qué mejor manera de tomar la confianza de alguien que dándole curiosidad y disponiéndole a que acepte algo. Ya he comprobado más de cientos de veces que si alguien desconfía, no vas a hablar directamente con su lado más reflexivo, sino que vas a hablar con el lado más desconfiado. Quería distraerte y después, de a poco, entras en el tema.

—¿Qué tema? —preguntó Rey al acercarse a su maestro.

Heroclades, llevándose las manos a la cintura, continuó:

—Ante la nariz de tu padre no existen mentiras ni nadie que pueda escaparse. Así que, si has hecho algo que no debías por la noche, mejor piensa en una explicación para cuando él llegue. Él puede saber todo lo que sucedió, pero no lo que fue dicho. Esa es una de tus ventajas contra tu padre… sin embargo, tu madre es un detector de mentiras andantes. Ella no solo tiene la capacidad de controlar y provocar emociones en aquellos a su alrededor, sino que también puede distinguir los más mínimos cambios fisiológicos en el cuerpo de alguien cuando habla, así que deberás separar el uno del otro.

Rey asintió con su mirada y dejando de lado aquello que no podía controlar, con tranquilidad agregó las siguientes palabras:

—¿Cuándo empezaremos con el entrenamiento?

Heroclades, abriendo los ojos como si se le quisieran salir de su rostro, se llevó una mano a la barba y comenzó a hacer memoria. Él quería estar seguro de si había advertido al pequeño de lo riguroso que sería el entrenamiento. Para alguien normal, si algo sería riguroso y doloroso, era natural que tratara de evitarlo tanto como pudiera.

—¿No tienes ninguna pregunta antes de comenzar?

—¿Intenciones asesinas? —preguntó un tanto confundido.

Heroclades no podía dejar de sorprenderse.

—¡Casi se me olvidaba! Es mejor que logres controlar esas intenciones antes de que tu padre venga. Déjame explicarte algo. Presta atención porque no será nada fácil.

El maestro levantó su puño al aire, ensombreció la mirada y dejó salir toda un aura sedienta de sangre, la cual le puso los pelos de punta al pequeño felino.

—La intención asesina en alguien es como la apariencia intimidante de un arma. Tomemos como ejemplo el filo de una espada, el tamaño o el diseño. Son cosas que le hacen intimidante, y le dicen a los demás "solo existo para hacer daño", ¿no es así?

El señor de piel bronceada regresó la impresión que emanaba su cuerpo a la normalidad y continuó hablando.

—Lo mismo pasa con la intención asesina. Es la impresión que crea tu cuerpo para dejar saber a quién te vea que estás dispuesto a hacer daño si tocan tu filo. Los luchadores avanzados leen la intención asesina de los enemigos. Ellos pueden incluso percibir si están siendo observados y, como es común, se preparan de antemano para un posible ataque.

Rey, interesado en el tema, observó a sus manos:

—Como cuando levantaste las manos con las palmas abiertas. Lucía más como una postura de defensa en combate cuerpo a cuerpo poco intimidante para desactivar la situación.

Heroclades, complacido por la perspicacia de su discípulo, dijo:

—En efecto… Una espada nunca dejará de ser una espada, y aunque su filo no sea el mejor y esté toda oxidada, seguirá siendo lo que es. Pero cuando una espada está dentro de su vaina o de una caja es menos intimidante, y ese es el secreto para poder controlar tus intenciones asesinas.

—¿Qué se supone que debo hacer? —preguntó Rey con tono obediente.

Heroclades pudo notar que, aunque su discípulo era tan arrogante y soberbio como parecía, también era alguien que codiciaba formas de fortalecerse.

—Yo, una vez estuve en donde tú ahora estás. Tengo la experiencia que necesitas, pero no significa que tenga una buena manera de enseñarla. Lo que hago y pienso con mi instinto asesino es como si moviera mi brazo. Ya he vivido tanto que se ha vuelto como una segunda naturaleza de mi cuerpo. Debo confesarte que no es fácil para mí explicar algo que puedo hacer con naturalidad. Para que puedas entender y progresar tendrás que seguir mis instrucciones sin preguntar. Bueno, supongo que con esto en mente, más o menos tengo una idea de por dónde comenzamos con tu entrenamiento…

El sujeto de piel bronceada hizo tronar sus dedos para continuar:

—Tu objetivo será sobrevivir, mas el mío será hacerte sentir. Toma asiento, este es un buen lugar —Rey obedeció—. Cruza las piernas, mantén la columna recta, cierra los ojos y respira profundo.

El pequeño siguió al pie de la letra lo que se le decía.

—Sentado en silencio es el mejor momento para meditar. La meditación es el primer paso para hacerte consciente de tus pensamientos; una vez seas consciente de tus pensamientos, podrás entender tus sentimientos; al poder entender tus sentimientos, podrás controlar tu mente; con el control de la mente, podrás controlar tu cuerpo; y con el control de tu cuerpo, tu presente, tu pasado y tu futuro.

Tenían lógica las palabras del maestro, pero Rey aún no veía el punto. Heroclades continuó hablando:

—Comencemos con preguntas básicas. ¿Quién eres?

— Un asesino, respondió Rey.

—¿Qué quieres?

— Sobrevivir.

—¿Qué sientes? —preguntó Heroclades.

— Culpa.

—¿Qué puedes cambiar?

— Lo que me rodea, o tal vez… yo.

Heroclades, quien no había escuchado ninguna de las respuestas de su pupilo, notó algo extraño. Las intenciones asesinas del mismo aumentaron.

