—¡Cállate! —exigió Mary con una cara enrojecida por la ira—. No puedo creer que llegue a llamarte mi nuera, eres tan repugnante —continuó.
—Si ya terminaste de ladrar como un perro aquí, avísame. Aunque, no creo que vaya a estar aquí para esperarte hasta entonces —Felicia rodó los ojos de una manera que transmitía el mensaje de que ya estaba cansada de la conversación.
Con eso, Felicia se alejó, pero no sin antes lanzar una mirada de odio a Erika, quien se burló de ella.
Ahora solo quedaban Erika, la criada, e Iza en la sala de estar. Iza intentó mantenerse lo más callada posible para no llamar la atención sobre sí misma, ya que acababa de presenciar la pelea entre la suegra y la nuera.
—Deberías acostumbrarte porque presiento que esta no será la última vez que esto vuelva a suceder —le dijo Erika a Iza.
Erika no se molestó en bajar la voz y simplemente escupió las palabras como si quisiera que Mary lo escuchara.
—Hay más por venir —agregó mientras miraba intensamente a Mary.
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