Una vida con contenido

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—¡Es perfecto! —reflexionó Jonathan, mirando hacia Nina que estaba enfrente de él—. Es increíble, señorita Reed.

—Gracias —expresó Nina, complacida al escuchar que le gustaba su presentación—.

—Eres increíble, señorita Reed —él echó un vistazo a los diseños que ella había creado, asintiendo satisfecho—. Muy… mucho.

—Gracias, señor Russel. Realmente lo aprecio.

—Envíame el contrato. Lo firmaré.

—¿En serio?! —Nina se mordió la lengua, su rostro ahora enrojeciendo de vergüenza—. Eh, lo siento.

—Jaja. No hay problema, señorita Reed —Jonathan rió, inclinándose más para mirar su rostro—. No tienes que avergonzarte. Aunque creo que es lindo.

—Gracias —repitió Nina por tercera vez—. Entonces enviaré el contrato. Una vez que esté firmado y notarizado, podemos comenzar el proyecto de inmediato.

—Claro.

—Fue un placer, señor Russel —Nina se levantó lentamente, extendiendo su mano hacia él.