—Préstale atención a tu postura. Otras preguntas. ¿Qué tan rápido respiras? ¿Qué tanto late tu corazón? ¿Cuánto se mueven tus ojos? ¿Qué lugar te pica? ¿Qué percibes del medio ambiente? ¿Qué percibes de ti?

Teniendo la necesidad de rectificar ante su pupilo, Heroclades continuó:

—Pon los hombros atrás, levanta la barbilla. Tu cuerpo afecta la manera en la que piensas, así como la manera en la que piensas afecta tu cuerpo…

Rey trató lo mejor que pudo, pero no logró encontrar respuestas para las últimas preguntas.

Heroclades levantó en alto un tronco casi tan grueso como su mano y, acto seguido, después de apuntar al cielo, lo bajó con todas sus fuerzas. La madera cedió y se destruyó en mil pedazos, tan pronto impactó contra la cabeza de Rey.

El pequeño cuerpo, que estaba sentado sobre el suelo y concentraba en meditar, fue tomado desprovisto por el violento golpe y cayó desplomado. White, al ver semejante situación, erizó los cabellos de su piel, saco las garras y se mandó a atacar al hombre que le había hecho daño al ser que tanto apreciaba.

Rey levantó su mano y con la misma detuvo las acciones de su compañero peludo. Él, temblorosamente, comenzó a reponerse en el suelo mientras respiraba tan hondo como podía. De a poco procedió a sentarse con los pies cruzados, la espalda erguida y los ojos cerrados, aunque un hilo de sangre le atravesaba el rostro y terminaba como gotas que se acumulaban en la barbilla para caer al suelo.

Heroclades, entendiendo que su discípulo comprendía cómo procedería el entrenamiento continuó:

—El instinto asesino puede ser alimentado e incluso "educado". Después de recibir un golpe de alguien en quien confías sin esperarlo. ¿Qué tan fuertes son tus emociones? ¿Puedes ser consciente de ellas y controlarlas?

—Mis emociones se hacen muy fuertes, me estoy enfureciendo…

Esta vez fue una patada por parte del entrenador. Rey salió disparado y rebotó varias veces contra el suelo; aun así, tan pronto como pudo reponerse, volvió a su posición.

Heroclades, denotando sorpresa, agregó:

—Tu cuerpo es bastante resistente, tenía la intención de romperte el brazo. Continuemos… —habló hasta que se acercó lo suficiente—. Para entrenar tus instintos asesinos, necesitas escuchar tus propios sentimientos e ignorar esos que son provocados por factores externos. Este es un buen momento. El dolor es tu mejor amigo y la rabia tu aliada. Analiza qué tipo de evento te causa otras sensaciones, recuerda cuando eras pequeño, piensa cómo quieres ser. A través de la conciencia de tus emociones serás dueño de tus instintos. Dale, Rey, abre los ojos y mírame.

Rey abrió sus ojos y miró al maestro, pero esta vez recibió una patada en la cara que le hizo volar hacia atrás. El procedimiento llevó otros treinta golpes por parte del sujeto de piel bronceada a su discípulo. Heroclades, como quien ya estaba perdiendo el temperamento, dijo:

—Levántate. No pienses en rendirte con la intención de liberarte del dolor. Ante mí serás incapaz de morir sin mi permiso, incluso si lo deseas. Hasta que en tus ojos no queden rastros de ese intento asesino, no pasarás la prueba. Abre los ojos y mírame.

Volvió a patear a su discípulo, quien ya sangraba por todos lados.

—Te preguntarás "¿por qué tengo que realizar estas pruebas y pasar por tanto dolor en lugar de simplemente hacer lo que creo que es correcto?" Déjame y te cuento —Rey se limpiaba la sangre de sus prendas—. Nacer en esta familia te hace un guerrero. Ser un guerrero es un estilo de vida que exige una intensa dedicación, responsabilidad, precisión y enfoque durante los primeros años para así forjar valores inquebrantables y ser capaz de todo. Los guerreros son tan responsables de salvar vidas como de quitarlas, por eso tienen que ser lo mejor de lo mejor para sobrevivir. Ahora puedes estar motivado porque te sientes amenazado, pero la disciplina podrá llevarte aún más lejos que la motivación que tienes ahora. Esta combinación de torturas, martirios, golpes y maltratos va a sacar a la luz lo mejor de ti. Como los martillazos, el fuego y el cambio temperatura crean a una espada. Para ser capaz de poder brillar en menor cantidad de tiempo posible, tu vida debe estar en riesgo para que sientas la necesidad de poder salvarte. Abre los ojos…

"Tal vez me merezco esto, hacer algo malo requiere algún tipo de castigo", se dijo el pequeño. "Mis manos están contaminadas".

Rey, cuyo cuerpo temblaba y casi ni se podía sostener en pie, entendía lo que su maestro decía. Cada vez que estaba a punto de perder la vida, su cuerpo se adaptaba para crear un resultado contrario. Él abrió uno de sus ojos y miró al señor de piel bronceada, quien le volvió a dar otra violenta patada.

—Vas mejorando —dijo Heroclades—. No obstante, ¡aún no es suficiente! ¡¿Por qué?! Rey, a diferencia de las otras habilidades que necesitas para ser un guerrero, el control de tus intenciones asesinas, así como el control de tu espíritu de lucha son la base fundamental. No puedes pelear ni buscar soluciones si no estás en control de los procesamientos que ocurren en tu cabeza. Necesitas acondicionar tu cerebro para que piense en lo que estás haciendo. ¡¿Qué es tan difícil?!

Por un momento se dio cuenta de que estaban siendo muy dramáticos; intentando recuperar su compostura continuó:

—Un maestro que se respete no debe culpar a sus alumnos… Tal vez soy yo quien aún no se da cuenta. Mnnn.

