PUNTO DE VISTA DE TERCERA PERSONA
El Rey David no podía dejar de repasar las escenas de aquella noche, la culpa, la furia extrema, la impotencia y la tristeza se apoderaban de él.
Solo era culpa suya.
Si no hubiera perdido el control sobre sus emociones y se hubiera involucrado en ese affaire, ese desliz de una noche, entonces no tendría a ese hijo, y esa desdichada mujer no se habría atrevido a jugarle un juego tan grande.
David tragó saliva.
No paraba de pensar en todo y las lágrimas caían por sus mejillas, obligándole a cubrir su rostro con las manos.
¿Por qué no pudo verlo?
Había ocasionado la muerte de la madre de Ethan porque no quiso invitar a esa mujer a su palacio, ya que amaba mucho a su esposa.
Aunque aquella noche resbaló en una de las reuniones ministeriales en el club privado, no significaba que no amara a su familia.
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