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Capítulo 04: Tenerlo de hermano es… lo peor.

Un chico golpeado con apariencia de tener serios problemas en la cabeza conduce a gran velocidad en su motocicleta manchada de diversos colores. Él se encuentra: descalzo, semi desnudó, solo cubierto por un oscuro pantalón y una chaqueta de cuero, pero lo que más desconcierta es el brillo maníaco en su mirada resaltada por la sonrisa involuntaria de su rostro, mientras el viento enreda y enmaraña su cabello.

Tras sobrevivir en la calle luego de tremendo espectáculo, aparcó frente al consultorio más parecido a un pequeño bar Para amigos en el sótano de un rarito. Dentro se encuentra un hombre entre sus treinta y cinco años, preparándose mentalmente para tratar de romper la dura coraza de "adamantiun" a la que se enfrenta día a día. Apenas armado con un lapicero, su bloque de notas y toneladas de paciencia, y como último recurso unos desgastados guantes de boxeo que pueden colocarle su cabeza en su lugar.

Ghost todo desequilibrado y descalzo entró al consultorio con una fragante sonrisa y apestando a alcohol, Aizawa no pudo evitar notar el cambio de actitud del chico, quien no parece hostil como sus anteriores secciones.

—¿¡Sabes!?, no me pagan lo suficiente para preguntar lo qué pasó—. Hizo una pausa, observando lo desastroso que está —aunque estás hecho un asco e insisto apestas a mil diablos, puede que te sienta bien, ¡no el alcohol... ni que andes desnudo... y ni hablar de los golpes!, Pero, te sienta bien.

—Humildemente, diré: que quizás encontré el infierno adecuado en el cual arder.

Del otro lado de la ciudad, en el día anterior, George había llegado a casa de su novia después de un duro examen sorpresa que posiblemente había superado gracias a sus "Jutsus" de espionaje o sus rezos a quien sabe qué Dios, ya que es ateo.

—Buenas tardes, señora, ¿está Ninna? —preguntó mientras la madre de su novia le invita a entrar.

—No. ¡¿pensé que regresarían juntos?!, adelante, pasa. Perdón que no te atienda, pero iré al supermercado a comprar algunos ingredientes para la cena, ya que otra vez Anthony se olvidó.

George ingresó en la residencia con toda la confianza como si de su casa se tratará. Mientras espera en la habitación de Ninna comenzó a jugar "Among-us" en línea; tras varios minutos de espera, Ninna llega a casa, lanza su bolso a la cama y se prepara para acomodarse.

—¡Demonios 006!, ¿creí que regresaríamos juntos? —le reclama mostrando su disconformidad.

—Supuse que te quedarías con las chicas —se defendió mientras cierra la puerta y le da un beso.

—no, Ash este modo zombi o algo así —murmuró entre dientes aguantando no explotar.

Contrajo los labios y arrugó el entrecejo mientras mira fija el anillo que hace girar en su dedo, gesto que preparó a George, quien identificó enojo y preocupación en su chica. Esperó paciente sabiendo que fuera lo que tuviera su mente preocupada saldría por sus labios en cualquier instante.

—¿¡Sabes!?, no soporto esa actitud que tiene Ash, es como si no estuviera en la misma sintonía que el resto del mundo, a veces le hablo y ni siquiera me escucha hasta que se lo repito por cuarta vez, y apenas me responde con un gesto o un "Mmm". La quiero y es mi amiga desde hace ¿Cuánto?, ¿Tres...?, ¿Cinco años?, ¡Bueno!, el punto es que... es que no puedo comunicarme con ella por más que lo intente—. Apenas terminó la primera ráfaga de quejas, prosiguió con un sinfín, dejando salir todo.

George escucha atento mientras ella se levanta y camina de lado a lado de la habitación, porfiando y refunfuñando. Su rostro muestra lo alterada que la deja el comportamiento de su amiga.

—Bebé. ¡Ya cálmate!, conoces a Ashley, ella es así—. Él la mira con un gesto comprensivo, algo en su mirada le transmite calma, pero lo ignora centrando su atención en otra cosa.

