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Batalla intensa

En medio del caos, los elfos y otros magos de diversas razas comenzaron a agruparse. Sus túnicas ondeaban mientras se desplazaban entre el campo de batalla, evitando los ataques y protegiéndose con barreras mágicas. Con gestos calculados y palabras susurradas en lenguas arcanas, comenzaron a preparar un hechizo conjunto. El aire a su alrededor vibraba con poder, mientras círculos mágicos aparecían bajo sus pies, y la energía comenzaba a acumularse.

Los elfos, con su afinidad natural por la magia elemental, lideraban la formación, mientras que los otros magos, algunos provenientes de razas tecnológicamente avanzadas que combinaban magia con ingeniería, se unieron al esfuerzo. Desde lo alto, Ian observaba cómo la atmósfera se volvía más densa, cargada de una energía que crecía con cada segundo. El suelo temblaba ligeramente bajo el peso del poder que los magos estaban desatando.

De repente, una explosión de luz cegadora iluminó todo el campo de batalla. El hechizo fue liberado, una poderosa mezcla de energía elemental y arcanas antiguas. El cielo se llenó de rayos que cayeron en una espiral caótica, dirigiéndose hacia los monstruos líderes de nivel 4. El impacto fue devastador.

El Primer Líder, el lobo escamoso, fue el primero en recibir el ataque. Un rayo de luz lo alcanzó directamente, arrancando parte de sus escamas y quemando su carne con una intensidad aterradora. La bestia lanzó un alarido de dolor, retrocediendo mientras sus heridas ardían con un fuego que no podía apagar.

El Segundo Líder, el golem de piedra y metal, también fue alcanzado. Aunque su cuerpo de roca parecía impenetrable, el hechizo penetró las grietas de su armadura natural, haciendo que grandes trozos de piedra cayeran de su cuerpo. Sus runas brillaron momentáneamente, tratando de regenerarse, pero el daño había sido significativo. El golem tambaleó, incapaz de mantener su equilibrio mientras intentaba recuperar su compostura.

El hechizo no solo había herido a dos de los líderes, sino que también había cambiado el ritmo de la batalla. Los aventureros, al ver a los monstruos retroceder, aprovecharon el momento. Con una renovada moral, lanzaron un feroz ataque, sabiendo que esta podría ser su oportunidad para inclinar la balanza a su favor.

El caos reinaba en el campo de batalla, pero ahora los aventureros tenían una ventaja clara. Mientras los monstruos menores continuaban atacando, los dos líderes heridos estaban debilitados y no podían defenderse tan eficientemente como antes.

Ian, viendo el efecto del hechizo, esbozó una ligera sonrisa. Las tornas estaban cambiando, pero todavía quedaba mucho por hacer.

El campo de batalla estaba envuelto en el humo y la electricidad residual del poderoso hechizo lanzado por los magos. Los dos monstruos líderes, gravemente heridos, intentaban recuperarse, pero el daño había sido profundo. A pesar de su tamaño y poder, se tambaleaban, debilitados por la magia que los había golpeado. Los aventureros, viendo su oportunidad, redoblaban sus esfuerzos, presionando a la horda con ataques coordinados.

Sin embargo, los monstruos no iban a rendirse fácilmente.

El Primer Líder, el lobo escamoso, lanzó un rugido desgarrador que resonó en toda la mina. Era una llamada desesperada, una señal de alarma para todas las criaturas bajo su mando. Los monstruos menores, que habían estado siendo diezmados por los aventureros, reaccionaron de inmediato. Cientos de criaturas de nivel 2 y 3, y miles de las más débiles de nivel 1, cargaron con renovada furia. El campo de batalla se llenó de gritos y rugidos mientras la horda se lanzaba sobre los aventureros con una brutalidad implacable.

Los monstruos de nivel 3 comenzaron a avanzar hacia los aventureros con una velocidad asombrosa. Criaturas con garras afiladas y pieles duras como el acero intentaban romper las defensas de los guerreros en primera línea. Mientras tanto, los monstruos de nivel 2 atacaban en masa, tratando de abrumar a los aventureros más débiles y romper su formación.

El Segundo Líder, el golem de piedra y metal, golpeó el suelo con toda su fuerza, creando ondas sísmicas que sacudieron el terreno bajo los pies de los aventureros. Muchos de ellos cayeron al suelo, y otros se vieron obligados a retroceder mientras el golem trataba desesperadamente de recuperar el control de la situación.

Los aventureros empezaron a sentir la presión del contraataque. A pesar de su ventaja inicial, la cantidad abrumadora de monstruos y la desesperada ofensiva de los líderes ponía en peligro su avance. El cielo se oscureció nuevamente, esta vez con las sombras de los monstruos voladores de nivel 3, que atacaban desde el aire con embestidas feroces.

Pero a pesar de la ferocidad del contraataque, algo estaba claro: los monstruos líderes ya no tenían la misma coordinación y fuerza que antes. El hechizo había roto su línea de mando, y los monstruos menores, aunque numerosos, carecían de la dirección necesaria para infligir un daño decisivo.

Los aventureros, reagrupados, comenzaron a resistir la embestida con mayor eficacia. Los guerreros en primera línea formaron un muro defensivo, mientras los magos y arqueros en la retaguardia lanzaban ataques precisos que diezmaban a las criaturas más débiles. El caos seguía reinando, pero la ofensiva de los monstruos, aunque desesperada, no lograba romper las líneas de los aventureros.

Ian, todavía observando desde la distancia, continuaba eliminando a los monstruos de nivel 2 que se acercaban demasiado. Aunque no había intervenido directamente en la lucha contra los líderes, mantenía un ojo vigilante en el desarrollo de la batalla. Sabía que el contraataque de los monstruos no tendría éxito. La batalla, aunque feroz, se inclinaba lentamente a favor de los aventureros.

A medida que pasaban los minutos, el frenesí de los monstruos comenzó a disminuir. La horda, desorganizada y sin la fuerza para romper las defensas de los aventureros, comenzó a dispersarse. El contraataque desesperado había fracasado.

Los aventureros, ahora con la ventaja claramente a su favor, avanzaban con decisión hacia los líderes heridos, listos para dar el golpe final.

Con el contraataque de los monstruos en desbandada, los aventureros vieron la oportunidad de terminar lo que habían comenzado. Los dos monstruos líderes de nivel 4, debilitados y heridos por el gran hechizo, estaban en una situación desesperada. Aunque todavía intentaban defenderse, su fuerza se desvanecía rápidamente.

El Primer Líder, el imponente lobo escamoso, se tambaleaba, con sus escamas ennegrecidas y desgarradas. Sus ojos brillaban con una mezcla de furia y dolor mientras trataba de mantenerse firme, pero su cuerpo ya no le respondía con la misma agilidad. Un grupo de guerreros avanzó hacia él, sus armas listas para el ataque final. El lobo lanzó un último rugido, una mezcla de desesperación y desafío, antes de cargar una vez más.

Pero los aventureros estaban preparados. El primer golpe vino de un guerrero de una raza insectoide, que blandía una gran espada con destreza. La hoja se hundió profundamente en el flanco del lobo, arrancando un grito desgarrador de la criatura. Antes de que pudiera reaccionar, otro guerrero le asestó un golpe certero en el cuello, derribando al coloso. El lobo escamoso cayó pesadamente al suelo, y con un último espasmo, quedó inmóvil.

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