—¿Doctor? ¿El Anciano An pidió su ayuda?
La expresión en los ojos del hombre de mediana edad ya no contenía solo desdén y burla, sino que ahora un rastro de desprecio despreocupado cruzó mientras evaluaba a Xiao Yi. Annoyado, dijo despectivamente:
—Señor, por favor, respete las reglas. Los cupos de cita del Anciano An son extremadamente limitados y cada paciente ha tenido muchas dificultades para conseguir uno. Espero que comprenda este punto y no intente alterar el orden. Además, le digo, el Anciano An no tolera impurezas en su vista. Incluso si se cuela sin cita, él no lo examinará. Puede abandonar esa esperanza.
Habiendo dicho eso, el hombre de mediana edad se preparó para darse la vuelta y marcharse.
En su corazón, ya había decidido que Xiao Yi era un sinvergüenza intentando saltarse la cola.
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