Brianna estaba consumida por un odio desenfrenado hacia Roberto, deseando poder despedazarlo miembro por miembro. Sin embargo, no era más que una mujer vulnerable, totalmente impotente contra él.
Lloraba sin control, sin prestar atención a las miradas sorprendidas de los transeúntes o a los murmullos de los desconocidos. Brianna no tenía recuerdo de cómo había regresado al hospital. Cuando llegó, descubrió que Hannah ya había despertado, sentada allí con una mirada vacía, sin decir nada.
—¿Hannah, ya despertaste? ¿Hannah? —Brianna, habiéndose cambiado de ropa, rápidamente tomó la mano de Hannah.
—Mamá... ¿por qué estoy aquí?
Hannah volvió a la realidad y su expresión se volvió venenosa.
—Mamá... Papá es aterrador. Es tan cruel... él realmente publicó ese video mío con ese despreciable... sollozo...
Las emociones de Hannah se encendieron de nuevo, y Brianna solo pudo abrazarla fuertemente.
—No llores, no llores...
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