Se agachó y puso su rostro enfrente del de su discípulo, como alguien que quería mirar desde el punto de vista de otra persona.

—Ya veo. Fue mi error. Me tomó tiempo darme cuenta. Rey, tienes un rencor tan grande encajado tan dentro… No progresamos porque tal vez te culpas de algo y estás tomando mis golpes como un castigo. No tuvieras esos ojos si no hubieras matado, ¿o me equivoco? Controlar tus instintos asesinos, en parte, es dejar de sentirte como uno. ¿Qué mejor pista que esa podrías recibir? Abre los ojos y mírame…

Rey recordando la fatídica noche en la cual había apagado los latidos de un corazón palpitante, el momento en el que asesinó a una bestia voladora y cuando se comió a los polluelos de un nido, abrió los ojos con el mismo filo que solía tener desde un principio del entrenamiento y recibió otro violento golpe por parte de su maestro. El dolor y la inflamación fueron tanta que casi que no se pudo volver a sentar, Rey tan solo se volteó sobre su espalda para poder al menos respirar con mejor comodidad.

Heroclades con tono pesado y cansado, dijo:

—Vamos, si te puedes poner de espalda, te puedes sentar. Siéntate o te daré una razón para que no lo puedas hacer en el resto del día.

Rey frunció el ceño, miró al cielo y asintió ante la amenaza de su maestro. "¿Qué podrá hacerme?", se preguntó para responderse a sí mismo con otra pregunta: "¿Romperme los pies? Es capaz, eso sí lo sé", pensó mientras levantaba el torso de su adolorido cuerpo.

"Aunque lo intento, no sé cómo se supone que deba controlar mi intención asesina. Después de todo, no es algo que hago porque quiero. Si no soy consciente, ¿cómo puedo tomar el control? Por supuesto, Heroclades tiene un buen punto: desde que maté al padre de White, me siento como un asesino. Un arma dispuesta a hacer daño si alguien se enfrenta a mi filo…". Dándose cuenta de algo… "Un asesino y no un guerrero. Ambas son armas. ¿Y por qué hacer daño si puedo evitarlo o incluso llegar a proteger? Ya es algo que he notado. Sin embargo, hasta ahora, para sobrevivir en el mundo de los animales, tuve que valerme de esa sed de sangre desbordante. Ellos no hablan ni razonan… ellos intimidan… se comportan como lo que son y yo… yo me comporto como ellos". El pequeño se irguió lo mejor que pudo y respiró con suavidad, en cierta manera había encontrado la respuesta.

Heroclades, ya como quien no esperaba llegar a nada, habló decepcionado:

—Una buena excusa para no sentirte mal de matar es pensar en cuántos otros se benefician de que tú tuvieras la oportunidad de seguir viviendo gracias a ellos. Seamos sinceros, para qué tanto sentimiento, si de todas maneras tu oponente estaba irremediablemente condenado al fracaso. Y si mueres ahora, harás que el sacrificio que hizo el padre de tu amigo sea en vano. Rey, debes darles prioridad a tus sentimientos antes que a los muertos. Esta es la última oportunidad que te daré… Abre los ojos.

El pequeño abrió sus ojos. Heroclades levantó su mano al aire y cerró el puño para luego levantar el pulgar y dar una sonrisa.

—Lo lograste. Tienes el control de tu instinto asesino. Como podrás entender, nadie confiaría en alguien que emana de su cuerpo instintos asesinos sin control, como lo hace un animal salvaje. ¿Por qué? Porque, aunque dicha persona se siente culpable de haber matado, o de tal vez volver a tener que matar, nadie podrá razonar con ellos y terminar un conflicto con una conclusión no tan violenta. Tomar responsabilidad de tus actos es la mejor solución, y es el camino de un guerrero; pero la mejor opción es no empezar algo que previamente puedas evitar.

—¿Cómo lo supiste? —preguntó Rey confundido, refiriéndose a que su maestro sabía que el "guardián del Paraíso" al que él se había enfrentado fue el padre del pequeño cachorro que le acompañaba a todos lados.

—No soy un elfo, sin embargo, mi nivel para interpretar la energía es lo suficientemente agudo como para reconocer que, en ti, tienes parte del cuerpo, carne y sangre de la bestia que una vez tu padre dejó ir. La misma bestia que comparte lazos con el pequeño que está a tu lado. Eres mitad vampiro, mi discípulo. Si adquiriste alguna habilidad de tu madre, tal vez exista la posibilidad de regresarlo a la vida, así como lo haces parte de ti…

Rey, impresionado de saber algo que desconocía sobre los vampiros, asintió con la cabeza y, aunque quería saber cómo hacer dicha hazaña, se tuvo que contener de preguntar. "Heroclades no es vampiro. Por ende, no puede enseñar una característica única del linaje". Aunque, por otro lado, la Interpretación de energía era un término relacionado con el segundo fundamento principal de un guerrero, espíritu de lucha y la fuerza de voluntad. Rey había leído sobre ellos y se sentía más interesado en aprenderlos por el momento, pero como leer no era nada que se asemejara a la experiencia real, no había tenido oportunidad de poder controlarlo.

Acariciando la cabeza de la preocupada White, Rey habló en voz alta.

—Le prometí a su padre que tomaría responsabilidades por mis acciones y sería lo correcto poder revivirle si puedo, pero… — Cambiando la dirección de su rostro, Rey observó en dirección a su maestro—, por ahora es mejor si continúo lo básico de la energía, ¿cómo puedo controlar el espíritu de lucha?

Heroclades dio un paso hacia atrás y negó con su cabeza.

—Por hoy tu entrenamiento está concluido. Controlar el espíritu de lucha no es tan fácil como controlar el instinto asesino.

