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Casada con mi hermanastro millonario

``` El día de su boda con su amor de la infancia, Natalie Ford recibió un regalo inesperado: un certificado de matrimonio. Declaraba que ya estaba casada con un completo extraño—Aiden Handrix. Mientras los invitados a la boda seguían burlándose e insultándola, su amante Ivan decidió abandonarla, optando por casarse con su media hermana Briena en su lugar. Para colmo de males, fue expulsada de su casa. Para probar su inocencia, Natalie Ford solo podía tomar un camino: tenía que encontrar a este misterioso Aiden Handrix y descubrir la verdad. Al día siguiente, había noticias populares en la televisión. Justine Harper, la heredera de la familia más rica de Bayford, regresaba a casa. Los ojos de Natalie se estrecharon al mirar la pantalla de la televisión. —¿Por qué este hombre se parece exactamente al hombre de la foto en mi certificado de matrimonio? En la búsqueda de desentrañar el misterio detrás de su supuesto matrimonio, decidió seguirlo y preguntarle personalmente. —¿Estás casado? —preguntó Natalie. —No. —¿Tienes un hermano gemelo? —insistió. —No. —¿Por casualidad has oído el nombre Aiden Handrix? —su tono se endureció. —No. —Entonces, ¿quién demonios eres? —demandó saber. —Tu hermano. —Espera, ¿qué? —sus ojos se abrieron de par en par. —Sí. Ahora empaca tus cosas y ven a casa conmigo —dijo él. ¿Primero obtuvo un marido de la nada y ahora un hermano con la misma cara? ¿Estaba dios creando clones y ofreciéndoselos con diferentes relaciones? ```

Sera_b17 · Urbain
Pas assez d’évaluations
250 Chs

Mi esposo estaría orgulloso de mí

—Natalie, Briena no quiso hacerlo —interrumpió Lily—. Sabemos que solo estás tratando de sacar dinero de este incidente. Dinos tu precio y terminemos con esto.

—No te preocupes, eso es exactamente lo que planeo hacer —respondió Natalie fríamente—. Pronto entenderán el costo del daño mental que le causaron a mi abuela.

—¿Doscientos millones es suficiente? —preguntó Ivan, pensando que Natalie era excesivamente codiciosa.

Natalie se burló.

—Ni siquiera se acerca a lo que quiero.

—Dime tu precio. Te pagaré de inmediato.

—¿Por qué tienes tanta prisa? —preguntó Natalie, y justo entonces John regresó con dos bates de béisbol en sus manos. Le pasó uno a Natalie—. ¿Será esto suficiente?

—Más que suficiente —bufó Natalie mientras crujía su cuello y flexionaba la muñeca, sosteniendo el bate como si se estuviera preparando para algo.

—¿Qué estás haciendo? —preguntó Ivan, alarmado.

Natalie le dio una sonrisa malvada y se giró hacia el coche de Briena.

—No serás tan ingenuo, ¿verdad?

Chapitre verrouillé

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