—Cariño, ¿puedo? —Sus ojos eran suaves y suplicantes, aunque en realidad, apenas podía contenerse. Desde el principio había querido conectarse plenamente con Kisha, pero dudaba por temor a lastimarla con su tamaño. Buscaba entender sus deseos antes de dar ese paso final.
Al ver la expresión de Duke, semejante a la de un cachorro lastimero, el corazón de Kisha se ablandó y su lujuria resurgió con fuerza. Lo miró y asintió con duda, su cuerpo dividido entre la anticipación y el temor. Tan pronto asintió, sintió una presión aguda e intensa mientras algo duro y sólido comenzaba a estirarla. Duke gruñó incómodo mientras también se detenía, ajustándose a la estrechez, ambos atrapados en un momento de molestia mutua.
Apenas la punta había entrado en Kisha, y Duke ya sentía la extrema estrechez que lo aprisionaba. Mientras escapaba un gemido de sus labios, oyó a Kisha jadear fuertemente con un atisbo de dolor, lo que le hizo detenerse e impedir avanzar más.
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