—Y ¿cuándo se termina el entrenamiento? —preguntó con las manos temblorosas, escurriéndose la sangre de la boca.

—Precisamente, cuando controles tu espíritu de lucha y me derrotes en un combate.

—¿Combate? ¿Es eso justo? —dijo al dejar escapar una bocanada de aire.

—Más que un combate es una prueba en la cual te enfrentarás contra la realidad y lo que percibe tu cerebro. El primer paso para poder controlar el espíritu de lucha es hacer arder la fuerza de voluntad que reside en ti.

—Siento que mi cuerpo se ha recuperado lo suficiente. Déjame intentar mientras me mantenga consciente —dijo en voz alta, para continuar pensando: "Según leí en los libros de lucha, sobreponerse al dolor usando la fuerza de voluntad es el primer paso. Dolor, preciado amigo para este cuerpo. Pero aún estoy un paso al frente; a diferencia de la prueba anterior, tengo una idea de lo que hacer en esta. La llave es la fragmentación. Dividir una tarea grande en partes pequeñas, es la única manera de poder continuar por un tiempo indefinido hasta encontrar la respuesta".

—Aún siquiera el día comienza. Tenía planeado disfrutar de la casa y un paseo matutino, pero supongo que no me tomará mucho tiempo complacer tus demandas. Cuando caigas inconsciente, terminaremos con el entrenamiento.

El pequeño asintió con la cabeza. El señor de piel bronceado sacó su libro y comenzó a ojear unas páginas.

—¿Qué estamos haciendo ahora? ¿En dónde estás? ¿Qué son los límites? ¿Qué es la sensación? ¿Qué es la percepción? ¿De qué manera podemos cambiar nuestra percepción de la realidad? ¿Podría tu mente cambiar su estructura cuando experimenta cosas nuevas? Son las preguntas que te ayudarán…

—¿Por qué haces tantas preguntas?, preguntó Rey intrigado.

—No le prestes mucha atención a las preguntas; son un sistema de enseñanza que encontré eficiente tanto en mi aprendizaje de hechicería como en mi camino de filósofo.

Descartando la curiosidad de su discípulo, continuó al encontrar el hechizo perfecto. Tras recitar letra por letra, Heroclades preguntó:

—¿Estás listo?

Rey, antes de siquiera poder responder, sintió cómo su cuerpo fue bañado por un líquido que cayó del aire; acto seguido, abrió los ojos tan grandes como pudo. Haciendo que su garganta sangrara, gritó con todas sus fuerzas y, de un lado a otro, se retorció por el suelo mientras que el pequeño felino le miraba sin entender lo que sucedía.

—¡Esto es fuego, mi piel arde en llamas! ¡Pero ni lo veo, ni me quema… es un dolor insoportable! ¡Piensa Rey, piensa! —se dijo a sí mismo—. Fuego. Es fuego. Estoy envuelto en llamas, me quemo… ¡No! Fragmenta, esto es dolor. Tengo que resistir, quiero resistir, puedo resistir. Tan solo un poco más —se dijo una y otra vez entre temblores y espasmos.

—La mente puede cambiar. Cuando procesamos algo que tiene sentido o que necesita estar ahí, lo podemos crear real. Así como también lo podemos eliminar o ignorar para así seguir con nuestro camino. Tu realidad no es la única realidad y, como seres racionales que somos, cometemos el error de creer que sí. Aun así, la mente se alimenta de la fuerza de voluntad en tu interior; para ser eficientes en términos de fuerza de voluntad, no te enfrentes a lo imposible sin antes aumentar tu seguridad al aceptar pequeños logros. Aún no pierdes la conciencia, eso es un pequeño logro…

Comenzando a divagar entre varias cosas, continuó:

—Oh, la fuerza de voluntad es una llama que habita dentro de los ojos. Ignorando el contradictorio caso de tu padre, esta flama debe ser ardiente. Piensa en esos pequeños logros como ramas. Pequeños logros, mi discípulo, pequeñas ramas que alimentarán a la llama que te dará la energía para mover tu espíritu de lucha.

Rey, con ojos temblorosos y bien abiertos, miró cómo la piel, el pellejo y las uñas de sus manos se le cayeron. Su carne se encogía y retorcía hasta también caer y dejar los huesos expuestos, que se mantenían juntos por pequeños trozos de carne blanca, también a punto de ceder. Él sentía el dolor de ser quemado vivo, pero por alguna razón, los huesos de sus manos no cayeron y sus ojos podían seguir viendo. Mirando de un lado a otro, se vio reflejado dentro de los ojos preocupados de White. "¿Cómo es posible que me vea normal?", se preguntó.

Dejando de retorcerse y cerrando tan fuerte como pudo sus puños, Rey también se dio cuenta de que su compañero peludo lo miraba con cara de quien no entendía lo que estaba sucediendo. "¡Ahhh! Yo sí puedo, esto no es nada, esto no me detiene… Esto es algo que mi mente está creando", pensó al cerrar los ojos con fuerza. "En un libro leí que la carne no tiene terminaciones nerviosas… mis huesos no tienen por qué sentir este dolor tan insoportable. Pero, aunque las letras de un libro muestran abundante conocimiento, no son experiencias. ¡Esto es experiencia!"

—Lo que ahora experimentas está basado mayormente en tu percepción —habló al caminar de un lado a otro—. Por supuesto, tal vez si no conocieras lo que es el fuego, en este momento no entenderías lo que te está sucediendo. Rey, tu mente no está basándose en lo que verdaderamente sucede, sino que se ancla en lo que eliges percibir. Estás dejando que tus pensamientos elijan recibir información específica y dejar la otra fuera. Más preguntas para ti. ¿Qué es la sensación?

