—¡Ah!
Duan Feifei, Ding Xiaoyu y los demás exclamaron sorprendidos mientras instintivamente se agachaban, abrazando sus cabezas. El inmenso sonido los atemorizó enormemente, casi haciéndolos colapsar en el suelo.
El vidrio endurecido de la pared exterior se rompió, esparciendo todos los fragmentos dentro de la habitación. Afuera, un trozo de Madera Muerta se extendía a través de la ventana. De pie sobre esa rama había un hombre corpulento con cabello dorado y ojos esmeralda, lleno de orgullo como si todo el mundo debiera honrarlo y respetarlo.
Los ojos de Guo Yi estaban fríos mientras miraba al otro y preguntaba:
—Tu llegada sin invitación sugiere malas intenciones, ¿no es así?
—¿Eres Guo Yi? —preguntó el hombre en un chino rudimentario.
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