Al ver a Guiying inquietarse, Luo Yan supo que había dado en el clavo —relájate, solo te estoy poniendo a prueba. Aún no saben sobre Wei —dijo, todavía susurrando. Guiying le lanzó una mirada escéptica —soy como tú. También estoy bajo el mando del Reino de Wei.
La chica todavía lo miraba como si no creyera ni una pizca de lo que acababa de decir —yo- Yo no sé de qué estás hablando.
Luo Yan, a cambio, la miró con impaciencia —no juguemos a ese tipo de juegos, Guiying. No tengo paciencia. Si hubieras hecho bien tu trabajo, ni siquiera estaríamos teniendo esta conversación —dijo fríamente.
El rostro de Guiying se tiñó de rojo por la humillación. Luego clavó su mirada en Luo Yan —¡si tú no hubieras interferido, no habría fallado!
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