Mirando hacia arriba a Meng Jingqi, la mirada de Xiao Huaichen era clara, pero una astucia aguda centelleaba en lo profundo de sus ojos.
—¿Crees que puedes irte después de haber dañado a mi hermana? ¡No hay tal ganga barata en este mundo! —dijo Xiao Yichen con una sonrisa burlona que no llegaba a sus ojos.
—Jóvenes Maestros, el Joven Maestro Hang es el hermano jurado de mi señora —se apresuró Hai Tang a dar un paso adelante para separar a los dos hermanos—. Su implicación era que no deberían molestar al Joven Maestro Hang.
Hai Tang era una persona en la que su hermana confiaba más, imposible de mentirles. Los hermanos intercambiaron una mirada, y Xiao Yichen sacó una pequeña botella y se la arrojó a Meng Jingqi. Puesto que su hermana ya había perdonado a esta persona y hasta lo había reconocido como hermano jurado, lo dejarían ir por ahora.
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