Sheyan tragó con avidez su comida mientras se acercaba para tomar la pila de información de las manos de Zi. Lo miró con atención.
No es que no creyera en el juicio de Zi, pero tenía que confirmar cosas como ésta por sí mismo: seguir ciegamente a la manada nunca fue su estilo. No había mucha información en la carpeta, sólo unas seis hojas A4 en total, pero cada una de ellas estaba repleta de letras. Sheyan no pudo evitar burlarse silenciosamente del servicio secreto. ¿Su presupuesto era tan ajustado que no podían permitirse el lujo de utilizar algunos papeles más?
Zi había reconocido desde hacía mucho tiempo la extraordinaria habilidad de Sheyan para diseñar estrategias en lo más profundo de su corazón. Como ex líder del partido y persona orgullosa, esperaba que se afirmaran sus opiniones. Miró expectante a Sheyan, esperando escuchar las palabras de aprobación.
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