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Mi esposo accidental es mi compañero de venganza

Anastasia Harrison, una joven maltratada por su cruel familia, pensaba que su vida había terminado cuando la obligaron a casarse con Richard, la oveja negra y despreciable de la adinerada familia Wallace. Mientras tanto, su preferida hermana menor, Michelle, estaba destinada a casarse con Xavier, el hermano mayor, que era un CEO. Sin embargo, un error en el ayuntamiento terminó intercambiando sus nombres en sus respectivos certificados de matrimonio. —¿Qué es esto? ¿Cómo estás casada con Xavier Wallace? —¡No recibirás comida ni agua hasta que firmes los papeles de divorcio! Para echar leña al fuego, los ancianos señor y señora Harrison fallecieron, dejando todos sus bienes a Anastasia y no al resto de la familia. Esto llevó a los Harrison a su punto de quiebre. Para negociar una vida tranquila, Anastasia estaba dispuesta a dejar su herencia y abandonar la familia, pero los Harrison tenían otros planes en mente. Querían deshacerse de ella. Permanentemente. Sin embargo, fue por un golpe de suerte que Anastasia fue encontrada por su nuevo esposo, Xavier, antes de que su familia tuviera éxito. Decidida a vengarse, hizo un trato con Xavier. —¡Continúa siendo mi esposa y te ayudaré a vengarte!

Sour_corn · Urbain
Pas assez d’évaluations
337 Chs

Demasiado tarde para arrepentirse

Todos abrieron los ojos de par en par sorprendidos; no podían creer lo que Edna estaba diciendo. El hecho de que no se molestara en contener su lengua mostraba que no le importaba lo que pensaran los demás.

—¿Cómo te atreves a evadir nuestra trampa? —preguntó Edna, esperando una respuesta de Selene pero esta última solo la miraba, no de shock, sino de diversión por cómo Edna había usado sus propias manos para cavar su tumba.

Miranda intentó contener a Edna para que no dijera nada más, pero ya era demasiado tarde. Todos ya habían escuchado las palabras de Edna, y la verdad de lo que reveló pesaba mucho en el aire.

—¿Así que querías que esos hombres me violaran? —preguntó Selene, sus ojos se oscurecieron hacia las dos amigas—. ¿Qué tan sinvergüenza puedes ser?

Chapitre verrouillé

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