Rey presionó sus puños con aún más fuerza, apretó los dientes tanto como pudo y dejó de moverse. Aún le costaba trabajo controlar su respiración, pero intentaba ignorar el dolor que sentía con todo su ser. "¡Si aún puedo ver, si aún puedo tocar, si aún puedo sentir es porque esta sensación no es real!", se dijo a sí mismo.

—No, aún no lo entiendes. Resistir no es suficiente —dijo para con un chasquido de sus dedos intensificar la sensación que el pequeño estaba sintiendo—. Préstales atención a mis palabras. La fuerza de voluntad, tu mente, lo que crees sentir, lo que verdaderamente sientes. La sensación no es más que un proceso en el que recibimos estimulación de nuestro alrededor. Y si te dijera que el líquido que arrojé sobre ti es frío, muy frío, capaz de congelar el tronco de un árbol… ¿Qué es la percepción?

Rey volvió a abrir los ojos, pero esta vez vio sus manos de forma diferente. Estaban congeladas al punto de romperse. Creer que estaba congelado se ajustaba mejor a qué se estuviera quemando. Pero entre calor y frío dentro de su mente se creó una paradójica contradicción. Ahora sentía tanto calor que al mismo tiempo veía como si se estuviera congelando, o sentía tanto frío que al mismo tiempo sentía como si se estuviera quemando. "Un poco más… solo un poco más. Debo mantenerme consciente, sé que puedo. Esta es mi única oportunidad y no la debo desaprovechar".

—La percepción es cuando tu mente intenta entender la estimulación que estás recibiendo y quiere darle un significado para poderla entender. El último punto es la atención selectiva. Con esto, puedes usar la fuerza de voluntad para engañar a tu mente y ver lo que quieras ver, y no necesariamente lo que esté ahí para ver. Rey, el dolor no es real, ponte de pie, abre los ojos y actúa normal. Un combate consiste en recibir información de tu alrededor y después darle una definición para poder actuar al respecto. Rey respiró profundo, se levantó del suelo y actuó como si nada le estuviera doliendo.

El maestro levantó su puño al aire y dejó el pulgar arriba.

—Pasaste esta prueba, discípulo mío. Podemos pasar al siguiente nivel. No lo tomes a mal, pero en verdad quiero dejarte inconsciente, solo así podré quedarme tranquilo y saber que en verdad di lo mejor de mí como tu maestro. ¿Ves ese árbol? —Tan pronto Rey asintió, Heroclades continuó. —Lucharemos hasta que caigas inconsciente o toques el tronco. No está de más manifestarte que con tocar dicho tronco pasaras mi entrenamiento.

El maestro puso su postura de pelea y espero a que Rey hiciera lo mismo.

Rey con un gesto de su mirada le dio a entender al pequeño compañero que se podía marchar, para luego reevaluar la situación ante su maestro. "La hierba alrededor de sus pies está actuando raro. Tampoco es que se mueva por el viento como lo hace la otra". En el suelo, alrededor de Heroclades, nada se movía. "Él está esperando a que yo haga mi movimiento. Considerando que Hero es al menos rango "Dios", la barrera que tiene a su alrededor es indestructible. Piensa luchar con sus movimientos más fuertes, aunque también me está dando una inmensa ventaja al darme la posibilidad de ganar la prueba con tan solo tocar el árbol… ¡Hmmm! Recuerdo que él dijo que mientras exista alguien dentro de su perímetro, o se mueva de lugar, no puede utilizar la barrera. Lo mejor será pretender que no sé nada y atacar para ganar tiempo…".

Rey se agachó, abrió las manos como si fueran garras y saltó tan fuerte como pudo contra su maestro para golpear la barrera que este tenía creada y le protegía.

Heroclades, llevándose la mano al rostro, expresó:

—Siempre me quedó la duda de si irías primero por mí o por el árbol. Ahora me queda claro que intentarás distráeme o incapacitarme antes de ir hacia donde está tu salida —dijo al mirar a los ojos de su discípulo, quien era detenido por la barrera.

Haciendo una expresión de alguien que se daba cuenta, decidió aprovechar el momento para hacer una señalización educativa.

—Tus movimientos dejan en claro que adoptaste el estilo con el cual las bestias pelean, así como habías adoptado las intenciones asesinas de ellas. Te mueves como si tuvieras garras, aunque no las tienes ni sabes transformarlas del todo. Pero ese no es el problema, el problema es que tu cuerpo está mal programado. No es una buena idea que cada vez que te ataquen te defiendas, o ataques cada vez que tu enemigo se defienda…

Rey apenas regresó al suelo, volvió a arrojar otro zarpazo con el cual destrozó sus uñas, pero como ya podía controlar su percepción de dolor, hizo como si no hubiera sucedido nada. "Es un hechicero, por lo tanto, la única manera de vencerle es obligándole a usar su punto débil. Si puedo moverlo de lugar, él no podrá seguir utilizando su barrera, tendrá que bloquear mis golpes aun desconociendo que tengo conocimiento en artes marciales. Esa es mi oportunidad. Con tan solo un segundo que le haga moverse tendré el tiempo suficiente para ganarle y tocar el árbol".

Heroclades, viendo lo concentrado que estaba su discípulo, continuó hablando:

—En la noche repetiste esos movimientos incontables veces, ¿no es así? —Rey le miró y continuó atacando—. Déjame decirte que no puedes permitirte dejar que ningún enemigo tenga el control sobre tus movimientos. Los oponentes a tu alrededor pueden actuar de cierta forma y la pregunta es ¿cómo vas a responder?

