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El ímpetu de Lin Yuan al perseguir su victoria logró silenciar de nuevo a aquellos alborotadores, después de todo, el hombre al que había golpeado aún se revolcaba en el suelo sujetándose la pierna y aullando de dolor.
El jefe del pueblo quería hablar, pero el hombre no dejaba de aullar, maldiciendo a Lin Yuan de vez en cuando, lo que era realmente molesto. Lin Yuan estaba pensando en arrastrarlo hacia afuera cuando de repente el hombre se tensó, se quedó inmóvil y dejó de gritar. Sin embargo, su postura aún parecía la de alguien que se revolcaba sujetándose la pierna.
—¿Qué pasó? —Lin Yuan estaba desconcertada, igual que todos los espectadores. ¿Se había asustado tras ser golpeado con un palo? ¡Pero asustarse no tenía esa pinta!
—¡Oh no, Pequeña Estrella del Desastre, has matado a alguien! —La señora Ma fue la primera en gritar, con los ojos llenos de temor y una expresión de disfrutar del caos.
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