—Traigan más —una mujer de cabello oscuro recogió los cuencos antes de entrar en una de las casas. Dentro estaba oscuro y de repente, el fuego iluminó la habitación. Un hombre estaba atado a una silla en el centro de la habitación, con la cabeza colgando hacia abajo como si estuviera dormido. O muerto. La mujer se acercó a él, lo agarró del cabello y le inclinó la cabeza hacia atrás.
Era el Rey.
Abría los ojos un momento antes de que la mujer le cortara la garganta sin previo aviso.
Horrificado, Guillermo abrió los ojos de golpe con un jadeo. Un sudor frío cubría su rostro y respiraba con dificultad. Se dio cuenta de que todo había sido solo un sueño e intentó tomar una respiración profunda cuando vio una figura blanca fantasmal de reojo y su corazón se sobresaltó de nuevo. Se revolcó en la cama sacando el cuchillo que escondía bajo la almohada y apuntando hacia la figura blanca que resultó ser el Señor Amore.
—Oh —Guillermo respiró aliviado.
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