El maestro dejó caer la barrera. Rey frenó en seco y con velocidad corrió de lado con la intención de acercarse al árbol, sin dejar de darle frente al sujeto de piel bronceada. Heroclades, mientras, abrió el libro en una página en específico y agregó:

—Ves, ahora que voy a atacar, piensas en defenderte. No es bueno que estés programado porque te vuelves predecible. A veces la mejor defensa es el ataque y el mejor ataque es la defensa. Podemos estar de acuerdo en que lo que hacen es problemático e inconveniente, pero en un futuro asegúrate de no tener la reacción que tu enemigo quiere de ti. Si te dejas controlar por las emociones, ellos básicamente te tendrán entre sus manos…

Del libro se levantó todo un símbolo compuesto por figuras, letras y trazos.

"Es fácil hablar cuando tienes el poder, no es así", pensaba Rey mientras retrocedía y veía cómo su maestro pretendía atacar con un hechizo. "No lo creí tan complicado cuando lo leí en un libro, pero predecir los movimientos de un hechicero es aún más difícil de lo que esperaba. Si pudiera describirlo, es como caminar en la oscuridad del Bosque Siempre Cambiante sin poder ver. Toma tiempo acostumbrarse a saber por dónde vas". Se levantó el círculo de conjuro, el viento cambió de dirección, el pasto verde se agitó. "Debo salir de mis pensamientos. No puedo dejar que me distraigan en medio de una pelea. Ya tengo el plan, solo me falta la oportunidad… Mi cuerpo duele, mis ojos se nublan, aun así, me siento mejor de lo usual. Querer es poder…". Con determinación, Rey enfocó su mirada tanto como pudo hasta ver los patrones y símbolos exactos que se levantaban en el aire. "Los buenos hechiceros siempre tienen que usar el clamado más justo y necesario que consideren en la situación para evitar morir si no cumplen las condiciones. El conjuro que se hace en el aire tiene propiedades sólidas y será disparado… puede ser una 'Bala de Piedra', es suficiente para atravesar mi cuerpo de lado a lado. Perfecto, caminaré en la oscuridad…". Ya con esto en mente, el pequeño tomó distancia mientras se movía en zigzag y golpeaba sus brazos.

Ante el nuevo comportamiento de su discípulo, Heroclades ladeo la cabeza con desconfianza. Ya no estaba tan seguro de la eficacia de su ataque. Como era sólido, su discípulo podía utilizarlo a su favor e ir volando contra el árbol que representa la culminación del entrenamiento. Formulando un segundo conjuro con el cual atacaría desde arriba, el maestro cerró el libro y se echó a correr con una sonrisa en el rostro.

Rey no tuvo que evadir los pedruscos, pero sí se vio obligado a avanzar por el impacto de un potente rayo detrás de él. "¡Hmmm!, te estás adaptando, Hero. Es momento de que empieces a desconfiar. Como hechicero, sé que eres bastante precavido, te aseguras de usar lo más básico y necesario para poder vencer al oponente. Vas a incrementar la dificultad del entrenamiento con un clamado más complicado. Ahhh, pero si me digo a mí mismo que esto podría ser mucho más difícil, no cambiaré lo que está pasando. Si me digo que sí puedo, tal vez pueda hacer una diferencia. Tengo que darlo todo, aunque esté en desventaja. No es un problema, es una oportunidad. No es un problema, es un reto… correr en la oscuridad.

Heroclades, con su puño abierto, intentó tomar a su discípulo por una de sus extremidades, pero no pudo. Luego intentó varias veces más. Cada intento fue más agresivo y violento.

—Casi no lo puedo creer. ¿Con que puedes predecir el elemento con el cual vas a ser atacado?

El pequeño mostró una sonrisa orgullosa.

—Uno de los consejos que te iba a dar era que tuvieras cuidado con las primeras impresiones. Pero no considero que aplique contigo. Tus movimientos se ven más refinados y sólidos, controlas a la perfección tus instintos asesinos y tienes un inquebrantable espíritu de lucha… ¡Algo me dice que no has dado lo mejor de ti aún! —gritó con una sonrisa en el rostro.

Heroclades plantó un sólido paso al frente y de dentro de sus prendas tomó unos cuantos papeles, los cuales arrojó hacia los lados. De entre las hojas dibujadas que explotaron en mil pedazos, cinco lobos negros aparecieron y atacaron al pequeño. Como no diferenciaban mucho en tamaño y ya el pequeño sabía cómo enfrentarse a las bestias, Rey no tuvo muchos problemas en incapacitar a los cinco animales mientras que, al mismo tiempo, escapaba de su maestro.

Heroclades, sin contener sus deseos de corromper:

—¡Hmm!, mientras todos dormían, tú tomaste decisiones productivas. Aprendiste a aceptarte a ti mismo. Buscaste y lograste. Entendiste el estrés. Creaste buenos hábitos. Seguiste una ambición que tenía significado. Pero ¿no crees que esa ambición es lo que te hace sentir miserable?

Rey no tenía tiempo para responder, solo podía pensar y escapar de su maestro sin dejar de mirarle. El saber era su ambición, ya estaba consciente de que tal vez no era el más inteligente de la manada, pero sí podía llegar a ser el más dedicado.

Heroclades, tras analizar las expresiones de su discípulo, se llevó una respuesta y continuó:

—Rey. Te equivocas. El trabajo duro no lo es todo, el talento tampoco. Y si yo estoy en lo correcto, si cambias tu manera de ver el mundo, dime… ¿Qué queda?

—El poder —respondió con los ojos bien abiertos, moviéndose de un lado a otro sin siquiera pestañear.

