Capítulo 64: Incursión
Ian, con su formación lista y sus esclavos espirituales bien posicionados, comenzó a avanzar hacia las profundidades del bosque. El aire denso, cargado de energía espiritual, hacía que cada paso fuera más desafiante. Sin embargo, su determinación lo empujaba a seguir adelante, en busca de los valiosos recursos que seguramente encontraría más adentro.
Tras avanzar durante un tiempo, las dos aves de viento, que volaban por encima explorando el terreno, regresaron con noticias. Habían detectado una presencia inusual más adelante. Ian, intrigado, las envió nuevamente para obtener más información. Minutos después, las aves volvieron con una visión más clara de los objetivos: parecían dragones, pero algo en su apariencia era diferente. Eran más anchos y robustos, y curiosamente, no tenían alas.
Intrigado por esta criatura desconocida, Ian le preguntó al sistema.
¿Qué son esas criaturas? preguntó con el ceño fruncido.
El sistema respondió casi de inmediato:
Dragones de Tierra, una subespecie de dragón que posee una pequeña y casi inexistente línea de sangre dracónica. Aunque su herencia dracónica es débil, les otorga una superioridad física y mágica sobre las bestias comunes. Son extremadamente fuertes y tienen un control natural sobre el elemento tierra. Sin embargo, debido a la ausencia de alas, no pueden volar, lo que los obliga a permanecer cerca de fuentes de energía con atributos de tierra, como minas o áreas con una alta concentración de minerales.
Ian frunció el ceño. La capacidad física y mágica de los dragones de tierra podría representar un desafío, pero también significaba que estos seres podrían estar protegiendo una rica fuente de minerales, tal vez incluso piedras espirituales de tierra, valiosos recursos para su progreso.
Esto podría ser justo lo que necesitamos murmuró Ian, sopesando sus opciones.
Volvió su mirada hacia Tarek, quien estaba siempre atento a su lado.
Prepárate le ordenó. Si estos dragones están cerca de una mina o una fuente de energía terrestre, podrían ser la clave para obtener recursos valiosos. Nos adentraremos con cautela, pero no dudaremos en atacar si es necesario.
Tarek asintió, preparándose para el enfrentamiento. Ian sabía que un enemigo con afinidad a la tierra no sería fácil de derrotar, pero su formación estaba bien equipada. Con el gigante de alma liderando el ataque, los dragones tendrían dificultades para superar su defensa. Además, los goblins en los flancos y los magos detrás proporcionarían apoyo crucial.
Avancemos ordenó Ian con confianza, sabiendo que la batalla que se avecinaba sería un verdadero test para su equipo.
Con paso firme, Ian y su grupo se adentraron más profundamente en el territorio de los dragones de tierra, listos para enfrentarse a lo que fuera necesario para saquear los recursos que seguramente escondían.
Ian sintió la intensa energía mágica de tierra que saturaba el ambiente, confirmando sus sospechas: había cristales de energía de tierra cerca. La energía era tan abundante que no podía ser ignorada. Era evidente que los dragones de tierra estaban protegiendo la fuente de esos cristales, una oportunidad demasiado valiosa para dejarla pasar.
Cuando las aves de viento regresaron de su exploración, informaron a Ian que no había uno, sino seis dragones de tierra resguardando el área. El desafío se había multiplicado, pero Ian no se dejó intimidar.
No podemos dejar escapar esta oportunidad dijo, su voz firme. ¡Formación de ataque!
El equipo de Ian se movilizó rápidamente. El alma del gigante tomó la delantera, sus gigantescas manos espectrales listas para bloquear cualquier ataque. Los guerreros goblins se posicionaron a ambos flancos del gigante, mientras los magos goblins se colocaban en la retaguardia, preparados para desatar su magia. El lobo y el mono se mantuvieron alerta, listos para defender a los magos de cualquier amenaza, mientras las aves de viento y las avispas guardianas patrullaban los cielos en busca de peligros aéreos.
Los seis dragones de tierra aparecieron en la distancia, sus cuerpos colosales cubiertos de escamas gruesas y oscuras, casi indistinguibles de las rocas a su alrededor. No tenían alas, pero su fuerza física y su control sobre la tierra eran evidentes en cada paso que daban. Los dragones gruñeron, y el suelo comenzó a temblar, como si la misma tierra respondiera a su llamada.
