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El Ave del Trueno

Justo cuando la balanza parecía inclinarse a favor de Ian y su equipo, un grito ensordecedor resonó por todo el bosque. Los pocos chamanes que quedaban de la tribu de los hombres pájaro se reunieron en el centro del claro, sus ojos ardían con una feroz determinación. Los restos de sus ropas ondeaban con el viento y las marcas de la batalla eran visibles en sus cuerpos, pero en sus rostros había una expresión de absoluta resolución.

De repente, los chamanes comenzaron a cantar en un idioma arcano, sus voces entrelazándose en una melodía antigua y poderosa que parecía vibrar en el aire mismo. Ian sintió un escalofrío recorrer su columna vertebral; sabía que estaban preparando algo grande. Los chamanes levantaron sus bastones al cielo, y un rayo cayó sobre ellos con un estruendo ensordecedor. En lugar de ser destruidos por la descarga, sus cuerpos comenzaron a brillar con una luz cegadora.

Tarek, que estaba a su lado, reconoció lo que estaba pasando. "¡Se están sacrificando para invocar a su tótem sagrado!" gritó, sus ojos llenos de sorpresa y temor. Ian sabía lo que eso significaba; este era el último recurso de los hombres pájaro, una invocación desesperada que canalizaba todas sus energías en un solo ser.

Con un último grito, los cuerpos de los chamanes se desintegraron en una explosión de luz y energía. El cielo se oscureció de repente, y una tormenta eléctrica se formó sobre el claro. Truenos retumbaron y relámpagos cruzaron el cielo mientras una figura gigantesca emergía de la luz. Una criatura majestuosa y aterradora se manifestó ante ellos: el Ave del Trueno.

Cuando el ave apareció, un profundo sentimiento de reconocimiento golpeó a Ian. Esta no era una criatura común; era el mismo Ave que lo había obligado a huir a la tierra en el pasado, un enemigo que había dejado una marca indeleble en su memoria. La criatura era inmensa, con plumas de un azul profundo que brillaban con electricidad. Sus ojos eran orbes incandescentes que emitían destellos de energía pura. Al batir sus alas, generaba ráfagas de viento huracanado que sacudían los árboles y levantaban polvo del suelo. Cada movimiento que hacía desencadenaba relámpagos a su alrededor, creando un espectáculo electrizante y aterrador.

Ian sabía que se enfrentaba a un oponente formidable, y el recuerdo de su encuentro anterior hizo que la tensión se apoderara de él por un instante.

"¡Todos, prepárense!" gritó Ian, consciente de que la batalla estaba lejos de terminar. "Este es el verdadero desafío."

El Ave del Trueno soltó un grito penetrante que sacudió los corazones de todos en el campo de batalla. Sus alas se desplegaron por completo, y un destello de luz llenó el cielo. De repente, una serie de relámpagos cayeron del cielo como lanzas, dirigiéndose hacia el grupo de Ian.

Tarek reaccionó rápidamente, levantando un muro de tierra para desviar algunos de los rayos, pero la mayoría atravesaron la barrera con facilidad, golpeando el suelo con fuerza y enviando ondas de energía que hicieron tambalearse a todos. Los esclavos de los árboles vivientes levantaron sus ramas y raíces para protegerse, pero incluso ellos se estremecieron bajo la furia del Ave del Trueno.

Ian sabía que no podían aguantar mucho tiempo solo a la defensiva. "¡Contraataquen!" ordenó, mientras levantaba su mano y concentraba su energía en la joya del rey de fuego. Los magos lanzaron proyectiles de fuego y hechizos de energía, apuntando al Ave del Trueno, pero la criatura desvió fácilmente la mayoría de los ataques con sus alas, que brillaban con una barrera de energía eléctrica.

El líder de los árboles vivientes intentó atrapar al ave con sus raíces etéreas, lanzándolas hacia el cielo como serpientes espectrales. Sin embargo, el Ave del Trueno batió sus alas con fuerza, creando un torbellino que desvió las raíces y luego lanzó un relámpago directo al líder, que apenas logró protegerse

Ian, viendo que los ataques convencionales no estaban funcionando, decidió tomar un riesgo. "¡Necesitamos dividir su atención!" gritó. "Lobos, mono, causen distracción desde los flancos. Tarek, prepárate para crear una trampa subterránea."

El mono de tierra se movió ágilmente, lanzando rocas y escombros al aire para distraer al Ave del Trueno, mientras los lobos corrieron a gran velocidad alrededor de la criatura, tratando de forzarla a girar y mover sus ataques hacia ellos. La táctica pareció funcionar por un momento, pero entonces el Ave del Trueno giró su cabeza, sus ojos brillando con una luz intensa. Un rayo cayó del cielo, golpeando directamente al mono de tierra y haciendo que retrocediera, herido pero aún en pie.

