El plato se puso a un lado y Gu Jingze levantó la cuchara.
Lin Che dijo: —Puedo hacerlo yo misma.
—Abre todo —dijo con una cara seria.
Lin Che miró a Gu Jingze y solo pudo abrir la boca obedientemente.
Después de alimentarla, Gu Jingze asintió con satisfacción. Tomó otra cucharada.
—En serio, puedo hacerlo yo misma.
—Te olvidarás de alimentarte y la comida se pondrá fría. Comer alimentos fríos no es bueno para el cuerpo, especialmente para ese pequeño cuerpo tuyo.
Lin Che comió su comida mientras miraba a Gu Jingze. Sostuvo la cuchara entre sus dedos delgados. Luego, sopló la papilla sobre ella y se la llevó a Lin Che.
Esa actitud parecía extremadamente suave.
Esos ojos parecidos a un lago brillaban tranquila y suavemente. Parecía correr sobre su corazón, dándole una sensación de paz. Esto la hizo calmarse mucho más y perdió su ansiedad.
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