La semana del accidente fue caótica y más para George que tuvo el rol de padre en el hospital. Se quedó completamente dormido en cuanto regresó de otro día más de clases y su estabilidad mental colgaba de un hilo luego de ser bombardeado con tantas clases. Su único alivio fue visitar a su chica unas horas antes, con la cual pasó un agradable momento de parejas viendo una película vieja que adapta la historia de la Emperatriz Isabel de Baviera. Para hacer un ensayo académico, por cierto, la película terminó gustándole tras googlear la historia de fondo. El estruendoso sonido proveniente del primer piso lo obliga a levantarse y bajar las escaleras con un bate de béisbol en mano, solo para encontrar a Gustavo a medio entrar por una ventanilla. Bajó el arma de defensa personal al reconocer el origen del sonido.

—¡¿Planeas matarme de un infarto?! —Dijo mientras volvía a alzar el arma, esta vez con un brillo juguetón en sus ojos— ni siquiera preguntaré dónde demonios dejaste las llaves para entrar como un ladrón por la ventana en vez de llamarme.

—Con lo fuerte que roncas dudo que escucharas el móvil, además me dio pereza esperar que el bello durmiente se levantará abrirme —contraatacó sarcásticamente mientras toma un cuchillo y se sienta.

—¿Qué mosca te picó? —preguntó, observándolo luchar por quitarse la escayola— hoy tenías cita, ¿fuiste?... ¡Demonios Ghost!, ¡¿Estás ciego?!, Suelta el maldito cuchillo y habla conmigo, ¿¡sabes mejor que nadie lo que te pasará si dejas de ir!?

Tener hermanos era una cosa, pero, tenerlo a él... es tener el infierno de Dante con todos sus niveles retorcidos.

Gustavo deja el cuchillo de mesa a un lado mientras alza la mirada, profunda, penetrante, cargada de oscuridad y de mucho odio. Su mirada es como la de alguien sin vida, pero que aún le late el corazón... un fantasma en silencio.

—no tan ciego como tú, pero, más de lo que quisiera—. Luego retomó su labor y atravesó el duro material —además, sí, pero que importan unos cuantos sermones.

Finalmente, consiguió librarse de la escayola, mientras George se sirvió soda y una merienda nocturna.

—Algún día tus estupideces serán tu talón de Aquiles, tus heridas son un arma de doble filo y cuando ese día llegue me dolerá, porque quizás no eres consiente de que andas dando bandazos por la vida sin importarte lo que te pase, sin ver que existen personas que sufrimos por tus cortes. Porque recibe tanto daño el que empuña la navaja como el herido.

Al escuchar el sabio y buen intencionado consejo de su hermano mayor, Gustavo solo se levantó, extrayendo su reproductor de música e ignorándolo con fragante despreocupación, retomó la canción que había dejado a mitad y con los audífonos a todo volumen comenzó a cantar: —y se marchó, y a su barco le llamó libertad—. Se alejó canturreando con voz levemente afectada por el constante dolor que suponía quitarse una escayola una semana después de que se la pusieran.

—Algún día te arrepentirás, pero ya ni las cenizas quedarán.

La mañana siguiente George está a las afueras del campus hablando con unas compañeras, de imprevisto el imprudente gorila que tiene por hermano hizo una de sus escenas en pleno receso estudiantil.

—¡ey, pero si es la chica suicida!—. George sintió como todos voltearon rápido sus cabezas en dirección al extraño y sonriente chico; corrió rápido hasta el deseoso de salir de tan vergonzosa situación. Gustavo parece no percatarse de las seriedades con la que lo interrogó. Y continuó mirando hacia Nitta.

—¡Maldición, Ghost! ¿A quién diablos llamas así?—. La vergüenza se refleja en sus pómulos enrojecidos, pero más notorio con su tono de voz —¿acaso ya te volviste loco, estás alucinando?

—¡Nah!, solo me dio muy duro —una sonrisa burlona comenzó a formarse en sus labios— olvídalo, creí ver un fantasma.

Dicho esto encendió la moto y miro fijando sus ojos detrás de Nitta, en la cabellera azabache —¿Qué tanto me miras, te gusto? —La voz de la chica es desafiante, pero coqueta, algo sarcástica, pero bastó para sacarle a Gustavo una risotada.

—Miraba un alma, no un acantilado —respondió este con tono socarrón— nos vemos luego o tal vez no, chica suicida.

