Serena se movió bajo él, su sonrisa burlona en los labios no lograba ocultar la preocupación en sus ojos.
—Ahora que has tenido tu malvado camino conmigo, ¿qué piensas? —preguntó mientras le daba un toquecito en el brazo.
Aiden levantó la cabeza de donde reposaba en su hombro desnudo, con los dedos dibujando lentos círculos sobre su clavícula. Miró hacia arriba, se inclinó, mordisqueó su línea de la mandíbula y dejó escapar un profundo y retumbante gemido.
—¿Mi malvado camino? Oh no, cariño —respondió, su aliento cálido contra su piel—. Diría que fue completamente al revés. Tú, Serena, me usaste sin piedad.
Ella arqueó una ceja, la comisura de su boca se torció hacia arriba.
—¿No es eso lo que querías?
Los labios de Aiden se curvaron en una amplia sonrisa juvenil mientras acariciaba su cuello.
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