—¿Podrías explicar más? Creo que estoy algo perdido aquí —dijo él.
—Si pudieras pensar detenidamente, bien por ti, pero si no puedes, entonces, ¿qué puedo decir? No puedo decirte nada más que esto, lo siento —respondió con sinceridad.
Oberón se sintió débil y se sentó en una silla, se tomó la cabeza, intentando con todas sus fuerzas calmarse. Ya estaba bajo tanta presión y esta seguía aumentando.
—¿Qué se supone que haga ahora? —murmuró, aún buscando una respuesta en su mente.
—Espero que este Alfa no sea lento, la respuesta está frente a sus ojos y aún así no puede darse cuenta —pensó para sí con una mezcla de desdén y preocupación.
—Suerte con lo que estés haciendo, ¿puedo tener mi caballo y mis anillos de oro ahora? —pidió con impaciencia.
Oberón alzó la vista hacia él y asintió:
—Eso... sí... tú... los obtendrás —dijo débilmente.
—No te preocupes tanto, tienes que calmarte y pensar bien esto, une esas piezas y por qué no empezar con "Nyx"? —sugirió como si fuera evidente.
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