—Buen día, señorita. ¿Cómo fue su vuelo? —preguntó el conductor.
—Genial, gracias. ¿Vamos directamente a la oficina del Sr. Astor? —pregunté, suponiendo que Michael estaría ocupándose de algunos trabajos antes de mi llegada. Nunca pregunté cuál era la emergencia que le hizo terminar nuestras vacaciones temprano, pero asumí que tenía algo que ver con su compañía.
—El Sr. Astor no está en la oficina hoy —dijo el conductor y luego me abrió la puerta trasera.
—Michael —jadeé, sorprendida al verlo en el asiento trasero esperándome.
—Te extrañé demasiado como para esperar a verte —dijo él, extendiendo su mano para ayudarme a entrar en el coche.
Me atrajo hacia él para darme un beso profundo, deslizando su mano alrededor de mi cintura y acercándome más a él. No me di cuenta de que habíamos empezado a conducir hasta que el conductor salió del aeropuerto.
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