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UN BUEN DIA

El cielo estaba despejado y los rayos del sol iluminaban cada espacio de aquella lujosa habitación, en efecto era un hermoso día, un día para un perfecto matrimonio en el que dos personas se juran amor eterno y viven felices para siempre.

- Este vestido te queda hermoso, es una pena que no me hayas dejado acompañarte a escogerlo - dijo Katy, una de las damas de honor.

- Todas debíamos acompañarte a escogerlo, pero no pudimos hacerlo porque no amenazaron con cortarnos las manos si nos acercábamos - contesto Zarina mirando hacia la esquina donde se encontraba Adriana, quien estaba sentada en una posición bastante relajada como si no hablaran de ella, pero con una cara de fastidio por todo lo que representaba la situación actual, un verdadero desgaste de energía.

- Ya dejen de hablar de eso, ya es hora y debemos irnos, ya se que es normal que la novia llegue tarde, pero no hay que llegar tan tarde - les recordó Mariana mientras tenia una sonrisa en sus labios, le encantaba ver la disparidad de personalidades de sus amigas, todas eran vivarachas, coquetas y algo caprichosas, cosas típicas entre las personas de clase alta, a excepción de Adriana, quien era callada, apática y muy malgeniada, todos sabían que su papá estaba en la mafia, solo eso, nadie sabia desde cuando, o cual de todas ellas pertenecía, se dejaba ver muy poco pero era muy protector con su única hija.

Con ese recordatorio, todas salieron de la habitación y bajaron las escaleras hacia el primer piso de aquella lujosa e impresionante villa, al escuchar los suspiros de sus amigas, no hubo necesidad de levantar la vista porque ya sabia quien era el artífice de robar corazones de todas las chicas, era una lastima que el no estuviera interesado en nadie. Un hombre alto, extremadamente guapo, cabello negro, sus ojos eran de un color negro profundo, que hacia que cualquiera se perdiera en su mirada, con un traje que marcaba su perfecto cuerpo, miraba hacia afuera con el seño fruncido.

- No me digas que eres tu quien me entregara en el altar.

- Por supuesto que no - dijo Andrés, mientras seguía mirando hacia afuera - Padre, el tío Fausto y el tío Camil, se están disputando quien te entregará.

Mariana no pudo evitar lanzar una carcajada mientras veía a los tres hombres que según muchos eran los mas ricos del planeta, jugando piedra papel o tijeras, si cualquier persona los viera en esa situación definitivamente no podría creerlo, pues la personalidad de Andrés, había sido heredada de esos tres.

La familia Braham tenia cuatro hermanos, Fausto el mayor era un arquitecto de renombre, hablaba solo cuando tenia que hacerlo y el resto del tiempo solo miraba a todo mundo como si quisiera matarlos, Armando el papá de Andrés, era un poco mas sociable, pero no lo suficiente, pues en su conciencia solo estaba que debía relacionarse con otros por el bien de la empresa familiar de la cual era el presidente, pero era obvio que odiaba a todo el mundo, el tercero era Camil, estudio economía y era muy calculador en todo, de su boca solo salían palabras certeras y muy hirientes para muchos, por ultimo estaba Maribel, la princesa de la familia y madre de Mariana, pero al morir cuando su hija tenia solo 5 años, todo ese amor y devoción familiar se centró en Mariana.

Andrés hacia todo lo que su prima deseaba que hiciera, o casi todo, era con la única persona que hablaba que no fueran temas laborales, e incluso a su padre lo colocaba verde de ira el que fuera tan parecido a el y a sus hermanos, siempre le decía que porque tenia que ser tan déspota, ese eran sus motivos de pelea y la diversión de Mariana.

- Todo esta bien?.

Solo en ese momento Mariana se dio cuenta de que Andrés, por fin había centrado su mirada en ella.

- Si, todo esta bien - respondió con una sonrisa - te dije que haría un buen día verdad, mira que día tan esplendoroso el que hay, ¿Qué tal me veo?

- Te ves muy hermosa, ese vestido te queda muy bonito ..... pero...

Antes de que pudiera terminar de hablar, Adriana interrumpió su conversación.

- Gracias, yo lo escogí - y mientras arrastraba a todas las chicas afuera, les dijo - nosotras nos adelantamos, nos vemos en la iglesia - y las saco casi obligadas a todas ya que querían seguir mirando Andrés.

Al ver que todas se habían ido, Andrés dio un suspiro pesado y dijo.

- Me refiero a Sebastián, ¿todo esta bien con el?

La sonrisa que tenia Mariana se borro, dando paso a una expresión reflexiva ....