¡Preparados! gritó Ian, activando su energía mágica.
Uno de los dragones avanzó con velocidad sorprendente para su tamaño, hundiendo sus garras en el suelo. Inmediatamente, el terreno se levantó en una ola de tierra y rocas dirigida hacia el alma del gigante. El gigante bloqueó el ataque, pero la fuerza del impacto lo hizo retroceder unos pasos.
Ian sabía que necesitaba atacar con fuerza si quería ganar. ¡Magos, ataque coordinado! ordenó.
Los magos goblins desataron una lluvia de hechizos de fuego y viento que impactaron directamente en el dragón. Las llamas lamieron sus escamas, haciéndolo rugir de dolor. Aunque las escamas de los dragones eran increíblemente resistentes, los ataques mágicos lograban debilitarlos poco a poco.
Mientras tanto, otro dragón avanzaba hacia la formación, lanzando fragmentos de roca desde el suelo hacia los magos goblins. Ian reaccionó rápidamente, utilizando el alma del gigante para bloquear el ataque. Las rocas rebotaron contra el gigante, pero no lograron atravesarlo.
¡Ahora, ataquen! ordenó Ian.
Los guerreros goblins cargaron hacia el dragón más cercano, atacando con fiereza. Sus armas, imbuidas con poder mágico, encontraron puntos vulnerables en las escamas del dragón. Aun así, la criatura era increíblemente resistente, y aunque estaba herido, no se detenía.
Los otros cuatro dragones comenzaron a rodear el grupo, preparando su propio contraataque. El suelo bajo los pies de Ian temblaba constantemente, una señal de que los dragones estaban preparando algo grande.
Esto no va a ser fácil murmuró Ian, enfocándose. Tarek apareció a su lado, listo para apoyar en lo que fuera necesario.
De repente, uno de los dragones que estaba a punto de atacar se detuvo, sus ojos brillando intensamente. Las escamas alrededor de su cuerpo comenzaron a brillar con un tono más oscuro, y el aire a su alrededor se volvió denso con energía mágica de tierra.
¡Cuidado, algo viene! gritó Tarek, advirtiendo a Ian.
El dragón estaba concentrando toda su energía en un poderoso ataque. Del suelo emergieron enormes pilares de roca que se alzaron rápidamente, amenazando con aplastar a los guerreros goblins. El alma del gigante intentó bloquear el ataque, pero la fuerza del dragón era inmensa. Uno de los pilares golpeó de lleno a un guerrero goblin, enviándolo volando por los aires.
Ian frunció el ceño, consciente de que la situación se estaba volviendo crítica. Los dragones estaban coordinando sus ataques, y su control sobre la tierra era más peligroso de lo que había anticipado.
¡Lobo, mono, protejan a los magos! ¡No podemos perder a nadie más! ordenó Ian.
El lobo y el mono se lanzaron rápidamente, repeliendo los fragmentos de roca que aún caían. Las aves de viento descendieron en picado hacia uno de los dragones, lanzando ráfagas de viento en su contra para desorientarlo.
A pesar de los esfuerzos del equipo de Ian, los dragones estaban demostrando ser oponentes formidables, y la batalla apenas comenzaba. Ian sabía que si no lograban derrotarlos pronto, la energía de sus esclavos comenzaría a agotarse.
Necesitamos acabar con al menos uno de ellos, y rápido dijo Ian, su mente trabajando rápidamente para encontrar una estrategia.
El alma del gigante, aunque herido, seguía en pie, protegiendo al equipo de los ataques más devastadores. Sin embargo, los dragones parecían incansables, y el suelo a su alrededor continuaba temblando como si la tierra misma estuviera bajo su control absoluto.
Ian concentró su poder mágico, preparándose para un ataque coordinado. Sabía que este era solo el primer paso en una batalla que aún tenía mucho por delante.
Con la primera parte de la batalla ya en marcha, Ian sabía que necesitaba una estrategia más refinada para superar a los seis dragones de tierra. Los ataques coordinados del enemigo y el control absoluto que tenían sobre el entorno hacían que cada movimiento fuera crucial.
