Rosa intentaba mantenerse calmada mientras esperaba su momento para correr. Entrar en pánico no haría más que hacer que la capturasen.
Y no iba a volver con Graham y definitivamente no de la mano de Matías. Rosa se arrepentía de haberse ofrecido como distracción para que él pudiera irse libre con Alejandro.
—¡Apresúrense para que podamos visitar el próximo mercado! —ordenó Matías a los soldados.
Empezaba a creer que Rosa podría haber muerto en algún lugar de la montaña. Ella no podría haber salido con vida y ya estaba bastante lejos de donde él había buscado. Alguien la estaría escondiendo o quizás él la había pasado por alto cuando buscó en la montaña.
—Debí haberla perseguido —susurró Matías, lamentándose profundamente de haber renunciado a seguir a Rosa la noche que se escapó.
Si no fuera por el bastardo extranjero, Matías la habría alcanzado y arrastrado de vuelta al burdel.
—¿Su campamento estaba al otro lado? ¿La tendrían como cautiva? —se preguntaba Matías.
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