George subió a la moto y con un ademán se despidió de sus compañeras, minutos más tarde Gustavo estacionó frente a la casa de Ninna.

—Date rápido y baja tu huesudo trasero de mi cuero, ¡ah!, Casi lo olvido, me debes treinta dólares

—El rostro de Gustavo en sí es una lápida sin emociones, pero el fuego de la avaricia se refleja en sus ojos con el símbolo del dólar.

—Después del tremendo gasto que me hiciste pagar en el hospital, ¡¿vienes a cobrarme?, ¡si no fueras mi hermano, te juro por Dios que te rompo toda la cara, ¡imbécil!—. Bromea, pero luego su cara se conmocionó en un gesto serio —¿a quién viste?—. La pregunta se formuló y salió de sus labios de forma natural, pero, sabe que no tendrá respuestas, Gustavo no es de los que hablan, así que cambio su pregunta.

—¿fuiste donde Aizawa o como le llames?

—No. Debe de estar esperándome viendo un capítulo de los Power Rangers, además no creó que se acuerde que debo ir a verle hoy —contestó con su filoso aguijón cargado de veneno sarcástico.

—Recuerda lo que te pasará si dejas de ir al psicólogo, no me gustaría verte en esa situación.

Finalizada la plática, Gustavo se marchó y George ingresó en la residencia con toda la confianza como si de su casa se tratara. Mientras espera en la habitación de Ninna comenzó a jugar Among-us en línea; tras varios minutos de espera, Ninna llega a casa, lanza su bolso a la cama y se prepara para acomodarse.

—¡Demonios 006!, ¿pensé que regresaríamos juntos? —reclama Ninna mostrando su disconformidad.

—Creí que te quedarías con las chicas —se defendió mientras cierra la puerta y le da un beso.

—no, Ash está modo zombie o algo así —murmuró levé aguantando no explotar.

Contrajo los labios y arrugó el entrecejo mientras mira fija el anillo que hace girar en su dedo, gesto que preparó a George, quien identificó enojo y preocupación en su chica. Esperó paciente sabiendo que fuera lo que tuviera su mente preocupada saldría por sus labios en cualquier instante.

—¿¡Sabes!?, no soporto esa actitud que tiene Ash, es como si no estuviera en la misma sintonía que el resto del mundo, a veces le hablo y ni siquiera me escucha hasta que se lo repito por cuarta vez, y apenas me responde con un gesto o un "Mmm". La quiero y es mi amiga desde hace ¿Cuánto?, ¿Tres...?, ¿Cinco años?, ¡Bueno!, el punto es que... es que no puedo comunicarme con ella por más que lo intente—. Apenas terminó la primera ráfaga de quejas, prosiguió con un sinfín, dejando salir todo.

George escucha atento mientras ella se levanta y camina de lado a lado de la habitación, porfiando y refunfuñando. Su rostro muestra lo alterada que la deja el comportamiento de su amiga.

—Bebé. ¡Ya cálmate!, conoces a Ashley, ella es así—. Él la mira con un gesto comprensivo, algo en su mirada le transmite calma. Pero lo ignoró centrando su atención en las tareas por hacer de la universidad.

—¿Cómo va eso? —Pregunta George.

—Está casi terminado, solo me falta corregir las faltas ortográficas y desarrollar un poco ese punto —explicó señalando la pantalla de su portátil.

—Bien.

—006, ¿estás molesto?—. El tono de aparente inocencia irritó a George aún más.

—No... bueno, un poco —negó y luego se rectificó

La chica demostró su interés apartando el portátil y los cuadernos que tenía en la cama para luego mirarlo —¿Por qué estás enojado?

—Verás es que—. George es interrumpido por una llamada; consideró ignorarlo, pero al ver quién lo está llamando prefirió contestar antes de decir algo no pensado. Al contestar, Ninna sintió como el rostro de George pasa de diferentes tonalidades —¡voy en camino! —dijo mirando a Ninna con un rostro preocupante para la chica que apenas había estado prestándole atención las últimas semanas y que ahora había devuelto su atención a sus propias prioridades. ¿Se levantó para irse, solo recibió un --¿te vas? Pero esta quedó con las palabras a medias, puesto que George salió como alma que lleva el diablo, o peor aún como si una desgracia se avecina.