Heroclades mostró una sonrisa maquiavélica:

—Efectivamente. Si existe una fuerza absoluta, una velocidad inigualable o un conocimiento ilimitado, no queda espacio para la técnica. Las técnicas fueron creadas con el fin de compensar debilidades. Ahora, de qué sirve tener tanto poder, tanta fuerza, velocidad o conocimiento si no puedes controlarlo ni sabes cómo usarlos. La falta de control de lo que ya se tiene se vuelve una debilidad en sí. Pongamos un ejemplo: de entre miles de artes existe el arte "El espíritu de lucha", un método para compensar nuestras debilidades. Nuestros cuerpos son vulnerables, estamos propensos a rendirnos ante las dificultades, nuestra mente prefiere estar en el sitio más cómodo. Pero si convertimos la voluntad en energía, sobrepasamos los límites del cuerpo y engañamos a nuestra mente. Podemos valernos del poder mágico que reside en nosotros y aumentar explosivamente los límites físicos.

»Otro ejemplo es el refuerzo corporal: a pesar de haberte destrozado los dedos, sigues atacando con la misma potencia. ¡Si logras envolver cada parte de tu cuerpo con el poder mágico que crea la fuerza de voluntad, estas endurecerán como el acero e ignorarán el dolor! Independientemente de que se bañó en la fuente de Arcadia, la invulnerabilidad del cuerpo de tu padre reside que se puede endurecer con este método… Puedes aprender de las demás artes, pero son casi infinitas y dime: ¿acaso puedes ser realmente bueno en una cosa si aprendes de todo un poco y no llegas a perfeccionar nada? No me malinterpretes ni pienses en que debes enfocar todos tus esfuerzos en perfeccionar algo en particular para aumentar tu nivel en el combate. Lo primero que debes hacer es tener control de tu poder, de todo lo que puedes hacer y de lo que no. El camino para ser el mejor guerrero es ser adaptable, nunca depender de tu mejor poder y siempre aprender de tu enemigo sin subestimar. Escucha mis palabras, resolver una situación complicada con métodos sencillos es mucho más ingenioso que resolverla utilizando métodos complicados, como ahora.

De buenas a primeras, el pequeño, que casi tan solo tenía que extender su mano para tocar el árbol, fue captado por una patada de su maestro, quien no era muy diestro en el combate cuerpo a cuerpo, pero se veía que hacía buen uso de su fuerza y tamaño. Rey salió despedido al otro lado del campo, hasta que con sus pies y manos pudo desacelerar el impulso.

Heroclades dio unas carcajadas al aire:

—Así como yo, tu cuerpo no te ayuda mucho. No se ajusta al talento ni las ambiciones del usuario. Tras aguantar mucho dolor y estar al borde de la muerte, puedo deducir que tienes una inmensa fuerza de voluntad. Mientras no tengas fuerza, rapidez o conocimientos, el control, la capacidad y la carga serán los tres factores alternativos que pueden ayudarte a volverte más poderosos. Puedes tener toda la energía del mundo, que, si no sabes cómo controlarla, no serás nada. Perfeccionar el arte de matar y vivir no es tarea fácil… —Pasándose la mano por la frente, sintiendo su nuca y antebrazos humanos, continuó—. Me has hecho sudar en este combate, pero en las condiciones en que estas, dudo que puedas llegar hasta el final.

Rey irguió su postura, levantó la barbilla y se sacudió el polvo del cuerpo.

—¿Actuando arrogante porque conseguiste acercarte un poco al árbol?

Volvió a su postura de ataque y tras ojear las páginas del libro hizo que una criatura con forma humanoide apareciera en el campo entre él y su discípulo.

—Eso es una de las tantas criaturas de este libro. Tiene tu tamaño, y su fuerza supongo que sea más o menos comparable a la tuya. Ahora, ¿por qué no pones de tu parte y tratas de sobrevivir?

El pequeño de ojos blancos retrocedió un paso al ver al ser tan extraño. Tenía cuatro extremidades, pero no tenía cabeza. Tampoco actuaba normal, sus brazos temblaban y sus piernas casi se caían. "Una criatura con consciencia propia que no necesita ser controlada por el hechicero. Ahora Heroclades tiene tiempo para invocar otro clamado, así como su barrera. Por otro lado, aunque ese ser tenga la capacidad de razonar, no es buena idea enfrentarse de manera directa contra algo que no conozco. El momento está cerca…", Rey se dijo mientras cerraba sus garras.

—Oh, estás dudando. Nunca dudes ni dejes de creer en la fuerza de tu voluntad. Una vez hayas pasado los límites, ella es quien previene a tu alma, cuerpo y sangre de rendirse. Ese puede ser un punto débil. Si la abandonas, ella tal vez termine abandonándote. Por otro lado, si eres un cazador, estarías agradecido de que aquello que enfrentas corra e intente escapar de ti. Hace que la sangre hierva, hace que lo desees aún más. A la vez que corres, te conviertes en presa.

Las palabras del maestro tenían razón, Rey se vio obligado a sacar de entre la única prenda que le cubría el cuerno de unicornio que tan celosamente había guardado como arma para defenderse.

Heroclades, arqueando sus cejas como si de una situación bien seria se tratara, dijo:

—Parece que no has aprendido sobre la primera lección. La ley de la ventaja habita en la mente de aquellos con intenciones asesinas. Un arma filosa en una pelea de puños… no es muy honorable que digamos. Tus acciones traen consecuencias, y sacar un instrumento como ese me da la opción de que responda con un ataque de igual o mayor letalidad. Uno que te pueda matar… no te arrepientas. Desde el momento en el que cruzaste la línea, espero que estuvieras preparado para dejar tu vida.

