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Leviatán

Esto no es sostenible… murmuró Ian para sí mismo. Sabía que algo grande se avecinaba, pero no estaba seguro de qué. Y en medio de la tensión, una sensación oscura comenzó a extenderse por el océano. Las sirenas, con su magia de agua, estaban preparando su siguiente movimiento. Algo más grande, algo más peligroso, se gestaba en las profundidades.

Las aguas del océano parecían haberse calmado por un breve instante, pero era una paz inquietante, el preludio de algo mucho más peligroso. Ian, desde su nave voladora, podía sentir una presencia masiva acercándose. No solo él, todos los aventureros y soldados en el buque de guerra lo percibían. El aire vibraba, y las sirenas, bajo las profundidades, se movían con más rapidez y precisión, como si estuvieran guiadas por una voluntad aún mayor.

¡Capitán! gritó uno de los operadores del buque. Detectamos una señal enorme acercándose desde el fondo... algo gigantesco. ¡No es como nada que hayamos visto antes!

El capitán miró los monitores, sus ojos endureciéndose mientras comprendía lo que eso significaba.

Preparemos las armas pesadas ordenó con una voz grave. Esto va a ser complicado.

Desde el fondo del océano, las sirenas estaban en su propio caos organizado. La ciudad submarina temblaba bajo la presión de los ataques desde la superficie, y la energía de su barrera mágica se desvanecía rápidamente. La líder de las sirenas, con su largo cabello azul ondeando bajo el agua como una corona etérea, observaba los monitores mágicos en su sala de guerra. Sabía que no podían mantener la defensa por mucho más tiempo.

El Leviatán está casi aquí dijo con calma a sus comandantes. Es nuestra última esperanza. Cuando llegue, atacaremos con todo.

La ciudad submarina aún resistía, pero estaba claro que, sin su criatura guardiana, no durarían. El Leviatán, una bestia que ha sido sometida por poder de las sirenas, había sido llamado desde las profundidades abismales. Su despertar significaba la destrucción para cualquier enemigo que se atreviera a desafiar su reino.

Mientras tanto, en la superficie, Ian observaba con creciente preocupación cómo las aguas bajo él comenzaban a arremolinarse. Las corrientes, antes caóticas pero manejables, se agitaban con una furia renovada. Entonces, un rugido ensordecedor resonó desde las profundidades, un sonido tan profundo que hizo vibrar las naves voladoras en el aire y provocó olas masivas en la superficie del océano.

¿Qué… qué es eso? murmuró Ian, sus ojos abriéndose con asombro.

Desde el abismo, una sombra colosal comenzó a ascender, y en cuestión de segundos, el monstruoso Leviatán emergió del océano. Era una criatura descomunal, de más de cien metros de largo, con escamas negras como el azabache que reflejaban un brillo ominoso bajo la luz. Sus ojos, dos esferas rojas llenas de odio y poder, se fijaron en la flota con una mirada que solo presagiaba destrucción. Su cola, tan larga como un edificio, golpeaba las aguas con una fuerza que creaba ondas expansivas, haciendo tambalear incluso al buque de guerra.

¡Es un Leviatán de nivel 4 pico! gritó uno de los aventureros desde su nave. ¡Nos enfrentamos a una maldito leviatán

Los aventureros, acostumbrados a batallas difíciles sabian que las especies como el Leviatán tenian un rastro de línea de sangre de especies antiguas lo que lo hacian mas fuertes y grandes que los mostruos del mismo nivel, comprendieron de inmediato la magnitud del peligro. Un Leviatán no era una criatura común; era una fuerza de la naturaleza, una máquina de destrucción imparable que solo algunas sirenas con sangre pura podían controlar y ahora, estaba aquí en esta ciudad, en toda su magnificencia aterradora.

El Leviatán abrió su boca, y de su garganta surgió una corriente de energía pura. Un rayo de energía mágica fue disparado hacia una de las naves voladoras, desintegrándola al instante. Los pilotos intentaron maniobrar para esquivar sus ataques, pero la bestia era rápida y letal. En cada golpe, el Leviatán derribaba naves, hundía pequeñas embarcaciones y rompía las barreras mágicas con una facilidad desconcertante.

Desde las profundidades, las sirenas atacaban con renovada furia. Con el Leviatán al frente, sus hechizos se intensificaron. Bolas de agua comprimida y lanzas de hielo se disparaban desde el fondo del mar, golpeando las defensas del buque de guerra. Las sirenas convocaban criaturas aún más peligrosas: anguilas eléctricas colosales, tiburones con armaduras de coral, y medusas gigantes cuyos tentáculos paralizaban a cualquier aventurero que se acercara.

¡Formen escudos! ¡Concentren el fuego en el Leviatán! gritó el capitán del buque, intentando mantener el orden en medio del caos.

Ian activó todas sus torretas, disparando proyectiles cargados de energía mágica directamente hacia la criatura. Las explosiones iluminaban el cielo, pero apenas lograban rasguñar la dura piel del monstruo.

Ian, maniobraba en medio del caos. Sus habilidades de manejo le permitían esquivar los ataques del Leviatán, pero sabía que simplemente evitar la batalla no sería suficiente. Tenía que hacer algo.

Necesitamos más potencia de fuego murmuró Ian, mientras dirigía su nave hacia la parte trasera del Leviatán, donde las defensas de la criatura parecían más débiles.

Las torretas de su nave disparaban sin descanso, concentrando toda su energía en un solo punto del Leviatán. El monstruo, notando el ataque, giró su enorme cuerpo, sus ojos rojos centelleando de ira. Con un rugido ensordecedor, el Leviatán lanzó un chorro de energía hacia Ian. Él reaccionó apenas a tiempo, girando su nave en una maniobra arriesgada que lo sacó del camino del rayo por unos pocos metros.

Pero el tiempo se acababa. Los aventureros estaban luchando con todo lo que tenían, pero las fuerzas de las sirenas eran abrumadoras. Cada minuto que pasaba, más naves caían al océano, y el Leviatán continuaba su devastador asalto.

Desde el fondo, la líder de las sirenas observaba, una sonrisa fría y calculadora en su rostro.

El Leviatán acabará con ellos susurró, mientras la sirenas rodeaban la bestia, protegiéndola con hechizos adicionales. Pronto, esta será nuestra victoria.

El Leviatán se erguía imponente sobre las aguas, su cuerpo colosal generando olas y corrientes incontrolables a su alrededor. Cada golpe de su cola provocaba temblores en el océano, mientras su rugido estremecía los cielos. Las fuerzas de las sirenas lo rodeaban, lanzando ataques coordinados, conjurando hechizos acuáticos devastadores, mientras las criaturas marinas se unían al caos.

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