Tarek, mientras tanto, utilizó ese breve momento de distracción para preparar una trampa. Con un gesto de sus manos, las piedras y la tierra comenzaron a moverse, formando una red subterránea que atrapar al ave.

El plan de Ian parecía perfecto: desviar la atención del Ave del Trueno y hacer que cayera en la trampa subterránea de Tarek. Sin embargo, el ave no se dejó engañar. Con una inteligencia casi humana en sus ojos brillantes, el Ave del Trueno percibió la amenaza y se elevó más alto en el cielo, fuera del alcance de la trampa de Tarek.

Un poderoso rugido surgió de su garganta, haciendo que el aire a su alrededor vibrara con una energía eléctrica pura. Las nubes en el cielo oscuro se arremolinaron, y un torrente de relámpagos comenzó a caer sobre el campo de batalla en todas direcciones.

"¡Cúbranse!" gritó Ian, viendo cómo los relámpagos golpeaban el suelo, desatando explosiones de energía que hicieron tambalear a su equipo. Los magos alzaron barreras protectoras, pero estas se rompían rápidamente bajo el asalto incesante del Ave del Trueno.

Ian sabía que mantenerse a la defensiva no era una opción. El Ave del Trueno tenía una resistencia abrumadora y podía seguir atacando indefinidamente. Debían encontrar una manera de herirla, de forzarla a bajar donde sus ataques combinados pudieran tener un efecto real.

"¡Tarek, necesitamos atacar juntos! ¡Haz que las raíces de los árboles vivientes suban y la alcancen!" gritó Ian mientras se concentraba en reunir toda la energía que podía con su piedra espiritual. Si no podían atraer al ave hacia la trampa, tendrían que llevar la trampa hacia el ave.

Los árboles vivientes, bajo las órdenes de Tarek, comenzaron a extender sus raíces etéreas hacia el cielo, como lanzas oscuras que se estiraban en busca de su presa. Estas raíces ya no eran las pesadas y lentas estructuras de madera; ahora, como almas, podían moverse con una velocidad y agilidad sorprendentes, cortando el aire como sombras afiladas.

El Ave del Trueno, viendo las raíces elevarse hacia ella, comenzó a moverse en patrones impredecibles, lanzando más relámpagos para cortar las raíces antes de que pudieran alcanzarla. Sin embargo, la cantidad de raíces se multiplicaba, y el ave se encontraba cada vez más acorralada, esquivando ataques de todos lados.

Ian vio su oportunidad. Con la piedra espiritual vibrando con energía, lanzó su hechizo de fuego más poderoso con la joya. Una bola de fuego concentrada y alimentada por la energía de la piedra salió disparada hacia el Ave del Trueno, seguida de cerca por los ataques de los magos y las raíces de los árboles vivientes.

El Ave del Trueno giró en el aire, esquivando la mayoría de los ataques, pero la bola de fuego de Ian la alcanzó de lleno en una de sus alas. El impacto fue devastador: una explosión de fuego que hizo que el ave gritara de dolor y perdiera altitud por un instante. Las raíces aprovecharon el momento para agarrarse a su ala herida, tirando de ella hacia abajo.

"¡Ahora!" gritó Ian, y el equipo entero atacó a la vez. Los magos lanzaron ráfagas de fuego y rayos de energía, mientras los árboles vivientes envolvían al ave en sus raíces, tratando de inmovilizarla.

El Ave del Trueno, herida pero aún feroz, luchó con todas sus fuerzas. Con un grito final, canalizó toda su energía en una última explosión de rayos, rompiendo muchas de las raíces que la apresaban y causando estragos en el equipo de Ian. La fuerza del rayo derribó a varios de los magos y desintegró a algunos de los esclavos de los árboles vivientes más débiles.

Pero Ian no cedió. Con una determinación feroz, lanzó un último ataque, canalizando cada gota de energía que quedaba en la piedra espiritual en un solo golpe. Un pilar de fuego puro se lanzó hacia el ave, golpeándola en su centro y atravesando su barrera eléctrica. El Ave del Trueno soltó un grito agónico, y finalmente, su figura comenzó a caer desde el cielo

El silencio que siguió fue ensordecedor. El Ave del Trueno, que una vez había hecho huir a Ian y casi destruido a su equipo, estaba derrotada. Sin embargo, el costo había sido alto: varios miembros de su equipo estaban gravemente heridos o destruidos, y las fuerzas de Ian estaban agotadas.

Respirando con dificultad, Ian miró los restos del campo de batalla. Sabía que esta victoria había sido apenas una muestra de los desafíos que aún lo esperaban. Pero ahora, el recuerdo de su huida anterior había sido redimido. El Ave del Trueno, su antiguo némesis, ya no era una amenaza.

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