Rey, valiéndose de su mano derecha, arrojó al aire el cuerno. "¿No soy alguien honorable?", se preguntó a sí mismo mientras corría tan rápido como pudo, y empleando un fino conjunto de movimientos esquivó los ataques del ser sin cabeza. "No he tenido tiempo para detenerme y pensar en eso… tal vez sea mi última oportunidad. Pero, si la vida me fuese arrebatada, ¿qué quedaría?". Atacó, contraatacó y se superpuso sobre la criatura. "No sé la respuesta. Por esa razón, si para encontrar el camino del saber, debo de sacrificar mi honor y luchar contra la luz de un dios, no puedo dudar en convertirme en una antorcha de carne y sangre". En el preciso momento en el que Heroclades se dispuso a hacer un encantamiento, Rey pateó el cuerno que caía al suelo. "Está hecho. Ahí se va mi honor junto con ese cuerno. No hay vuelta atrás… Ahora siento como que algo muere en este campo… Una victoria bastante vacía. No, no sé por qué, pero no estoy dispuesto a arrepentirme, no estoy hecho para dejarme vencer. Aun si tengo que caminar con el honor a rastras, me lo pondré a cuestas y lo llevaré hasta el final.

Heroclades tenía su barrera desactivada y la mirada en el libro. Apenas se dispuso a efectuar el conjuro, sintió cómo desaparecieron las intenciones asesinas de su discípulo, cosa que le trajo mala espina y el presentimiento de que había mantenido la guardia baja por mucho tiempo. Algo estaba por venir y tenía que esquivarlo, el aire no mentía cuando sonaba de la manera en la que sonaba cuando algo se aproximaba a gran velocidad. En efecto, tan pronto como el señor de piel bronceada enfocó su vista de vuelta a su discípulo, se vio obligado a inclinar su cabeza hacia el lado.

Rey siguió corriendo con todas sus fuerzas, haciendo que la hierba y el suelo se abrieran en dos. Heroclades cerró el libro y con rapidez utilizó su otro brazo para agarrar a su discípulo por el cuello e impedirle que se acercara más al árbol.

"Qué cara esa", sosteniendo al pequeño, Heroclades pensó. "La cara de alguien que tiene la ventaja. Si tiene la ventaja, significa que estoy a punto de perder. De hecho, es increíble que llegaras tan lejos…". Heroclades, valiéndose de una mueca amargada, esperó un segundo y agregó en voz alta:

—Ganaste. Has ganado sin honor, pero una victoria es una victoria —Rey se desvaneció en el aire—. Te subestimé desde el principio. Has superado todas mis expectativas. Debes ser grado avanzado en las artes de "combate cuerpo a cuerpo" para poder vencer mi clamado. Te felicito por tener la capacidad de controlar "Aura". Lograr desaparecer tu presencia y crear copias de ti mismo es algo que no podrías conseguir por ti solo, tal vez Silvia tuvo algo que ver. Por otro lado, si usas tu linaje de vampiro, tendrías la afinidad de esconderte en la oscuridad sin tener que aprender "Aura". Bueno, existen diferentes maneras de hacer lo mismo, no es que tenga nada más que enseñarte…

Saliendo de detrás del árbol, Rey caminó calmado.

—Puedes enseñarme hechicería…

Los ojos de Heroclades brillaron, pero cual si estuviera conteniendo la alegría, se llevó la mano a la cabeza.

—¡Hmmm! La hechicería es un proceso muy largo, complicado de aprender, difícil de dominar y casi imposible de empezar. Un arte incompleto y repleto de consecuencias negativas para el usuario. Un día no sería suficiente como para explicar las consecuencias si llegas a fallar, mucho menos repasar los términos que necesitarás si quieres despertar el primer vórtice de energía. La hechicería, en términos de desarrollo, es como un niño que no ha nacido, aunque se halla estudiando por tanto tiempo; develar nuevos secretos sin consecuencias se ha vuelto imposible y todos los desarrolladores del arte, si no terminan muertos, quedan malditos.

Cambiando el tono entristecido de sus palabras…

—Además, si te enseño lo que sé, yo terminaría siendo quien no sepa nada. Tienes que entender que, como soy el más viejo del grupo, tengo que reservar mi valor… pero puedo mostrarte las técnicas y conjuros de mi libro que no soy capaz de usar para que las agregues al tuyo. Sin que nadie más se entere, claro está.

Dada a la atención que los ojos blancos le prestaban, Hero se dejó llevar un poco.

—Por ahora, si quieres hacerte más fuerte, aprovecha la luz y reúnete con la Anciana del Bosque o la Anciana del Lago. En la noche eterna ellas te podrían guiar a más oportunidades. Pon a funcionar lo que sabes y préstale aún más atención a lo que no, esa será mi segunda tarea.

—¿En dónde puedo encontrarlas?

—Como cuando la primera vez que pisé el Heaven, hoy también llegué a poder sentir en el Bosque Siempre Cambiante la presencia de incontables almas. En este mismo lugar puedo sentir un sin número de presencias que no podemos ver, ni ellas a nosotros, entre estas presencias están las dos ancianas. Algo me dice que en el mismo espacio existen dos planos diferentes y la manera de acceder al otro está en el bosque…

Rey guardó silencio. Él no creía en las palabras de su maestro. "¿Qué en el bosque existe una entrada para otro sitio que es este mismo, pero en otro plano? Pasé toda una noche recorriendo semejante lugar de arriba a abajo y no me encontré con nada más que guardianes del Paraíso y seres voladores. Si ni siquiera pude encontrar la salida, ¿cómo podré encontrar otra entrada? Aunque, por otro lado, Heroclades no tiene por qué estar equivocado. Tal vez el bosque es mucho más grande de lo que me imaginaba.