Los dragones de tierra estaban mostrando una resistencia formidable. Mientras Ian ordenaba a su equipo, el dragón que estaba acumulando energía para un ataque devastador finalmente lanzó su ofensiva. De la tierra surgieron enormes columnas que se estrellaron contra el alma del gigante y los guerreros goblins, causando una gran destrucción.
¡El alma del gigante no podrá resistir por mucho tiempo! gritó Ian, viendo el impacto del ataque.
Con rapidez, Ian movilizó a los magos goblins para lanzar un hechizo de protección en el alma del gigante, reduciendo el daño recibido. Sin embargo, las fuerzas de los dragones no estaban dispuestas a dar tregua. El ataque del dragón había abierto una brecha en las defensas del equipo, y los otros dragones no perdieron la oportunidad de aprovechar la situación.
Ian se concentró en los dragones que estaban menos activos, buscando una apertura. Observó que los dragones estaban usando la energía de la tierra para crear barreras defensivas y ataques de largo alcance. Los lobo y mono combatían ferozmente contra los dragones que intentaban flanquear al equipo, utilizando sus habilidades para desviar ataques y atacar puntos vulnerables.
Uno de los dragones que estaba combatiendo con el lobo fue sorprendido por una maniobra de flanqueo por parte de las aves de viento. Estas aves usaron sus habilidades de viento para desestabilizar al dragón, permitiendo que el lobo atacara con mayor eficacia. El dragón rugió, sus escamas resplandecían con una luz verde brillante mientras se defendía desesperadamente.
Ian decidió que era el momento de un ataque decisivo. Reunió su poder mágico y ordenó a los magos goblins que prepararan un hechizo combinado. Sabía que necesitaban concentrar sus esfuerzos en un solo dragón para disminuir las fuerzas del enemigo.
¡Ahora, magos! ¡Desaten su hechizo más potente! ordenó Ian.
Los magos goblins combinaron sus energías en una enorme explosión de llamas y viento, que se dirigió directamente hacia el dragón que había sido debilitado por el lobo y las aves. El dragón intentó resistir, pero la intensidad del ataque lo sobrepasó. Las llamas y el viento arrasaron con su defensa, y el dragón finalmente cayó, su cuerpo colapsando en un montón de escombros y rocas.
Con uno de los dragones derrotado, el equipo de Ian tomó un respiro momentáneo. Sin embargo, aún quedaban cinco dragones que estaban listos para continuar la lucha. La batalla había cambiado, pero la victoria aún no estaba asegurada.
Los dragones restantes estaban claramente enfurecidos por la pérdida de uno de sus compañeros. Ian observó que sus ataques se volvían más desesperados y desorganizados. Decidió usar esta oportunidad para reordenar su equipo.
¡Formación de ataque! ¡Atacaremos en ráfagas rápidas y mantendremos la presión! ordenó Ian.
El alma del gigante volvió a la delantera, protegiendo a los magos goblins mientras estos lanzaban hechizos ofensivos y defensivos. Los guerreros goblins y el lobo atacaron en los flancos, buscando reducir las defensas de los dragones. El mono y las aves de viento se encargaron de mantener el orden en el campo de batalla y proteger a los magos de los ataques aéreos.
Uno de los dragones, en un intento de desestabilizar a las fuerzas de Ian, creó una serie de temblores en el suelo que intentaron lanzar a los guerreros goblins fuera de equilibrio. Sin embargo, la combinación de la protección del alma del gigante y el control rápido de los magos ayudó a mantener la formación intacta.
A medida que la batalla continuaba, los dragones comenzaron a mostrar signos de cansancio. La combinación de ataques coordinados y la resistencia continua de Ian y su equipo estaba empezando a dar frutos.
Ian sabía que el tiempo estaba en su contra y que debía actuar rápidamente para asegurar la victoria. Los dragones restantes estaban debilitados, pero aún eran peligrosos. Decidió que era el momento de un ataque final para asegurar el control del área y obtener los cristales de energía de tierra.
¡Nos acercamos al final! ¡Prepárense para la ofensiva final! gritó Ian, dándole a su equipo la última orden.
Con la formación lista y los ataques coordinados, Ian y su equipo se lanzaron a la ofensiva final contra los dragones restantes, con la esperanza de terminar la batalla y obtener los recursos necesarios para su próximo objetivo.