Mientras Ian se acercaba cautelosamente al portal, algo inesperado sucedió. El alma del Brujo Goblin, que acababa de ser esclavizada, comenzó a moverse por sí sola. Ian observó con sorpresa cómo el Brujo se adelantaba, sus pasos espectrales apenas haciendo ruido en el aire cargado de magia residual.
El Brujo Goblin, ahora sin su forma física, parecía mantener gran parte de su antigua conciencia. Se arrodilló con reverencia frente al portal, bajando su cabeza espectral en un gesto de profunda sumisión. Con una voz que resonaba como un susurro en la mente de Ian, el Brujo habló.
"El Brujo Tarek le rinde homenaje a su dios", dijo, su tono cargado de una devoción inesperada.
Ian frunció el ceño, sorprendido por las palabras del Brujo. Había asumido que, al esclavizar el alma, cualquier rastro de la personalidad o recuerdos de su vida anterior se desvanecería, convirtiéndose en poco más que una herramienta obediente. Pero ahora se daba cuenta de que estaba equivocado.
El Brujo Tarek no solo conservaba su sabiduría y poder, sino que también recordaba su vida pasada y, en su mente, había interpretado la esclavitud como una forma de renacimiento. Al ser privado de su cuerpo y forzado a servir a Ian, Tarek había llegado a la conclusión de que su amo era un ser divino, un dios que le había otorgado una nueva vida. Esta adoración no era solo el resultado del contrato de esclavitud; era una devoción nacida de la creencia de que Ian le había dado una nueva oportunidad de existir.
Ian procesó esta nueva información rápidamente. A menos que el alma esclavizada fuera infinitamente más poderosa que él, no podría romper el contrato y liberarse de su control. Esto significaba que Tarek, a pesar de su sabiduría y poder, estaba atrapado en su servicio, y lo más sorprendente era que el Brujo no solo aceptaba esta realidad, sino que la abrazaba con fervor.
El conocimiento de que las almas esclavas con gran poder e inteligencia aún conservaban fragmentos de su vida anterior abrió nuevas posibilidades para Ian. Ahora sabía que no solo podía utilizar sus habilidades y magia, sino también su experiencia y conocimientos, algo que podría resultar invaluable en su búsqueda.
Mientras el Brujo Tarek continuaba su reverencia, Ian comenzó a considerar cómo podría usar esta nueva devoción en su beneficio. Si sus esclavos del alma podían conservar tanto de sí mismos, entonces no eran solo herramientas; eran aliados con lazos que los ataban a él, leales más allá de la simple magia.
Esto le dio a Ian una perspectiva completamente nueva sobre su poder y las responsabilidades que conllevaba. Mientras observaba al Brujo Tarek, una chispa de estrategia se encendió en su mente. Ian sonrió para sí mismo, ya pensando en cómo este conocimiento podría ayudarlo en los desafíos que tenía por delante, empezando por descubrir los secretos del portal que el Brujo había protegido con tanto fervor.
Ian observó al Brujo Tarek, su mente llena de preguntas mientras su mirada se fijaba en el portal. Aún no entendía del todo qué propósito tenía este portal en medio de la fortaleza, ni a dónde lo llevaría si decidía atravesarlo. Decidido a obtener respuestas, Ian rompió el silencio.
"Tarek, dime, ¿qué es este portal? ¿A dónde lleva?" preguntó Ian, su voz firme pero expectante.
El Brujo Tarek levantó su cabeza espectral, su rostro mostrando una mezcla de nostalgia y tristeza. "Este portal, maestro, es un vínculo con mi antiguo hogar... un semi plano que es el reino de los goblins. Un lugar donde habitan miles y miles de millones de los nuestros, un mundo vasto y peligroso que ahora está en crisis."
Ian frunció el ceño, intrigado por lo que escuchaba. "¿Qué clase de crisis?" insistió.
Tarek suspiró, una emoción que parecía extraña para un alma esclavizada, pero sus palabras estaban cargadas de la amargura de alguien que ha perdido mucho. "Hace tiempo, varias razas del universo encontraron la manera de invadir nuestro semi plano. Nos atacaron con furia, buscando controlar nuestros territorios y nuestros recursos. Aunque los goblins somos poderosos, sabemos que no podemos ganar esta guerra. Lo único que ha retrasado nuestra caída ha sido la lucha constante entre estas razas invasoras, que se disputan por quién se quedará con los mejores territorios."
Ian se quedó en silencio por un momento, asimilando la información. "¿Qué razas están involucradas en esta guerra?" preguntó finalmente, su curiosidad mezclada con una creciente preocupación.
Tarek asintió solemnemente. "Entre esas razas están los humanos, que reconocí en ti, maestro. También hay medio dragones, elfos, enanos, gigantes, la Raza Sombra, la Raza Hormiga, vampiros, y muchas otras criaturas poderosas. Cada una de ellas codicia nuestro mundo por diferentes razones, pero ninguna ha logrado aún consolidar su poder debido a las disputas internas."
Ian reflexionó sobre lo que acababa de escuchar. El semi plano de los goblins no era solo un refugio para criaturas débiles; era un campo de batalla en el que múltiples razas luchaban por la supremacía. Si esas razas habían encontrado la forma de llegar al semi plano, podrían suponer una amenaza si lograban unirse contra los goblins.
Mientras miraba a Tarek, Ian entendió que este portal no era solo una entrada a otro lugar; era una puerta a una guerra, una guerra que podía ser tan peligrosa como las luchas que ya había enfrentado en este mundo. No estaba interesado en utilizarlo como un medio para regresar a la Tierra, pues ya había encontrado un método más sencillo y seguro para ello. Sin embargo, lo que este portal representaba en términos de poder y recursos no podía ser ignorado.
"Entonces, este portal... ¿nos llevaría directamente a esa guerra?" preguntó Ian, con un tono de cautela.
"Sí, maestro," respondió Tarek, con la voz temblorosa de lealtad. "Pero también te expondría a peligros inimaginables. Sin embargo, mi vida está a tu servicio en cualquier decisión que tomes."
Ian asintió lentamente, evaluando sus opciones. Con esta nueva información, el portal representaba un riesgo enorme, y sabía que debía prepararse bien antes de tomar cualquier decisión. Sabía que enfrentarse a esa guerra requeriría un poder que aún no había alcanzado, pero también sabía que, con sus esclavos de almas y su creciente fuerza, no estaba del todo indefenso. El momento de tomar una decisión se acercaba, pero Ian no tenía intención de precipitarse.